Cita a ciegas

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"Cita a ciegas"

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Por: Kay CherryBlossom


—¿Tú qué opinas? —preguntó Mina mostrando su tercer outfit. Este era un vestido negro ceñido al cuerpo, que ahora exhibía un escote peligrosamente pronunciado. Antes no le quedaba así, pero en el último año había ganado kilos y se le habían ido a la delantera y los muslos... afortunadamente.

Artemis se estiró perezosamente en respuesta y le dio la espalda obstinadamente. Su dueña le hizo un puchero al reflejo.

—Tienes razón... es demasiado provocativo, y no quiero parecer una urgida —se convenció sola, aunque quizá sí lo estuviera y su subconsciente la traicionaba. El gato no movió ni la cola, ni la oreja. Vamos, ni un pelo. Aquel gato blanco la acompañaba desde su adolescencia y era muy celoso, cada que se aparecía un masculino en su apartamento le bufaba o le arañaba las pantorrillas. Y era lógico que hoy estaría de tan mal humor. Ya se olía sus intenciones.

No es que le abundaran prospectos en su apartamento últimamente de todas formas. 

Ese pensamiento la fastidió y la impulsó a partes iguales.

Abrumada, se sacó el vestido y se puso unos vaqueros ajustados y desgastados de ésos medio rotos de las rodillas, y arriba eligió un top de tirantes igual en negro con un estampado brillante que decía "Girly". Afortunadamente, aún estaba en la plenitud de su veintena, así que podía lucir ésas cosas todavía sin parecer una payasa desubicada. Reemplazó los stilettos por unos botines y se sacó ése labial color rojo-fulana. Los ojos los dejó así, ya que eran su fuerte. Tenía unos ojos grandes y muy azules, y se le veían bárbaros con ése delineado tipo "gato" en negro. Antes de salir, se echó una última mirada al espejo. Bien. No tenía nada que temer. Sabía que en alguna parte de su recelosa apariencia de ex novia dejada, aún era una chica divertida y guapa. Todo estaría bien.

Debería estar loca de contenta. Era un sábado por la noche, y tenía una cita. Pero no lo estaba, porque no era precisamente una cita convencional. ¿El detalle? No sabía con quién iba a salir. Aunque hay que admitir, a éstas alturas, ya no le importaban mucho los convencionalismos. Quería salir, conocer, tener un maldito desliz con alguien sin evitar compararlo con su ex novio o sentirse culpable. Ya ni siquiera ya le importaba enamorarse. Su corazón astillado creía que eso lo tendría vetado por un buen tiempo, pero una buena conversación, unos buenos tragos o incluso un buen sexo ocasional parecía la medicina perfecta para avanzar o al menos, subirse el ego.

Si sus amigas supieran lo que estaba haciendo, seguramente la regañarían. Pero ellas no la entendían. Porque todas tenían novios geniales, y además ya estaba grande para eso. Tampoco era idiota, no se iría de paseo con un asesino serial.

Hace meses, en un lapsus demencius, Mina se dio de alta en una aplicación en línea para citas. Sí, sí, sonaba a cuarentona desesperada... y ella no era cuarentona, pero una parte de ella sí estaba desesperada. El instinto de la curiosidad, (y su ego herido por mirar unas fotos de su ex novio en Facebook pasándola bomba en un bar de Europa) la orillaron a eso. Charló por chat con varios tipos. Unos normales, otros aburridos. Otros daban miedo y otros incluso risa. Justo cuando estaba a punto de darse de baja porque un sujeto le pidió un close up de sus senos, apareció Cool_Boy. Ése era su sobrenombre. Saludó normal, sin hacerse el chulo ni desesperado por sexo. No pidió fotos raras ni dijo nada escandaloso. Y así fue por varias semanas, así que Mina continuó hablando con él por chat privado e ignoró a los demás fenómenos.

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