Día lluvioso, solo faltaban cinco minutos para irnos del colegio y poder ser libres al fin. Al menos por el fin de semana, yo lo sería. Stan a mi lado, tiró un aviocinto de papel hacia mi. En el contorso decía "Solo cinco”. Reí despacio y le hice una señal de "Ok" con el dedo pulgar. Stan siempre contaba los minutos, era tan impaciente como yo. Tal vez aún mas.
Los pasillos estaban abarrotados de estudiantes deseosos por salir al aire libre y deshacer de su cabeza la presión de un día escolar. Lo admito, a mi tampoco me gustaba la escuela, pero no era de esas personas que se desesperaban por salir lo mas rápido posible.
Cuando llegué a la salida, encontré miles de estudiantes corriendo para refugiarse debajo de algùn techo y no ser mojados por las grandes gotas que caían del cielo. Era una de las peores lluvias en lo que iba del año y ni bien ponías un pie en la acera, quedabas empapado como si te hubieras dado un chapuzón en la pileta.
Esperé debajo de la Iglesia que estaba cerca de la escuela, esperando que el auto de mi madre pasara por la esquina y me venga a recoger. Sin embargo, pasaron 10, 15, luego 20 minutos y nada. Al poco tiempo, recibí un mensaje.
"No podré recogerte hoy, cielo. ¿Puedes venir caminando? Te quiero, mamá."
Genial, estaba lloviendo a cántaros y tenía que irme a pie hasta mi casa. El trayecto no era largo pero tampoco corto y en cuestión de segundos iba a terminar completamente mojado, de pies a cabeza. Gran forma de terminar la semana.
La lluvia no me dejaba ver absolutamente nada. Todo estaba muy borroso, ni siquiera sabía comparar entre un auto y el otro. Di dos pasos y caminé lo mas rápido posible, utilizando mi mochila para refugiar mi cabeza. Después, todo pasó muy lento. Ni bien bajé de la acera, un auto llegó hasta a mi. Supongo que él tampoco podría haberme visto por la lluvia. Aceleró lo mas que pudo para poder pasar y no quedarse en el próximo semáforo, pues la luz del verde ya había cambiado hacia unos pocos segundos. Giré mi cabeza y lo vi, viniendo hacia micasi como un rayo de lo fuerte que iba. Me quedé petrificado, inmovil, parado sin saber que hacer. Quería correr pero mis pies no cedían y solo podía acestar a mirar hacia el frente y ver como el auto se aproximaba cada vez mas y mas.
A tan solo un milímetro del auto, un brazo tironeó de mi y volví a la acera. Había caído y estaba totalmente empapado, pero a salvo. Respiré acelerado, con una mano en el pecho, y esperé a que se me pasara el miedo por lo que había pasado.
Me paré y miré mis jeans empapados un tanto angustiado. Eran mis favoritos y habían quedado embarrados y sucios. Traté a duras penas de acomodarlos un poco pero cada vez se veían peor. Levanté la cabeza, necesitaba saber quien era aquella persona que por poco me había salvado la vida. Sin embargo, eso no hizo falta.
- ¿Estás bien? – Preguntó una voz grave y sin duda de un hombre. Lo ronco de su voz me hizo pensar que tal vez estaba resfriado, pero algo me decía que era su voz normal.
- Si, si, es solo que… Bueno, gracias – Sonreí amablemente hacia abajo y luego, después de un eternidad mirando mis zapatillas desgastadas, levanté la cabeza para poder ver al sujeto con el que hablaba.
Pensaba que encontraría a un hombre ya mayor o tal vez a un empresario con calva incipiente. Que equivocado estaba. Al frente de mi había un chico de mi edad, y si lo observaba bien, tal vez era un poco menor que yo. Tenía los ojos mas verdes y brillantes que había visto jamás. Su sonrisa me lo decía todo. Transmitía confianza y una paz que te recorría por toda la espina dorsal. Aquel individuo era una burla hacia lo perfecto. Sus rulos desordenados se escondían debajo de un benie color beige que lo hacía ver tan adorable que, por un momento, me dieron ganas de estrecharlo entre mis brazos.
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Días de lluvia con Hazz (Larry Stylinson) OS
Fanfiction"Hazz, ¿Quieres compartir conmigo los días de lluvia para siempre?"