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Esta noche no quiero estar solo

Es bastante claro que aún no te he superado.

Luces neones disparan en todas las direcciones, rojo, azul, verde, amarillo. Pupilas dilatadas en tonos rosas que se pierden entre la oscuridad y el aire cargado de tabaco y neblina toxica. Latidos errantes e imprecisos, sonrisas sin motivos, una pirueta, un giro, un pestañeo.

Música envolvente se dispara desde cada rincón insonoro con brutalidad hasta sus tímpanos. Fuego disparado en sus venas sin siquiera poder luchar contra él, deja que tome control de él esta noche.

Calor, piel caliente.

Suave dermis resbaladiza se funden y se deslizan entre sí, manos lívidas recorren por el interior de la tela empapada de sudor, sobre piel ardiente que abrasa las huellas de uñas que se hunden dejando caer de sus labios hinchados jadeos inapropiados.

Sabe lo que necesita en ese momento, necesita que un cuerpo tome control de él, y este desconocido...

Jongin lo quiere.

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Hay golpes en su puerta, insistentes.

Emite un quejido luchando contra quedarse dormido otra vez o ir a partirle la cara a quien rayos fuera a molestarlo a esas horas. Cuando se levanta todavía en estado zombi maldice cuando golpea con su mano la pequeña lámpara junto a su cama. Joonmyeon lo va a matar, ama esa estúpida lámpara.

—Mierda, — dice tratando de abrir mejor los ojos.

Sus pies se enredan en la sabana que esta tirada en el suelo de su habitación junto a sus libros que no ha leído en más de dos semanas, si sus padres se enteran en el estado que está viviendo seguro se lo llevaran a casa para vigilarlo más de cerca. Porque este no es el chico que ellos criaron.

Los nudillos en la puerta vuelven a insistir esta vez acompañado de gritos histéricos y malas palabras. — ¡Por el carajo de judas. Si no abres esta jodida puerta de mierda hasta contar tres, voy a tirarla y me importa una puta mierda si luego el conserje llame a la policía!

Logra esquivar algo del suelo y enciende la luz de la habitación antes de abrir la puerta.

— ¿Qué mierda quieres a esta hora? — dice en voz entre cortada.

—Son las diez de la noche pequeña mierda de niña sensible. Vine a sacarte a rastras de tu cueva y de tu inmundicia de vida. Tienes dos minutos para alistarte.

—Vete a la mierda.

Cuando quiso volver a cerrar la puerta en la cara del estúpido intruso el largo y huesudo brazo de Sehun detuvo la puerta junto a su pie.

—No actúes como un moco Jongin. Haz lo que te digo.

— ¡No! Déjame en paz. Imbécil.

—Ya te dejé revolarte en tu mierda innecesaria durante dos semanas. Es mi turno de actuar...soy tu mejor amigo.

Jongin ante las últimas palabras afloja su mano en la perilla de la puerta y por primera vez mira a los ojos a su amigo. Sehun no le está dando una mirada de escrutinio, simplemente le está dando la misma mirada de cuando le conto la noticia.

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Ni siquiera iba salir esta noche

Pero necesito sacarte de mi mente.

El sabor ahogante del vodka raspa su garganta en el primer trago y luego el segundo, tercero y cuarto vaso se siente dulce y refrescante cuando bajan por completo a su estómago.

Un toque y me enciendo | KaibaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora