Oųr ʂɬorყ ➳ KookGi

21╳ Solo acurrúcate, aquí estoy

26 de Abril

Esta semana había sido de las peores en la vida de YoonGi. Desde que las peleas con JungKook iniciaron, no había podido concentrarse en sus clases, no podía dormir por las noches, se saltaba una que otra comida y rara vez sonreía.

Se habían distanciado completamente, a tal punto de que cuando el menor veía que se acercaba el pálido, el primer mencionado apenas si le dirigía la mirada, haciendo que de inmediato, YoonGi se sintiera culpable y totalmente herido. No le agradaba esa sensación, tenía tiempo que no la sentía gracias a los momentos lindos y adorables que tenía con Jeon que por desgracia, esos bellos y conmemorativos momentos pasaron a ser recuerdos agridulces que hacían que sus pequeños y felinos ojos se llenaran rápidamente de lagrimas.

Él quería disculparse, quería hablar con el azabache y decirle lo mucho que lo extrañaba, pero ¿cómo? No tenía idea, lo único que cruzaba todo el tiempo por su mente era la adorable sonrisita con dientes de conejito de su pareja «si es que aún lo era».

La relación que mantenía con este había sido capaz de levantarlo y demostrarle lo hermosa que era la luz, porque es imposible salir de entre toda la oscuridad sin que alguien te ayude mostrándote el camino. Podría decirse que Jeon fue de las únicas personas que lo ayudaron y lo salvaron de su propia autodestrucción aunque ahora, era el mismísimo JungKook el que lo destruía de poco en poco.

YoonGi una vez leyó en algún sitio de internet que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores. Uno con el que te casas o vives para siempre, posiblemente el padre o la madre de tus futuros hijos... esa persona con la cual consigues sentirte satisfecho a la vez la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a esta.

También dicen, que existe un segundo gran amor, una persona que perderás siempre. Alguien con la cual naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán siempre obtener un final feliz. Cierto día, sea tarde o temprano dejaras de intentar algo con aquella persona, te rendirás y buscaras a alguien más que terminaras encontrando.

Al leer aquella información, su cabeza dio vueltas y vueltas por aproximadamente una hora.

¿Sería JungKook uno de sus grandes amores? No lo sabía pero a la vez temía pronto averiguarlo.

Los seres humanos se preguntan el porqué de las cosas, solo sé sabe que lo inevitable siempre ocurrirá en algún momento. Eso es a lo que llaman destino.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar la voz de su progenitora del otro lado de la puerta de su habitación.

Suspiro pesado y hablo:

—¿Qué sucede? —dijo sin ganas, se acurrucó más en las gruesas mantas de su cama haciéndose un ovillo. Oyó la puerta abrirse.

—Tú padre y yo vamos a salir a comprar unas cosas, ¿quieres venir con nosotros? Podemos comprar brochetas de cordero si gustas. —a YoonGi le pareció tentadora la idea, pero el hecho de no salir de su cómoda cama en todo el día, lamentablemente no era negociable.

—No tengo hambre, mamá. Gracias. —su voz apenas si salió audible. Jalo más la sabana tapando así su rostro, no deseaba que su madre lo viera tan destruido.

—Yoonie, has estado comportándote extraño toda la semana... ¿ocurre algo malo, pequeño? —el nombrado hizo un ruido negatorio. —¿Entonces por qué estás así? —la mayor acaricio los rebeldes cabellos que sobresalían de las mantas.