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De cómo el ampliar las amistades puede dar pie a malos entendidos.
El vaivén de los barcos la molestaba bastante. Esta vez no había tenido siquiera oportunidad de elegir ese como su medio de transporte, simplemente se lo habían impuesto las circunstancias, y ahora estaba mareada, y su incapacidad para dormir la ponía de mal humor.
Con eso en la mente, Tomoyo caminó en soledad desde su camarote hasta cubierta. Habían pasado unas horas luego de la toma de la mansión Li, y el espectacular cielo estrellado en altamar la impactó con sus placeres visuales.
Pensó en principio en despertar a Sakura, con quien compartía alojamiento y departir con ella, pero se veía tan tranquila al dormir, que desistió. Nada entre ellas había cambiado al menos en apariencia, su amistad seguía siendo fuerte y un poderoso afecto las unía, pero la inclusión de Li en sus vidas y la maduración de los sentimientos y conductas de la maestra de cartas la habían alejado un poco de ella.
Lo cierto, sin embargo, es que Tomoyo también comenzaba a buscar su propio espacio.
Sin pensárselo mucho se acercó a la borda, mirando la negrura del océano, salpicada de millones de estrellas que se bamboleaban al compás de las olas, dándole una visión idílica y exquisita del cielo nocturno.—Este es un barco mágico. —dijo Eriol de pronto, acomodándose a un lado de la jovencita— En mucho menos tiempo del que le hubiera tomado al avión llegar a Heathrow, este bebé llegará al Canal de la Mancha y finalmente entrará a Londres por el Támesis.
—Qué buen servicio. ¿En dónde estamos ahora mismo? —Preguntó curiosa ella mientras acomodaba su larga cabellera sobre su hombro.
—Es difícil decirlo. Estos barcos no navegan por la mar común... no sé como explicarte, pero mientras nos movemos, podríamos decir que estamos en el mundo y al mismo tiempo no. Es algo así como un limbo entre nuestro mundo y uno diferente, los terrenos de Poseidón. Es difícil coincidir con otros viajeros por estas aguas, y si llegáramos a perdernos, jamás nos encontrarían.
—Ya me parecía que había algo raro aquí. —Los ojos lapislázuli de Tomoyo escrutaron el cielo.Eriol sin pérdida de tiempo pasó un brazo sobre sus hombros, y con el otro señaló al firmamento, bajando un poco la cabeza para que su mirada se volviera paralela a la de ella, ambos viendo hacia el Cinturón de Orión.
—¿Puedes verlo?
—¡Está al revés! —Exclamó la chica, contrariada y atónita. Luego dedicó una expresión que de lo inocente, atravesó todas las defensas de su anfitrión inglés.Sólo entonces notaron lo cerca que estaban.
Eriol rompió el contacto con mucha elegancia, retrocedió un paso con naturalidad y volvió a concentrar sus ojos en las aguas. Tomoyo miró toda la escena con atención. ¿Qué era eso que Eriol trató de evitar mostrar con tan discreto afán...? ¿Miedo?
—¿Has viajado alguna vez a Londres?
—Una vez, cuando era pequeña. Apenas si lo recuerdo.
—Te va a gustar. Tal vez no sea tan tranquilo y luminoso como Tomoeda, pero es un gran lugar. Con gusto te llevaré a conocer todo lo que tiene para ofrecerte.
—Gracias. No puedo esperar.Incluso siendo Clow, Eriol apenas si tuvo un par de experiencias con mujeres. Kaho había sido un caso particular, porque él prácticamente no tuvo que hacer nada, ella guiaba toda la relación... esta vez cualquier avance tendría que hacerlo solo, y eso lo inquietaba un poco, pero no podía negar que algo estaba pasando, una extraña química en el ambiente, y ese espíritu en Tomoyo que no podría definir más que como "juguetón", y que se volvía manifiesto en la mirada que la chica le dedicaba, que con toda facilidad opacaba a las estrellas en el cielo.
—No te desveles mucho. —Invitó el inglés, despidiéndose y volviendo adentro de la nave.
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Odisea de los Amantes de Oriente
AdventureNo todo el progreso es positivamente bueno. Tres años después de finalizada la Heróica y Secreta Gesta de la Hechicera y el Gaijin, el mundo comienza a volverse un lugar cada vez más raro en tanto que sus secretos se van desvelando, y esta vez, Saku...