Cada centímetro de su rostro se endurece, incluso, sentí tanto miedo en ese momento de que me golpeara.
— Salgan —dice sin despegar su mirada de mi. Los dos hombres salen menos la chica, pero con solo una mirada de él ella se dispone a salir pero no sin antes mirarme.
— Me voy a llevar esto —dice la chica recogiendo la tapa de inodoro y llevándosela.
Él cierra la puerta con fuerza y no puedo evitar asustarme pero no me muevo de ahí, ¿adónde iría? ¿A la otra esquina?
— Comencemos de nuevo —sonríe, como si nada estuviera pasando y me dan ganas de clavarle todas mis uñas en su cara—. Soy Dante, y estoy aquí para que tu estés a salvo —termina de decir mientras me estrecha su mano.
— ¿Y que quieres de mi, Dante? —no le estrecho mi mano, no me voy a echar para atrás, no seré de esas personas que se arrepienten por no haber hecho algo.
No voy a caer.
— Quiero que cooperes, porque no quiero obligarte aunque, no estaría mal doblegarte —sonríe, ansioso y no sé porque.
— Entonces es el momento de decirte que solo perderás tu tiempo, porque yo no me dobleglo ante nadie —cada una de mis palabras sale con ira retenida, una que carga y que carga y explotará.
De su parte, recibo una cachetada. Él aprieta mi cabello en su puño y con su otra mano aprieta mi quijada, siento dolor, siento como quiero llorar pero otra vez no puedo y que bueno.
— Tu estancia aquí será muy larga, lo suficiente como para doblegarte y más —cuando trata de dejar un beso en algún lado de mi cara le escupo sangre ya que mi boca tiene algunas heridas.
— Púdrete —intento safarme de su agarre pero solo sonríe y sigue apretando más fuerte, al punto de sacarme un quejido.
— Justo así —me suelta con brusquedad y caigo de espalda al suelo— y por tu mal comportamiento te quedarás un par de días aquí, en tu nuevo hogar —me da una última mirada y se va, cerrando la puerta con fuerza.
Me arrastro hasta la pared y ahí me quedo, siento todo tipo de emociones.
"No llores Cassandra, es eso lo que quiere, que te rompas de a poco. Recuerda que tu eres fuerte, recuérdalo"
Así pasan algunas horas, en las que tuve que usar el inodoro, traté de limpiarlo con los trapos que estaba en "la cama", pero no lo conseguí.
Con cierto dolor en mi cuerpo me acuesto, pero no duró mucho en esa posición, asi que me siento y me recuesto en la pared, recordando.
— ¡Ahh! —Claribel grita emocionada cuando descubre lo que hay dentro de la caja, no puede aguantar la emoción. Lloró y yo lo hago también al ver tanta felicidad.
Dejo de grabar con la cámara y voy hacia ella, mientras nuetros padres están viendo todo, y toda esa felicidad por un cachorro.
— ¿Como le vas a llamar? Es hembra... —es un bulldog color amarillo.
— ¡Dizie! —grita feliz, cargando a Dizie y dando vueltas.
Casi no recuerdo esa navidad, pero estoy segura de que fue una de las mejores.
¿En qué momento cambió todo? Eramos felices, no nos faltó nada y no puedo creer que el culpable sea mi papá. Simplemente no lo puedo creer.
La puerta se vuelve a abrir pero no hago nada.
— ¿No tienes con qué pegarme esta vez? Deja de hacerte la valiente que no te queda —cada palabra es con burla y esta vez, la miro.
— Simplemente no soy una sumisa como tú —digo con calma, haciendo que cada palabra le llegue.
— Te traje un poco de comida —se pone de cuchillas, deja el plato en el piso y sostiene un vaso lleno de algo— ¿Quieres agua? —me la tiende, mis ojos van del vaso hacia su rostro dudando de su buena voluntad y cuando estoy por agarrarlo solo lo aleja y se ríe.
Por supuesto que no me daría nada.
— Ahí está tu agua —después, me tira el agua fría encima y se rie. No hago nada y no por miedo, es solo una estúpida—, también tu comida.
Aplasta la comida con su zapato, como si estuviera aplastando una araña.
— ¿Porqué tan enojada, eh? ¿Es solo porqué me defendí o es algo más... personal? —pregunto poniendome de pie, estando a su altura, aunque soy un poco más alta.
— Te doy el trato que mereces —eso no responde mi pregunta, la evade —, creo que terminarás muriendo de hambre —termina de decir con una sonrisa en su rostro y yo le sonrio para atrás.
— Una persona no puede morir dos veces, supongo que no te lo habían dicho...
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En El Olvido ©
Short StoryCassandra Jenkins sintió que su vida se derrumbaría luego de haber perdido a sus padres y a su hermana pequeña en un incendio. Sentía que ya nada tendría sentido sin ellos y no tenía ganas de vivir. Pero luego llegó él para evitar que se derrumbase...