Rubén se encontraba cansado pero no tenia sueño, ni siquiera sabía si tenía sueño o no, se sentía muy raro y un poco atontado sobretodo por no haber pegado un ojo en la noche, pensó que si se entretenía jugando no le daría tiempo a su mente a que en el silencio de la noche se la de con llenarse de pensamientos sin sentido que seguramente se le harían difícil de controlar. Tenía sus pastillas para dormir pero ¿Por qué debía depender de las mismas todos los días?, sabía bien que para dormir debía mantener una mente relajada y no darle vueltas a problemas, esa era la solución pero siempre le costó. No podía creer como es que se había logrado dormir, la anterior noche, en la casa de Miguel. En ese momento solo se recostó y aunque sus pensamientos se adentraron un poco a algunas cosas, se logró dormir. Pero había una diferencia, antes de dormirse en lo que pensaba era en aquella mano en su mejilla y aquella mirada tan simple y delicada del chico acostado en la cama. No hubo pensamientos negativos, pero ahora lo negativo era que estaba confundido y no comprendía porqué o no quería meditarlo.
Mientras estaba acostado en su cama, sentía que no podía lidiar con lo que raramente algo lo hacía avergonzar sin explicación.
Y cuando ayer lo había hecho marchar de su casa ¿Qué fue eso? ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué sentía que no podía verlo? Eran muchas preguntas que no podían dar respuestas o las respuestas quizás estaban más cerca de lo que imaginaba pero no quería encontrarlas, era como si intentara escapar.
Con una mente agotada por desvelarse, logra aunque sea dormirse un rato.
…
- ¿De queh hablaban? – Miguel se acerca a Ana y Alex para unirse a su conversación mientras sostenía su bebida y abría la mochila para sacar el dinero.
- Nada importante – Alex contesta simulando que el ambiente era por demás aburrido.
- Lo que él dijo – Ana le atiende muy tranquila como si aquella pregunta y su respuesta al molesto chico a su lado, nunca hubiese pasado.
Alex sabía bien que no debía meterse pero se sentía perturbado el no poder hacer algo sin arruinarlo…
- Por cierto ¿Qué tal Rubén? ¿lo viste ayer? me lo encontré por el acantilado y charlamos un poco – lo mejor que podía hacer ahora era de hablar de la persona que podía darle una sonrisa a su amigo, no por maldad como teniendo un cartel diciendo “le gusta Rubén” y que lo notara la chica, pero si se daba cuenta un poco o sospechaba vendría muy bien.
Éste se gira a verle rápidamente.
- ¿Hablahte con él ayer?! – Su voz se eleva desconcertado mientras aun mantenía su billetera en su mano y se planta frente a su cara - ¿le dijihte algo? ¿hablahte de más o algo asi? Dime!
La cara de Ana era de confusión mientras los veía a ambos y escuchaba con atención. Los últimos clientes se habían ido por lo que estaban solo ellos tres y así ahora podía centrarse solo en ellos.
- ¿Qué? – Alex se aleja un paso hacia atrás viendo los ojos de Miguel que se veían preocupados – solo tuvimos una charla común y corriente, no pasó nada y luego se marcho a casa ¿Por qué lo preguntas?
- Ah… - se tranquiliza y despeina un poco sus cabellos – perdón poh alterarme así es que penséh que había pasado algo como la anterior véh. Ayer fui a su casa pero él no quizoh abrihme y entendí que necesitabah espacioh, me dijoh que cuandoh quisiera que vendriah él a buscarme. Si dices que no pasó nada entonceh me quedoh tranquilo.
- Así que no quiso verlo… - pensó el chico de baja estatura- que cobarde… - susurró muy bajo mientras no pudo evitar esbozar una delicada sonrisa maliciosa.