«Capítulo 22»

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Flashback

Una fina capa de nieve cubría los patios formando un brillante manto sobre el mundo que se extendía más allá de su ventana. El cielo, que el día anterior había sido gris, se había trocado en un cielo azul claro, aunque la temperatura seguía por debajo de los cero grados.

Era domingo por la mañana, el día después de la peluquería. Todavía sentía punzadas en la espalda, que irradiaba el dolor desde los omóplatos a la parte lateral de las piernas. Ese dolor lo había mantenido despierto durante horas mientras Jungjae dormía plácidamente a su lado, abrazándolo con suavidad. Con cuidado movió el brazo de su esposo, y se deslizó para salir de su cama.

Después de verlo dormir unos minutos, pensando en todo lo que había pasado y lo que iba a pasar, finalmente cerró la puerta de la habitación tras él. Avanzó hasta la cocina recordándose a sí mismo que dentro de un par de días todo se habría acabado, pero tenía que ir con sumo cuidado para no despertar sospechas ni cometer algún fallo. Jungjae tenía que ir a trabajar después de comer a pesar de que era domingo, y Jeonghan sabía que no tardaría en levantarse de la cama.

La casa estaba fría y se puso una sudadera sobre el pijama. Recordaba que al castaño le encantaba verlo así por las mañanas. Incluso no se peinaban el cabello porque querían contemplarse tal cual. Sin embargo, esos son solo recuerdos al día de hoy.

Encendió la cafetera y puso la leche y el azúcar en la mesa, junto con mantequilla y la jalea de uva. Colocó los cubiertos en su sitio y una taza de agua helada junto al tenedor. Después, metió dos rebanadas de pan en la tostadora, sacó tres huevos y los dejó sobre la encimera, para poder disponer de ellos rápidamente cuando los necesitara. Cuando todo estuvo listo, empezó a freír tiras de panceta. Chisporroteaban y saltaban en la sartén cuando Jungjae entró en la cocina.

—Buenos días, amor —saludó con la voz era tranquila y dulce.

—Buenos días —contestó el rubio sonriendo.

Tomó asiento en la mesa vacía y bebió el vaso de agua, y el mayor le sirvió una taza de café.

—¡Wow! Anoche estaba muy cansado —comentó—. ¿A qué hora nos fuimos a dormir?

—¿A eso de las diez? —respondió, inseguro. Colocó la cafetera junto al vaso vacío del castaño—. No era tan tarde, pero has estado trabajando mucho y sé que estás cansado.

—Siento lo de anoche... En serio que no quería hacerlo.

—No pasa nada. El desayuno estará listo dentro de un par de minutos.

Frente al fogón, volteó la panceta con un tenedor. Cuando estuvo crujiente, sirvió tres trozos en el plato de Jungjae y tres en el suyo. Limpió la sartén con una servilleta de papel, y volvió a untarla con aceite en spray. Tenía que prepararlo todo con celeridad, para que la panceta no se enfriara. Puso la tostadora en marcha y rompió la cáscara de los huevos. La sartén todavía estaba caliente y los huevos se freían con rapidez. Les dio la vuelta una vez antes de servir uno en el plato de Jungjae y uno en el suyo.

Se sentó delante de él a la mesa. Jungjae untó una tostada con mantequilla y añadió jalea de uva antes de romper el huevo con el tenedor. La yema se desparramó por el plato como un charco de sangre amarilla y mojó la tostada.

—¿Qué vas a hacer hoy? —le preguntó y usó el tenedor para cortar otro trozo de huevo.

—Pensaba limpiar las ventanas y hacer la colada —respondió Jeonghan.

—Probablemente también tendremos que cambiar las sábanas, ¿no te parece? —comentó él riendo y levemente ruborizado.

Justo como antes.

My Haven ➳ JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora