—Cuando me muera... ¿Qué es lo que harás?
Seungcheol frunció el ceño—. No digas esas cosas, no te vas a morir.
—Cheol —Jihoon sonrió y le acarició una mejilla, enderezándose sobre la camilla para poder hacerlo—. Me voy a morir, es la verdad. No tengo miedo de hacerlo, sé que es lo que pasará de todas formas, temo por ti. ¿Qué será de ti cuando yo no esté?
—Voy a traerte de vuelta, y te daré un cuerpo sano para que puedas recorrer el mundo —murmuró lleno de seriedad, inclinándose hacia el toque ajeno. Jihoon solo se rió.
—¿Y cómo harás eso, eh? Porque que yo sepa es un poquito imposible.
—Tengo mis métodos —Seungcheol se encogió de hombros y evitó pensar en ese pasado que había enterrado—. Sabes que yo daría mi vida por ti.
—Lo sé, eres todo lo que tengo, Cheol. Por eso no quiero que sufras cuando me vaya.
—No será así.
[... ]
Seungcheol llegó al templo al ponerse el sol y se detuvo ante la entrada principal para recobrar el aliento. Frente a él se imponía una alta verja de hierro labrado y oxidado por el paso del tiempo, y más allá de ella una escalera de piedra casi eterna que llevaba a la cima de la montaña.
Desde donde estaba no se podía ver bien el edificio, solo su silueta opacada por los últimos rayos del sol; como una sombra oscura envuelta en naranjas, rosas y violetas. Pero no necesitaba verlo porque se lo sabía de memoria; era una construcción tradicional en forma de pagoda, con el techo de machembrado negro, como las escamas de un dragón, y pilares rojos y dorados que evocaban la grandeza y sobriedad de los dioses.
Pero su familia no le rezaba a los dioses, ese templo no estaba dedicado a ellos y quizá era por eso que lucia tan abandonado; envuelto de maleza y hojas secas, de tierra y telarañas. Con las verjas oxidadas, que se lamentaron con agonía cuando Seungcheol abrió aquel portal para poder pasar.
El muchacho suspiró para sus adentros y, después de cerrar el portón y dejarlo como estaba, se acomodó la mochila en la espalda y se encaminó por aquel camino de escaleras hasta lo alto de la montaña. Debía apresurarse si quería hacerlo todo a tiempo.
Choi Seungcheol era un muchacho de la ciudad, con un trabajo de medio tiempo que le permitía pagar su alquiler y no morirse de hambre, y la presión constante para aprobar sus exámenes. Estudiaba contaduría y llevaba la vida más monótona que cualquiera pudiera presenciar, pero tenía un rayito de sol que le alegraba los días y que hacía que no todo fuera tan malo. Estaba bien con él, no le importaba que nada resaltara a su alrededor, de hecho le gustaba poder pasar percibido entre el tumulto y el barullo de la ciudad, siempre y cuando pudiera fingir ser normal y lo tuviera a él a su lado.
Pero él había sido arrancado de su vida, y ya no estaba en la ciudad.
En la provincia de Daegu era diferente; allí él no era un citadino aburrido e ignorado, si no un muchachito nacido y criado en uno de los pueblos del norte que pertenecía a una familia de brujos. Era un foco de atención. Quizá era por eso que había estado tan desesperado por irse para no volver jamás.
En Donggu-go todos le conocían, todos le señalaban y murmuraban a sus espaldas. Todos sabían su nombre, pero ignoraban su personalidad. Le tenían miedo, solo por su sangre.
Ellos le decían brujería, y no estaban lejos de la verdad.
Su familia tenía un don especial, una habilidad sobrenatural, un regalo divino... Era así como se lo había explicado su abuela cuando apenas era un niño, y como se lo había repetido su madre años después, mientras le imploraba que no la dejase sola y que no se fuera a la ciudad. Pero Seungcheol no podía verlo de la misma forma que ellas, ¿cómo podría ser esa habilidad un regalo si lo único que le había conseguido era soledad y tristeza? Él no creía que fuera un don, era un castigo.
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Bent My Soul ➳ Jicheol
Fanfic"Yo daría mi vida por ti" dijo Seungcheol, y Jihoon creyó que había estado bromeando. No lo estaba. ➳ S.Coups × Woozi ➳ SEVENTEEN ➳ «Late late thoughts and weird ideas» series pt. 4. Copyright © 2019 por Danny_Ig. Esta es una obra de ficción. Las...