Con tan solo vivir cinco años con los humanos, pude aprender mucho sobre ellos. Eran estúpidos, le daban lugar a la compasión y piedad, lo que les generaba como respuesta arrepentimiento; Bondad, amabilidad, maldad o corrupción, todo lo querían disfrutar con deleite, sin importar lo que sucediera. Creían en el amor, que no era más que un deseo de reproducción, una realidad inventada ya que éste no existía. Me aproveché de esta gran debilidad, de poder enamorar a los hombres para luego extraerles su esencia de vida y alimentarme de ella.
Una pequeña zorra perdida era cuando me fusioné con un humano que estaba al borde de su final. Por desgracia, la unión no fue completada y, por ese motivo, obtuve los rasgos de una Kumiho, es decir, una humana unida por medio de la magia con un animal. Mis nueve blancas colas de zorro, o mis orejas peludas de ese mismo animal en la parte superior de mi cabeza representan el ser en el cual me transformé. La consecuencia de esto fue que me obsequió el don de la belleza.
Decidí, repentinamente, mudarme de lugar, buscar una nueva ciudad ya que allí, en Jonia, todos los hombres me conocían como la ladrona de almas, la destructora de esencias. Sin embargo, quería empezar desde cero, ser una nueva mujer sin tener que comentar ningún asesinato, pero lo que había hecho no tenía remedio alguno.
Ambiciosa, quería conocer todo lo que sería extraño, experimentar con todo lo nuevo, ese era mi más grade anhelo. Mi belleza me permitió vivir varias experiencias fascinantes como otras repugnantes. Siempre estuve sola, tal como un zorro. Viajaba a ciudades en busca de alimento espiritual, como las esencias de vida, o para experimentar nuevos sentimientos o reacciones. Mi reputación no era muy deseada, pero estaba dispuesta a cambiarla.
Atravesé bosques y prados sin rumbo alguno en busca de un lugar diferente en donde habitar como una mujer bondadosa y gentil, tratando de borrar los pecados cometidos.
La había encontrado, una ciudad diferente, una humilde e importante, una que encajaba con lo que trataba de encontrar, ésta era Noxus. Los mas potentes guerreros y magos se encontraban allí, pero, por desgracia, estaban en guerra con una ciudad llamada Demacia.
Decidí encaminarme hacia la entrada vigilada por dos grandes guardias vestidos con armaduras plateadas y una brillante y gigantesca espada.
-Hola, muchachos... Soy una extranjera perdida en este bosque, me preguntó si me permitirían alojarme en su ciudad, solo por esta vez... Hagan una excepción.- dije poniendo mi mejor cara seductora, lo cual funcionó.
-Por supuesto. Una mujer tan hermosa como usted merece un lugar en Noxus.- contestó uno de ellos y me permitieron entrar.
Dentro todo era parecido a Jonia, las personas trabajando en diferentes ocupaciones, las casas humildes y el camino de piedra por donde circulaba la gente. Era perfectamente lo que buscaba para empezar desde cero.
De repente, unos niños pobres se aparecieron ante mi presencia, eran niños humanos pequeños que querían tocar mis nueve blancas y suaves colas de zorro.
-Niños, esperen. No soy su mascota.-
Comenté repugnantemente al notar su interés inocente por mi, lo cual me dio, al mismo tiempo, cierta ternura.
-Aléjense de mi, vayan. No quiero volver a verlos, mocosos.- comenté en desagrado.
Una vez en paz, decidí husmear la ciudad, sin embargo, no pude hacerlo. De repente, una cuchilla estaba cerca de mi cuello, alguien me inmovilizaba desde atrás, podía oír su respiración en mi oído. Lo disfrutaba ya que podía sentirme viva desafiándolo.
-Tu no eres de aquí, ¿Cómo entraste? ¿Eres Demaciana?- preguntó el hombre joven.
-Vaya recibimiento a una extranjera perdida...- comenté atractivamente.- Podrías primero saludarme.-
Bajó la guardia y me soltó con cuidado.
-Eres solo una zorra. Pensé que serías una amenaza, que desilusión.- dijo.
Él vestía como un asesino, una capucha cubría su rostro, convirtiéndolo en un enigma oculto. Era un joven hombre atractivo sin miedo de clavar su hoja oculta en la garganta de alguien.
-Temo que me subestima...- repliqué algo enojada por su ignorancia.
-Lo dudo. Eres Ahri, la Kumiho. No serias nunca nuestra amenaza.- agregó mientras tomaba de nuevo algún rumbo.
-¿Crees ser más digno que yo?.- pregunté enfadada.
Se encogió de hombros sin siquiera darse la vuelta para mirarme a los ojos. ¿Acaso se estaba burlando de mi? El maldito humano despertó en mi una curiosidad sobre él, quería saber quién era.
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Del odio al amor.- League of Legends (Ahri x Talon)
FanficAhri era una criatura inteligente, así que se adaptó a las costumbres de la sociedad humana y aprovechó su don de la belleza para atraer a los hombres incautos y poder consumir sus esencias de vida, para poder sentirse aún más completa... Pero su cr...