«Capítulo 19»

730 126 5
                                    


Jeonghan se hallaba sentado junto a Seungcheol en el porche. El cielo encima de ellos era un manto negro salpicado de lucecitas titilantes.

Durante meses, había intentado reprimir aquel océano de recuerdos para centrarse solo en el miedo que había dejado atrás. No quería recordar a su esposo, no quería pensar en él y con el dolor de su corazón, quería eliminarlo de sus pensamientos, simular que jamás había existido. Pero él siempre estaría allí, porque fue la persona que le dio mil y una razones para ser completamente feliz. Lo extrañaba, pero no al Jungjae actual, sino al antiguo, al chico dulce que lo había protegido.

Seungcheol había permanecido callado durante todo el relato, con la silla orientada hacia la de Jeonghan. El pelinegro le había hablado entre lágrimas, aunque dudaba que fuera consciente de estar llorando.

Se lo había contado todo sin emoción, casi como en un estado de trance, como si aquellos hechos le hubieran sucedido a otra persona.

El mayor sentía náuseas cuando acabó el relato. Jeonghan no podía mirarlo mientras se desahogaba. Él había oído versiones de la misma historia antes, pero esta vez era diferente. No era simplemente una víctima, era su amigo, y el chico del que se había enamorado.

Seungcheol le puso un mechón de pelo detrás de la oreja. Al notar su tacto, Jeonghan dio un respingo antes de relajarse. Lo oyó suspirar, cansado de hablar. Cansado del pasado.

—Hiciste lo correcto al marcharte —adujo él, con un tono suave. Comprensivo.

El menor necesitó un momento para hacer acopio de fuerzas y responder.

—Lo sé...

—Tú no tienes la culpa de nada.

Jeonghan clavó la vista en un punto lejano en la oscuridad.

—Sí que la tengo; me lo busqué. Yo lo elegí, ¿recuerdas? Y me casé con él... Siendo tan jóvenes. Pero en serio quería darle un cambio a mi vida, y parecía que él también. Por eso nos casamos. Además, yo era feliz, hasta que fallecieron sus padres... Sé que no tiene la culpa y que actuaba sin estar dentro de sí mismo, pero yo dejé que pasara una vez, y luego otra, y después ya fue demasiado tarde. Seguí cocinando y limpiando la casa para él. Me acostaba con él cada vez que quería. Incluso procuré hacer que crea me encantaba acostarme con él, porque si no lo hacía, él podría deprimirse y vendría otro ataque de los que les daba... Pero me era imposible, cada vez que actuaba normal, había una leve esperanza dentro mío que me decía que ya no me haría más daño, que ya estaba curado, pero no fue así.

—Hiciste lo necesario —lo reconfortó Seungcheol, con una voz serena.

Jeonghan volvió a quedarse callado. Los grillos cantaban en el bosque.

—Jamás pensé que me pudiera pasar algo así. Mi padre era un alcohólico, pero no era violento. Yo me sentía tan... desamparado. No sé por qué dejé que pasara.

La voz de Seungcheol era suave.

—Porque lo amabas mucho, y no querías aceptarlo. Porque creíste en él cuando te prometió que no volvería a pasar. Porque él gradualmente se fue volviendo más violento y desconfiado, tan poco a poco como para que tú estés esperanzado en que cambiaría, hasta que al final te diste cuenta de que eso nunca iba a suceder.

El pelilargo escuchó sus palabras; inspiró hondo y bajó la cabeza mientras sus hombros subían y bajaban a causa de los sollozos. Su angustia era tan patente y desgarradora que a Seungcheol se le cerró la garganta con rabia al pensar en todo lo que había tenido que soportar y con tristeza al ver que aún seguía atrapado en aquella pesadilla. Quería estrecharlo entre sus brazos, pero sabía que en ese momento estaba haciendo precisamente lo que le pedía: que lo escuchara. Lo veía tan frágil, tan vulnerable.

Pasaron varios minutos antes de que se calmara y dejara de llorar. Tenía los ojos rojos e hinchados.

—Siento haberte contado todo esto —se disculpó, con la voz entrecortada—. No debería haberlo hecho.

—Me alegro de que lo hayas hecho.

—La única razón por la que he decido hacerlo es porque ya lo sabías.

—Lo sé.

—Pero no necesitabas saber los detalles de lo que me he visto obligado a hacer.

—No pasa nada.

—Odio lo que le pasó, él no lo merecía —soltó—. Pero también me odio a mí mismo. Por eso he intentado decirte que es mejor que no iniciemos una relación. No soy la persona que creías. No soy el chico que crees que conoces.

Estaba a punto de romper a llorar de nuevo. Seungcheol decidió ponerse de pie. Le ofreció la mano, invitándolo a levantarse también. Jeonghan lo hizo, pero sin atreverse a mirarlo a los ojos. Él habló con una voz suave.

—Escúchame, Minki. No hay nada que puedas decirme que cambie lo que siento por ti. Nada —con el dedo índice, le alzó la barbilla. Al principio, Jeonghan se resistió, pero acabó por ceder y lo miró a la cara—. Porque tú no tienes la culpa de nada. Absolutamente de nada. Tú eres la persona que he conocido. La persona que quiero.

Jeonghan lo estudió, deseando creerlo, con la certeza de que él le estaba diciendo la verdad, y sintió cierto alivio en su interior. Sin embargo...

—Pero...

—No hay peros que valgan —lo atajó él—. Porque no hay ningún pero. Tú te ves a ti mismo como alguien que no podía escapar. Yo veo al chico valiente que escapó. Tú te ves como alguien que debería avergonzarse o sentirse culpable por haber "permitido" que su esposo sufra de tales ataques de descontrol. Yo veo a un chico con un gran corazón que intentó quedarse con él para ayudarlo. No hay muchas personas que tengan la valentía para hacer lo que tú has hecho. Eso es lo que veo ahora, y eso es lo que siempre veo cuando te miro.

Jeonghan sonrió.

—Me parece que no te iría mal ir al oculista.

—No permitas que mi cara de niño te engañe, precioso. Tengo una vista de lince —se acercó él, asegurándose de que Jeonghan no se sintiera incómodo con aquella excesiva proximidad, antes de inclinarse hacia delante para besarlo suavemente. Con amor—. Siento tanto que hayas tenido que vivir esta pesadilla...

—Todavía no se ha acabado...

—¿Porque crees que él te está buscando?

—Sé que me está buscando. Y nunca dejará de hacerlo —hizo una pausa—. No está bien de la cabeza...

Seungcheol reflexionó unos instantes.

—Sé que no debería preguntártelo, pero... ¿Nunca se te ocurrió llamar a la Policía?

Los hombros de Jeonghan se derrumbaron levemente.

—Sí, llamé una vez.

—¿Y no hicieron nada?

—Vinieron a casa y hablaron conmigo. Me convencieron para que no lo denunciara...

Seungcheol se quedó atónito.

—No tiene sentido.

—Para mí sí —se encogió de hombros—. Jungjae me avisó de que de nada me serviría llamar a la Policía.

—¿Y cómo podía estar tan seguro?

Jeonghan suspiró, pensando que lo más conveniente era explicárselo todo.

—Porque él es inspector de Policía —confesó. Levantó los ojos hacia Seungcheol—. En el Departamento de Policía de Seúl. Y él no me llamaba Minki —sus ojos dejaron ver su desesperación—. Me llamaba Jeonghan.

My Haven ➳ JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora