Prólogo

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Era un día normal como cualquier otro. No hacía frío ni realmente calor y eso sólo podía significar una cosa.

El verano se estaba acabando.

Hinata lo supo al ver las hojas que se volvían un tanto rojizas. Pronto tendrían niños jugando por doquier, mientras saltaban en las camas de hojas secas sin dejar de reír y correr de un lado a otro. De seguro eso irritaría a un cierto compañero suyo que prefería estar tranquilo al momento de entrenar. Sólo imaginar su mueca disconforme la hizo sonreír.

El sol estaba en su posición de las nueve de la mañana, ideal para comenzar sus ejercicios matutinos. Por lo general, Hinata intentaba llegar a esa hora para no hacerlo esperar. Aunque, siendo él un obsesivo con todo lo que tenía que ver con volverse más fuerte, usualmente estaba ahí primero y luego se burlaba de ella por su atraso en un tono que más parecía un sermón que una broma.

Venía tres años escuchando a su compañero decir cómo se volvería más fuerte para derrotarlo si se volvían a ver. Cada vez que eso sucedía sentía esperanza de que ese deseo se hiciera realidad y un día los tres estuviesen nuevamente juntos en Konoha. Pensar en ello la hacía querer volverse más fuerte.

La joven caminó hasta el punto de entrenamiento en que se debía encontrar con su compañero de equipo. La idea de verlo a solas ya no la ponía nerviosa como en un principio. Habían pasado tantos días entrenando a solas, que los días se habían convertido en meses y luego los meses se convirtieron en años.

Años, sólo él y ella.

Juntos habían visto nieve, flores, sol, hojas cayendo, lluvia, pétalos de flores, frutas, festivales y años nuevos. Su relación torpe y silenciosa se había vuelto algo cotidiano. Ya no había tantas pausas incómodas en que ninguno decía palabra alguna. De hecho, podían verse a los ojos sin la necesidad de que Hinata escondiera su mirada.

Habían comenzado como un grupo de tres, pero ahora sólo eran dos. Habían sido dos por tres años ya. Ocasionalmente Kakashi sensei se unía a ellos en misiones o entrenamientos especiales. Cuando se ameritaba de un cuarto componente por lo general Sakura Haruno o Ino Yamanaka se ofrecían con gusto para completar el vacío en su equipo.

Al comienzo, su ausencia había sido difícil de llevar para ella. Y aunque su compañero de equipo no lo dijera, sabía que lo extrañaba tanto o más de lo que ella lo hacía. Después de todo, se habían vuelto el equipo Siete de Konoha y eso significaba más que un mero título. Eran amigos. Quizás, incluso familia.

Suspiró mientras pensaba en ese primer día en que Iruka sensei los llamó "Equipo Siete". Había sido un tanto desastroso percatarse de que no se llevaban bien, y que de hecho, se llevaban bastante mal. Sonrió mientras vendaba sus manos recordando a Sasuke y su silencio. Era un niño extremadamente reservado. No sólo eso, para empeorar las cosas parecía siempre irritado y constantemente le daba órdenes. Un suspiro aún más notorio se le escapó cuando recordó la manera en que solía gritarle cuando no mantenía el mismo ritmo que él o cómo la ignoraba cuando intentaba hablarle para pedirle alguna cosa.

Pero no todo había sido tan malo. Por otro lado estaba Naruto. Él era ruidoso, demasiado activo y alegre. Solía defenderla cada vez que Sasuke decía algo hiriente y muchas veces rodaron por el piso dándose golpes uno al otro por el complejo de héroe de damas en peligro del rubio. Naruto había estado obsesionado en ese entonces con el ramen y Haruno-san. Recordarlo la hizo sonreír con melancolía ¿Sería aún así?

No lo sabía con seguridad. No eran niños ahora. Esas pequeñas personitas estaban bastante atrás en el tiempo y cada uno de ellos se había convertido en alguien distinto gracias a haber compartido tanto juntos. Sasuke y Naruto eran lo más preciado en su vida. La habían convertido en quien era en ese momento.

Team Seven [Naruto Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora