Ángel guardián

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En un mundo dónde las soulmates existen, es de ley que algún día todos se cruzan y se encuentran con su alma gemela.

Nadie sabe como funciona ahora el universo pero de alguna u otra forma los seres humanos se dieron cuenta de que todos estaban destinados a encontrarse con una persona que se supone te cambiará la vida.

Aquí es en dónde entra lo interesante. Cada pareja contaba con distintas características de conexión.

Por ejemplo, algunas parejas contaban con alguna conexión telepática, algunos otros compartían manías y hábitos así cómo alguna característica física.

Eran características al azar.

Cuando naces, las conexiones son débiles, casi nulas y con el paso de los años esas conexiones se hacen más fuertes hasta que finalmente te encuentras con tu alma gemela.

No había límites, sólo quedaba esperar a que el destino hiciera su jugada y pusiera a esa persona frente a ti para que tú hicieras el resto.

Kagami en especial no estaba entusiasmado con cruzarse con su alma gemela, pero tenía curiosidad de que clase de persona podría ser.

Con 10 años de edad un día en su espalda aparecieron un par de hermosas alas blancas.
Tiempo atrás, antes de que crecieran las alas, podía ver que por dónde caminaba a veces aparecían plumas blancas y brillantes pero un día sin previo aviso aparecieron. Ni hubo dolor o molestia alguna.

Corrió a contarle a su mamá sobre su descubrimiento pero se llevó una enorme sorpresa cuando su mamá le contestó que no podía ver nada.

El niño estaba seguro que estaban ahí, podía sentirlas y moverlas a la perfección, no estaba loco y tampoco estaba mintiendo.

Su mamá se rio suavemente y le acarició la cabeza, se agachó para quedar a su altura y sonrió dulcemente.

- Taiga, te creó, pero no es malo que no pueda ver tus alas, eso significa que ese es tu vínculo con tu alma gemela. Cuando te encuentres con alguien con unas bellas alas cómo las tuyas sabrás que esa persona está destinada para ti.

En ese entonces Kagami no lo comprendió del todo y ladeó su cabeza hacia un lado.

- ¿Pero por qué tienen que ser unas alas? - preguntó el niño.

- Quizá... Puede que la otra persona necesite un ángel en su vida.

Y hoy con 16 años Kagami recordaba felizmente las dulces palabras de su madre. Había tenido que dejar América para estudiar en Japón cómo su padre le había ordenado.

Sin rechistar ni reclamar hizo lo que se le ordenó y partió a Japón. Su madre era Japonesa y su padre Americano por eso el idioma no era un problema, había estado en Tokio un par de veces cuando era niño y fue después de su visita a Japón cuando sus alas aparecieron.
Quizá era sólo un presentimiento pero sentía a su alma gemela muy cerca.

Cuando piso tierras niponas las cosas se tornaron extrañas, sintió un escalofrío recorrerle la espalda y  su piel se crispó.

Suspiró profundamente y trató de ignorar aquella sensación, se dirigió a su departamento, y mientras caminaba bostezo con suma pereza. Se congeló, no sentía sueño ni mucho menos cansancio, eso lo tomó por sorpresa.

Perturbado, llegó a su departamento y dejó su maleta en la entrada. Su departamento era de su padre y estaba amueblado con lo necesario, también estaba limpio, y tanto el refrigerador como la alacena estaban surtidos listos para usarse.

Kagami suspiró con derrota e ignoró lo que antes había sucedido, fue a la cocina para lavarse las manos y prepararse la cena, estaba muriendo de hambre.

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⏰ Última actualización: Sep 11, 2019 ⏰

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