Capítulo 29

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Sus besos húmedos y apasionados encendían fogosidad en mi cuerpo, su mirada nublada de deseo me invitaba a sentir algo que solo había experimentado dos veces en mi vida y Adrien había sido el causante de lo anterior

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Sus besos húmedos y apasionados encendían fogosidad en mi cuerpo, su mirada nublada de deseo me invitaba a sentir algo que solo había experimentado dos veces en mi vida y Adrien había sido el causante de lo anterior.
Me senté sobre su cuerpo mientras él se acomodaba sobre la cama conmigo encima. Quitó mi campera y la tiró al suelo junto con la suya, comenzó a dejar un sendero de besos sobre mi cuello y así dio la vuelta para dejarme debajo de él. Sonrió, sabía que ahora yo estaba en su poder.

—Déjame decirte que he estado esperando esto desde que te vi en esa maldita subasta— confesó entre jadeos—. No te vayas como la última vez— me dijo al oído.

—No lo haré, Adrien— respondí tensándome ante sus caricias sobre mi sostén.

Y estaba más que claro que iba a pasar, aunque mi corazón acelerado no era solo excitación, si no también miedo y nerviosismo que me carcomía por dentro. Era mi primera vez y por más que quería tranquilizarme, sabía que iba a doler y que Adrien no iba a ser muy piadoso a la hora de estar unidos.
Acarició mi rostro y tiró su camisa a alguna parte de la habitación.

—¿Estás bien?— preguntó besándome con ternura.

—S..si— respondí agitada. Detuvo los besos y caricias, me miró con detenimiento.

—No seguimos si no quieres.

—No he dicho eso Adrien— dije sin siquiera mirarlo.

—Hey, no te estoy obligando— pasó su mano por toda la extensión de mi pierna—. Es en serio, podemos dejarlo aquí.

—No será como la otra vez— dije.

—Marinette, te repito, no te estoy obligando. Dejémoslo aquí, ¿si? Puedo esperarte, pero no más que hasta la luna de miel.

—Adrien no tienes que esperarme, te he dicho que si— dije en un grito.

—Tranquila— procedió a besar mis labios—. Sin presión, cariño— levantó mi remera hasta donde se encontraba el sostén—. Te queda a la perfección— me halagó sin pensarlo dos veces. Le dediqué una sonrisa y le planté un beso sobre sus labios.

—Ya no pares, Adrien— dije excitada. Sonrió para seguir con su juego de besos y caricias.

—Tus deseos son ordenes, princesa— besó mi ombligo haciéndome estremecer—. Pero debes esperar, todo a su debido tiempo— repitió la acción anterior—. Vamos, quiero oírte pedir por mi— susurró mientras desprendía su pantalón.

Tres golpes secos en la puerta hicieron a Adrien fruncir el ceño. ¿Quién interrumpía esta vez?

—Hagamos como que no pasó nada— dijo antes de seguir. Dos golpes más lo hicieron gruñir y mi paciencia se agotaba—. ¿QUIÉN?— gritó enojado.

—Luka— dijo del otro lado de la puerta.

—¿Qué coño hace este aquí?— me preguntó como si yo supiera.

La Bella y la Bestia [AU Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora