Capítulo 5: Malpaís

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Era imposible llamar a aquello plan. Todo lo que tenían era información que vender, a cambio de protección y asilo, a unas personas a las que habían traicionado en el pasado. Si bien era verdad que aquella información era justo lo que necesitaba la Última Legión para equilibrar la balanza de una guerra ya perdida, esa idea dejaba demasiados cabos sueltos como para considerarlo un plan. Principalmente porque la única posibilidad para que aquello saliera bien requería la piedad y la confianza de unas personas a las que habían fallado tiempo atrás. En la Última Legión la traición se pagaba con la vida, y tenían claro que, de haber seguido en Malpaís cuando todo acabó, sus vidas habrían llegado a su fin junto a la de aquellos que cayeron por su culpa. Así que eso hacía ya imposible que siquiera se dignasen a escucharles. E, incluso, en el hipotético caso de que, por algún capricho, les dieran permiso para hablar, jamás podrían confiar en ellos, sobre todo si llegaban a descubrir que Ada provenía de NeoLab. Si no desconfiaran de sus intenciones seguramente negarían que se quedase por ser demasiado peligrosa para ellos. Fuese como fuese, la francotiradora iba a tener los mismos problemas que sus nuevos amigos si se equivocaba con respecto a su plan.

Durante unos largos minutos después de hablar Ada, todos permanecieron en absoluto silencio meditando sobre su idea de intentar volver a Malpaís y venderles aquello que les había dicho. Era arriesgado pero quizá se les ocurriría alguna manera, una vez hablasen con ellos, de convencerles de que no tenían intenciones ocultas y que podían fiarse de ellos, que aquello lo hacían como señal de arrepentimiento. Gina, siempre desde su optimismo y positividad, apoyó el "plan" de Ada a ciegas, sin importarle los percances ni su dificultad. Nika no hacía más que darle vueltas al asunto, intentando por todos los medios atar aquellos cabos que se escapaban, pensando cómo podrían conseguir ganarse la confianza de sus antiguos compañeros, pero, a pesar de no ocurrírsele nada, acabó aceptando que debían intentarlo al menos. Xander, el grandullón, tenía claro que aquello era todo lo que tenían hasta ahora y que antes de quedarse de brazos cruzados esperando a que NeoLab o la RNM les diera caza prefería intentar eso al menos. El único que no terminó de estar de acuerdo fue Eric, pero acabó accediendo para contentar a los demás. "Al fin y al cabo yo decidí unilateralmente ese día y ellos se vieron arrastrados conmigo", pensó. "Es justo que ahora sean ellos quienes decidan qué quieren hacer". Ya habían demostrado en innumerables ocasiones que estaban preparados para decidir por su futuro. Y, hasta el momento, no les había ido del todo mal. Al menos seguían con vida.

Aprovecharon la luz del sol para conducir la caravana durante todo lo que restaba de día hasta que, cerca del anochecer, vislumbraron la cordillera que rodeaba Malpaís. Fue entonces cuando decidieron acampar y descansar una última vez, pasando la noche todavía a una hora de viaje, para decidir cómo se acercarían al fuerte sin que intentasen matarlos por el camino. Lo único que se les ocurría era atar un trozo de tela blanca a lo que antes era la antena de la furgoneta para que hiciera de bandera, y enviar a Ada, a quien no conocían, para que hablase en primer lugar con los guardias del fuerte.

-Pero solo es una niña-protestó Eric.

-Si nos ven a alguno de nosotros no dudarán en abrir fuego-contestó Nika con calma-. Es nuestra única baza, a ella no la herirán si la ven acercarse. Una vez la situación esté controlada podremos salir con la seguridad de que no nos dispararán.

-Eso tampoco lo sabemos-dijo Xander pensativo-. Es decir, que escuchen a Ada no significa que nos vayan a escuchar a nosotros. Sí, no nos verán desde la furgoneta y es posible que nos dejen pasar mientras no sepamos que estamos dentro de la caravana, pero, ¿qué pasará cuando descubran que somos nosotros? ¿Qué nos garantiza que no van a cambiar de opinión sobre no volarnos la cabeza?

-Eso no lo sabremos hasta que lo intentemos-respondió Nika de nuevo.

-Este es el plan más disparatado que hemos hecho jamás-refunfuñó Eric.

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