capítulo único

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My Little Children

Sangre, dolor, traición, terror, ruegos.

El crepitar de las llamas alzándose, inclemente, los gritos y sollozos, aunado a los rugidos, podrían helar la sangre de cualquiera.

Pero a ellos no. Ellos continúan, ignorando las suplicas del que alguna vez fue el heredero de esas frías tierras. Los ruegos de las maravillosas criaturas con las que convivieron en paz por pocos años.

El dolor que lacera su cuerpo no es nada comparado al dolor que le provoca ver la barbarie cometida.

Una noche que se supone debe ser para festejar, para celebrar.

Un Samhain manchado de sangre.

Lágrimas cristalinas cruzan su pálido rostro, mezclándose con la sangre seca. La luz de las llamas le hacen ver más demacrado, el enredado cabello castaño-rojizo pegado a los costados de su rostro, los otrora brillantes ojos verde musgo opacados.

El llanto de un bebé, el rugido de un pequeño dragón, dos, tres. Inexistente, latente solo en su cabeza. El horror removiendo sus tripas, la bilis quemando su garganta.

Y él solo puede sostener su maltratado vientre, gritar y sollozar.

Suplicar por piedad y tragarse el odio por el crimen cometido. Presionar contra la herida e ignorar la sangre.

Escamas negras y piel blanca. Alas y bracitos, cascarones y placenta, garritas y manitos, cabezas, cuernos. Regado frente a sus ojos, el fuego lamiendo algunos restos, las risas y los insultos, el apagado rugir del que alguna vez fue una bestia imponente.

Abominación.

La palabra escupida con odio y repugnancia, bailando frente a sus ojos.

Luego, el silencio.

Todo el ruido, la música, las risas, los escupitajos y los golpes se detienen de pronto.

Dos pares de ojos verdes parecen apagarse al mismo tiempo, los débiles corazones acompasados al compás de una melodía tocada por el viento, que arrastra las cenizas y el dolor. La brillante luz de luna acariciando adolorida los cuerpos mutilados de criaturas no natas e inocentes crías recién nacidas, llorando lágrimas plateadas sobre el cuerpo maltratado y ultrajado de la madre.

Niños inocentes arrancados del ceno protector de su progenitor. Un acto inhumano cometido por el hombre, los dioses mirando a un lado, no es su problema después de todo.

Y la vida de dos seres, un humano y un dragón, se escapa en un suspiro, que es sostenido por la luna y las estrellas, una explosión de colores en el firmamento que solo los ojitos aún inocentes de dragones y niños pueden ver.

El velo removido.

El fuego se desborda y rodea los cuerpos. Uno pequeño y delicado, de piel marfileña y alma de niño, el otro imponente, negro como la misma noche y cubierto de poderosas escamas.

Se extiende a lo largo de la hierba seca, propagándose con una velocidad vertiginosa por todo el pueblo, provocando pánico en medio de la celebración.

Los cuerpos presuntamente consumidos y ultrajados dejados en el olvido.

Nadie se percató que, en realidad, el fuego ni siquiera había tocado a ninguno, y que sombras los arrastraron lejos del horror vivido, que nunca será olvidado.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2023 ⏰

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