Visita Sorpresa

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Pau en multimedia
 
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Aquella noticia era mi fin, ser la enfermera provisional de Silva, estaba acabada.

Volví a la habitación para "cuidar" del brasileño, abrí la puerta y me lo encontré jugando a la Play sentado en su cama, con un ojo hinchado, la nariz vendada y el labio partido.

-No tienes mucha suerte con las peleas si de un solo puñetazo te han dejado así...- Fue lo primero que se me vino a la cabeza para poder empezar una conversación y en qué momento habría dicho algo, su mirada se giró hacia mí dejándome ver sus azulados ojos llenos de rabia contenida.

-Tampoco pude evitarlo, tu amiguito el italiano me derribó cuando intentaba hablart...

-¿¡Le vas a echar la culpa de todo a Franc!?

-¡Déjame hablar por una vez Amuc! ¡Por Dios, llevo intentando hablar contigo desde el beso del otro día pero me has estado evitando, solo me quedaba encerrarte en algún lugar en el que me escucharas porque así no tendrías a donde ir y, finalmente, acabarías cediendo pero ni siquiera estás dispuesta a verme! Y ahora vienes como si nada hubiese pasado, ¿no se le ha ocurrido a esa cabecita tuya que el que no quiere verte ahora soy yo?- Todo era cierto, me había quedado muda, no tenía excusa para nada ya que todo era cierto, nunca me había puesto a pensar que le estaba haciendo tanto daño a Silva, en ese momento me sentía la peor persona del mundo, entonces cuando me di cuenta de que por mi culpa era que Silva estaba golpeado, hice que tuviese que encerrarme para poder hablar conmigo, ahora entendía las palabras del pelirrojo, simplemente lo hacía para que escuchase lo que el brasileño tenía que decirme, me sentía como una mierda.

¡EGOÍSTA!¡EGOÍSTA! 

Mi conciencia no paraba de repetir esa palabra, ¿en qué momento había dejado de pensar en los demás y había empezado a pensar tanto en mí? 

Empecé a llorar y vi como Silva abría los ojos, todo lo que le permitía la hinchazón y me tiré a sus brazos llorando desconsoladamente.

-L...lo s...siento- no era capaz de articular palabra.

Todo este tiempo tenía miedo de volver a ser herida como aquel día.

Sorprendiéndome, Silva posó su mano en mi cabeza y de nuevo mil recuerdos volvieron a mí, ¿cuántas veces esa mano en mi cabeza me había reconfortado? ¿Cuántas veces ese lobo había sido capaz de sacarme una sonrisa cuando ninguno más lo había logrado?

Había olvidado todo lo bueno que me había ocurrido con él, simplemente lo guardé y me olvidé de ello para dejar sólo el dolor, ¿cuán idiota podía llegar a ser?

-Oh Amuc, no llores por favor, no quería que te pusieras así.-Su voz volvía a ser cálida y sus brazos me mantenían acurrucada entre ellos, fue en ese momento donde reaccioné y supe que ese debía ser mi sitio, ahí es donde tendría que estar y no evitándole y huyendo de su lado.

-No me di cuenta del daño que te estaba haciendo, nunca pensé que te afectaría así... -No me dejó terminar la frase cuando dijo.

-Es porque me gustas mucho.-Y acto seguido posó sus manos alrededor de mis mejillas y me besó. 

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Después de aquel beso hablamos durante un rato, escuché todo lo que me tenía que decir atentamente, aunque no me lo contó todo para poder tener otra excusa para estar a solas conmigo. 

Ahora recordaba por qué me había enamorado de ese lobo.

La música de una llamada entrante en mi teléfono interrumpió mis pensamientos.

-¿Si?

-¡Churri!- Esa voz era inconfundible.

-¡Pau! Que alegría me hace tu llamada.-Pensé en por qué me había llamado-. ¿¡Ha pasado algo!?

-Tranquila, no te altares, asómate por la ventana payasa.- Y colgó.

Corrí las cortinas y vi la figura de mejor amiga de pié en el patio.

El grito que pegué se oyó por todas las habitaciones, y acto seguido salí corriendo para verla.

Cuando bajaba las escaleras deslizándome por la barandilla vi que me seguían dos lobos corriendo, uno era el pelirrojo y otro Silva que al oír mi grito salió corriendo a ver que pasaba.

Cuando llegué al hall corrí con todas mis fuerzas y me abalancé encima de Pau.

-¡AH NO ME LO PUEDO CREER ERES UNA PUTA!- Pau se reía a carcajadas, tanto que parecía que se iba a partir en dos.

-¡Sorpresa!-Y ahí fue cuando la abracé con tanta fuerza que las dos caímos al suelo.

 Mientras tanto el irlandés y el pelirrojo miraban sin comprender la situación.

-Bueno, esta es Pau.-Dije con mi mayor sonrisa. 

-Pau, tu ya les conoces, Reynolds y Silva.-No puso buena cara al ver a Silva allí pero cuando vio que estaba golpeado me echó la mirada de "tienes algo que contarme maldita zorra".

Esta visita iba a traer bastantes sorpresas y estaba bastante segura de que no me iba a aburrir.

¿El deporte lleva al amor? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora