Francesco Faoro en multimedia
_______________________Después de aquel "agotador" entrenamiento fuimos a recoger los cachos que quedaban de los lobos.
-¡Oye! ¿Queda alguno vivo o necesitáis ser enterrados en breves momentos?-Ese comentario no les hizo mucha gracia a ninguno.
-Já, já, no le veo la gracia.-El pelirrojo se dirigía hacia mí de forma desafiante, caminando con su gran cuerpo, no tenía buenas intenciones lo sabía.
-Garci... ¡Mierda!-la morena había huido aprovechando que nadie le prestaba atención a ella- ¡Cristina García, de esta no te libras, cuando te coja vas a ver que pasa cuando me dejáis sola ante el peligro!
-Quien ríe último ríe mejor Uceda, nos has puesto en evidencia y dejado en ridículo demasiadas veces desde que hemos llegado y apenas han pasado un par de días, no vamos a dejar que te salgas con la tuya y apoderarte de esto.-Eso no tenía buena pinta, era horrible, cerraron la puerta para que no escapara, vi al irlandés correr hacia mí y gracias a dios reaccioné justo a tiempo para apartarme de su camino y correr en busca de una salida pero todos corrían detrás de mí como perros persiguiendo un conejo sin poder atraparle.
-¿Veis el por qué es bueno ser pequeña y delgadita? Así, con grandullones como vosotros, puedo escaparme fácilmente.-¿Por qué no podía mantener mi boca cerrada aun que fuese por una sola vez?Iba a morir, no saldría bien parada de esta cacería.
De repente alguien me agarró y me levantó del suelo, estaba perdida, no sabía quién era ni por qué había conseguido atraparme. Me llevaron al cuarto de materiales y me encerraron, no sin antes quedarse uno de los lobos dentro. Podía escuchar a Reynolds tras la puerta.
-No me podía oponer a todos Am, lo siento, de todas formas te vendrá bien hablar con él, ¡suerte y sobrevive hasta que vengamos luego a por tí! Te amo.-Acto seguido se oyeron los pasos de todos hacia la salida.
-¡Pelirrojo eres un carbón, me lo prometiste, me hiciste una promesa! ¡ME DIJISTE QUE NO DEJARÍAS QUE VOLVIERA A SUFRIR, ME LO PROMETISTE! Me lo prometiste Bryan.-Y empecé a llorar como nunca antes lo había hecho, no quería estar a solas con él, no sabiendo ahora que quería intentar algo conmigo otra vez.
-Amaia, necesitaba hablar contigo, lo que pasó el otro día...
Fue interrumpido por la puerta abriéndose pensaba que era un segundo lobo para vigilar que no me escapase ni le hiciese nada pero no fue así, estaba salvada ya que al levantar la mirada delante de mi se encontraba el entrenador Francesco, lo que ocurrió a continuación pasó demasiado rápido, golpeó a Silva y le dijo que no se volviera a acercar a mí, con el brasileño en el suelo sangrando por el impacto, me cogió en brazos y salimos de allí muy rápido.
Ahora es cuando recordaba quién era Francesco Faoro, su forma de cargarme en la espalda cuando estaba mal no se me iba a olvidar, mi antiguo vecino, al que siempre había considerado como un hermano mayor. No le había reconocido, era mucho más alto y más guapo que la última vez que le había visto.
-Te he echado mucho de menos Franc.-Se tensó al escuchar esas palabras, pero se relajó de nuevo al ver que había dejado de llorar.
-Así que te acuerdas ¿eh? Han pasado muchos años ya Ami.-Y me mostró una sonrisa perfecta, que destacaba más sus ojos grisáceos.
-Gracias por ayudarme tanto en ese entonces como ahora, si no me hubieras dicho que empezara a jugar al voley para calmar mi rabia, quién sabe si no estaría en la calle dando o recibiendo palizas...- Se río-.El día que te lesionaste, perdí el rumbo, desapareciste y no volví a saber nada más de ti, solo que te habías tenido que retirar, aún siendo tan joven...
-No quería que me vieras en ese estado Ami, era demasiado vergonzoso ver como las esperanzas de alguien al que admiras tanto son destrozadas, te lo digo por experiencia, así que decidí desaparecer para que siguieras con tu camino, además te sigo sacando seis años y con veintitrés años estoy en perfecto estado.-Escuchar eso hizo que me emocionara, no podía creer que hubiera hecho algo tan estúpido cómo desaparecer solo por mi bien.
-En serio, muchas gracias por todo Franc, y no vuelvas a desaparecer o empezaré a pensar que te has fugado con cualquier zorra que te ha cazado.
No pudo evitar soltar una carcajada, ese hombre era increíble, era de los pocos con los que podía bajar la guardia porque estaba más atento de lo que me podía pasar que de él mismo.
-Bueno, a lo que iba, tienes que ir a la enfermería a ayudar a los chicos, has destrozado muchos antebrazos esta mañana.-Me guiñó uno de sus ojos grises-. Aunque parece que has dejado a un entrenador bastante dolido en el orgullo y gran satisfacción en los demás que estábamos viendo.-Me volvió a sonreír, y se fue, espera, ¿había dicho que nos estuvo viendo? Si él nos vio, entonces el entrenador Kakeru y Mario probablemente también, joder la había liado pero bien.
Me dirigí a la enfermería a ver el panorama y lo que me encontré fue demasiado cómico, el inglés no podía moverse porque estaba atado a la camilla junto con tres más, los africanos estaban vendados de cuerpo entero impidiendo su avance, y los asiáticos estaban colgados de perchas.
Me daba la ligera impresión de que había sido Franc, por eso me había dicho que viniese a echarles un vistazo.
-Creo que os hace falta ayuda.
-Mmm nnn mmn
- Me lo tomaré como un sí.- Y me alegré de saber tratar las sobrecargas y los tirones.
Estuve ayudándolos uno por uno, poniendo hielo para bajar el hinchazón y un crema para que no se inflamara más, después me dediqué a tratar sus quemaduras por el suelo de madera y los moratones.
Cuando todos estuvieron listos me dedicaron una gran sonrisa.
-Estabais hechos polvo...-Me reí al recordar cómo me los había encontrado.
-Pues no somos los que peor estamos, Silva y Reynolds están bastante peor, a ellos se los lanzabas con bastante más fuerza que a nosotros, deberías ir a ayudarles también.-Dijo Mike, el inglés.
-Además de que Silva está tirado en el cuarto de materiales con el labio partido y una mejilla morada.-Era Reynolds
-Bryan Reynolds, me niego a hablar contigo después de eso que me has hecho.- Le di la vuelta y salí de la enfermería.
-Gracias por dejarme las cosas de la cura preparadas, cuando quieras hablar déjame explicarme y entrarás en razón.-Sonreí, me conocía demasiado ese maldito irlandés.
-Oye, no sabía que Uceda era tan amable y atenta, además de que se ve muy guapa ayudando a los demás y...- no alcancé a oír la voz de quien provenía la frase pero hizo que recuperara la fuerza que necesitaba para hablar con Silva, aunque el entrenador Kakeru me cogió antes de que llegara al polideportivo.
-He escuchado lo que ha pasado con Leonardo Silva, como parte de responsabilidad por los daños causados, vas a ser su enfermera provisional hasta que se recupere del todo y con respecto a Francesco Faoro...- Debió de ver mi cara de preocupación al nombrarle-. No le voy a expulsar, no sé los motivos que le impulsaron a hacer eso pero sé que él no es ese tipo de persona así que le he dado otra oportunidad.
Dios, era tan feliz, Franc seguía dentro y ya no volvería a alejarse de mí otra vez, le necesitaba cómo en los viejos tiempos... Un momento, ¿¡ENFERMERA PROVISIONAL DE LEONARDO SILVA!? Esto era mi fin...
ESTÁS LEYENDO
¿El deporte lleva al amor? (EDITANDO)
Roman pour AdolescentsEsta historia esta siendo editada desde el comienzo y antes de continuar con el final, debido a los fallos que había encontrado y al cambio de forma de escribir que se ha dado en mí durante la escritura de esta. Amaia, una chica de 16 años jugadora...