Cinco

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Mi fin de semana en casa de Graham seguía pasando llegó la noche, papá , olvidadizo y descuidado como siempre , no quiso bañarme, aunque yo tampoco lo habría dejado, me mostró mi habitación, modesta con solo una cama de plaza, la luz correspondiente y nada.

Nada excepto el toque de Graham, un enorme mural con Pokemones (mi caricatura favorita) dibujados a su estilo.

Cada cosa en ese lugar tenía su maldito toque personal, las sábanas el malditamente agradable aroma de su suavizante, la casa ese ambiente de quién carece de dinero, pero se las arregla para permanecer digno, obsesivamente limpio, elegantemente plano y vacío, muy apegado a la teoría del menos es más, el movimiento "no logo", Martín Margiela y su minimalismo al extremo.

¿Qué es lo mínimo que se necesita para considerar que una casa sea  un hogar? 

Al parecer su respuesta fue sentimientos a flor de piel, algo entrañable y desde las entrañas, tal vez lo único que faltaba en su fórmula era alguien que lo quisiera y lo único que consiguió fue papá.

El cansancio emocional hizo que me durmiera de inmediato, pero la sed de la media noche, el encontrarme en un lugar desconocido, el destello de luz que se colaba por el borde de la puerta y el sonido de una conversación hicieron que me despertara.

Salí de mi cuarto y espié su charla, mantenían una especie de discusión suave, algo que de forma era muy suave, pero de fondo pretendía abordar temas complejos.

- ¿Qué crees que estás haciendo?, No está bien que pierdas el control frente tu hijo.- 

Graham reprendía a papá con dulzura mientras lo acurrucada en sus brazos.

- solo... No sé que pasa conmigo.

- Creo que debería irme.

-¿Qué?, No. Esta es tu casa.

- Pero tu hijo está incómodo, es obvio que no quiere verme.

- Pero si se llevaban bien.

- Eso fue antes de... Esto.- objetó Graham

- Pero yo no sé cocinar, con suerte puedo conmigo mismo ahora, por favor- dijo papá mirándolo con cara de gato con botas.

-Está bien, pero te comportas, ¿Oíste?-

-¡Woohoo! - celebró papá - a demás, ya que te quedas...- dijo para luego susurrarle algo al oído, provocando que se sonroje.

- ¡Insolente!, ¡Por supuesto que no!, Hoy no podemos hacer eso, tenemos toda la semana y se te ocurre ahora. - habló con el seño fruncido y apartando a papá.

- Se me ocurrió el viernes en la mañana, pero dijiste que no había tiempo porque hay que bañarse.- dijo papá con simpleza provocando la risa de ambos.

- Aguantate hasta el domingo por la noche y te prometo que... -está vez fue Graham quién susurró provocando que papá sonriera enorme y con entusiasmo, asintiendo con la cabeza repetidas veces. - pero solo si te comportas.

Me dió un poco de frío y por ende ganas de hacer pipí, por lo que ya no me aguanté en bajar, ambos se separaron, papá me miró y se acercó.

- Hijo, perdoname por cómo me porte hace rato. Te amo y te seguiré amando sin importar qué.

- Estoy que me meo. - le dije provocando que sonriera.

-¡Cooooorreeee! - gritó con una voz graciosa y yo me apresuré en ir al baño. Al salir papá me aproximó un baso de agua que tomé de buena gana y me acompañó hasta mi cuarto, me arropó con las cobijas, besó mi frente y se quedó allí hasta que me dormí.

A decir verdad extrañaba eso, la típica confusión de quién viene despertándose ayudó mucho a que yo dejará mi orgullo de lado y pudiera disfrutar de sus típicas muestras de cariño.

A la mañana siguiente me despertó el hambre, sobre la mesa había un suculento plato de hot Cakes con miel de maple y mantequilla que parecía está esperando por mí acompañados por un vaso de leche con chocolate que también me hacía ojitos para que me la bebiera, así que tomé el tenedor y comencé a comer, cuando ya iba por la mitad apareció Graham , me pilló con la boca llena y sonrió entre divertido por verme comer a lo bestia y complacido porque ahora engullía su comida que estaba tan buena como prometía, pero se alejó veloz sin dejarme tiempo para replicar nada.

Cuando terminé papá me acompañó a jugar a la pelota y al regreso Graham lo recibió con un abrazo fuerte y un beso fugaz y sonoro.

Volví a acostarme temprano y a despertar, pero está vez abajo habían solo risas. Papá hacía el idiota con sus bailecitos como siempre y Graham sacó de la manga una imitación de Paul McCartney tan ridícula que hasta a mí terminó contagiándome de risa. Produciendo en mí una carcajada que hizo que ambos me mirarán divertidos y se fueran conmigo, papá me invitó a bajar y me sentó en su regazo.

- Es de mala educación espiar a la gente, ¿sabías?- dijo besando mi cabeza.

Me llevó en brazos a la cocina para que bebiera agua, me hizo ir al baño y volvió a acompañarme a dormir.

Al otro día fue a dejarme a casa y por fin pude ver a mamá quién me preguntó cómo había estado todo, yo no quise hablar mucho, ni de lo bueno ni de lo malo, de lo malo porque tal vez no me dejaría volver ni de lo bueno porque el no haberme sentido tan mal, esos instantes en los que me sentí a gusto, me hacían sentir que la estaba traicionando, así que solo hablé del fútbol y poco más.

Observé de vuelta mi casa, haber estado fuera me ayudó a redescubrirla, mi casa era realmente como mamá, si comparasemos con el lugar donde ahora vivía papá, era casi barroco rococó.

Mamá y Graham tenían visiones realmente distintas de la estética y la belleza y aún así estaban prendados del mismo hombre.

El padrastro.  GramonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora