En cuanto a situaciones incómodas, Lan WangJi estaba acostumbrado a verlas producidas por el incesante parloteo de Wei WuXian, por sus ideas locas, su falta de tacto al hablar, su griterío constante, sus bromas desvergonzadas y sus propuestas indecentes. Lo que sin duda no se habría esperado nunca, pero nunca jamás, es que la situación más rara y embarazosa de todas la fuese a producir su silencio.
Envuelto en una cálida manta, con la espalda apoyada contra su pecho y las piernas sobre el regazo de Jiang Cheng, Wei Ying miraba en dirección a su hermano como si el gotelé de la pared del salón tras este fuera la cosa más interesante del mundo. Estaba más dormido que despierto, algo drogado por las pastillas que le había recetado el médico y completamente callado. Llevaban tres horas exitosas de silencio sepulcral con él mudo como una tumba. De alguna forma, estaba cómodo y calentito dentro de su propia molestia, por supuesto. Hacía un par de días se había pillado una gripe tremenda y, entre otros síntomas, se había quedado completamente afónico. A causa de eso, los otros dos universitarios le habían prohibido abrir la boca hasta que pudiera estar más de veinte minutos sin tener un ataque de tos. Pero claro, eso tenía sus consecuencias. Estando los tres en la misma habitación, si no hablaba Wei WuXian, allí no hablaba nadie. Por alguna razón, Jiang Cheng no lo tragaba. El estudiante de derecho tenía la teoría de que eran celos, una especie de manifestación del miedo de que pudiera arrebatarle a su hermano. Pero vamos, que no le caía bien y el sentimiento era mutuo hasta cierto punto. No es que le tuviera algún tipo de rencor ni nada por el estilo, pero lo brusco que era le estresaba y le molestaba. Aunque sabía que quería —adoraba— a su hermano mayor, ser un poco más cuidadoso con Wei WuXian no iba a matarle, ¿verdad? Así que, sí, las mismas tres horas que llevaba el de biomédica sin pronunciar ni una sílaba eran las mismas que llevaban sin mantener una conversación.
Pero ¿y qué hacían los tres ahí? A ver, por parte de Wei Ying la cosa era obvia, no se iba a ir a trabajar con fiebre y la garganta destrozada. Lan Zhan quería cuidarle, quería estar a su lado cuando se ponía enfermo —cosa que, la verdad, casi nunca pasaba, pero cuando pasaba era explosivo— y quería ayudarle a recuperarse y a sentirse mejor incluso cuando sabía que no le necesitaba para reponerse el solito. Con Jiang Cheng la cosa era similar, pero sustituyendo el amor romántico por su fuerte vínculo fraternal. El problema con él era su orgullo. No era capaz de reconocer que estaba preocupado por su hermano y que también quería cuidarle, así que en su lugar había preferido gruñir excusas a cerca de como ese también era su piso y que no se iba a ir solo porque WangJi estuviese de visita, que ya bastante hacía yéndose al cine a regañadientes cada vez que Wei WuXian le suplicaba un poco.
Y, ya de paso, preparaba vasos de leche con miel cada cinco horas aproximadamente, cuando le daban ataques de tos fuerte.
-Me aburro. -Masculló Wei Ying con una voz ronca completamente rota que daba pena oír, para horror de su novio y su hermano-. Por favor, ¿podéis... -tres toses le interrumpieron al pronunciar-, podéis contarme algo? O poner una película aunque sea.
-Cierra la puta boca. ¿Qué habíamos dicho de hablar?
Gruñendo sin palabras, el de ingeniería le enseñó a su hermano el dedo corazón.
-Wei Ying, tu hermano tiene razón. No hables.
En voz suave, Lan Zhan trató de convencerle para que mantuviese el silencio. Quizá el punto de esas tres horas de quietud habían sido precisamente que había estado medio dormido. Sin embargo, a su novio y a las agradables caricias sobre sus brazos no podía negarse. Después de poner los ojos en blanco, Jiang Cheng compartió con él una mirada que casi parecía conciliadora. Eso debió haber sido un espejismo.
-En fin... Si prometes no hablar, ponemos algo en la tele. ¿Te vale?
"Que te jodan." Escribió Wei Ying en la pantalla del móvil, antes de enseñárselo a su hermano. La cara del de exactas se avinagró todavía más con el siguiente pantallazo. "Quiero una conversación interesante. Contadme cosas."
-Wei Ying...
En dirección a su novio, el enfermo esbozó una sonrisa que, de no haber estado en esa situación, habría sido hasta coqueta. Jiang Cheng dejó escapar un grito frustrado y Lan Zhan posó en la frente ajena un beso cargado de desesperación, nerviosismo y torpeza. No sabía qué hacer y, la verdad, lo odiaba.
Al final, tras diez minutos largos, el estudiante de matemáticas cayó en la resignación.
-Y bueno... ¿tu hermano qué tal está?
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Kissing [WangXian] [Mo Dao Zu Shi fanfic]
FanfictionA veces los abrazos se quedan cortos. Los besos también suelen, por eso a Wei WuXian le gustaba tantísimo pasar a palabras mayores, pero los besos es verdad que suelen ser capaces de dar una mejor definición del estado de una relación. ¿Eran amigos...