"El encuentro de dos personas es como el contacto
de dos sustancias químicas:
si hay alguna reacción, ambas se transforman."
Carl Gustav Jung.
Abrí una de las ventanas del cuarto y posteriormente levanté las persianas con fuerza. La imponente luz del mediodía llenó la habitación oscura, teniendo que entrecerrar los ojos con fuerza para no quedarme ciega por la reciente claridad. Esa habitación llevaba todo el verano escondida del sol, y ahora que los días se hacían cada vez más cortos y fríos, era el momento de dejar que los rayos bañaran las blancas paredes.
Eché un vistazo a mi alrededor, encontrándome en una habitación rectangular, con la puerta de madera oscura (por la que había entrado) en una de las esquinas, un armario grande del mismo color en el otro extremo, metido dentro de la pared; un escritorio de madera más claro en la esquina que daba con los amplios ventanales que cubrían casi de lado a lado la pared larga de la habitación y una cama de matrimonio con un edredón azul oscuro al final, casi pegada a la silla (también de madera clara) del escritorio, que por cierto, estaba súper desordenado, lleno de lápices y hojas blancas con dibujos. Pero, no solo eso. Había unas 4 o 5 camisetas de diferentes colores tiradas por el suelo.
Anda mira, si también hay un bóxer y tres condones debajo de su cama.
Resoplé sin eliminar la sonrisa que nacía en mis labios. Mi hermano no había cambiado nada después de un año.
Pasado mañana, 13 de septiembre, se cumplirían 12 meses desde que mis padres me enviaron a Toulouse, Francia, de intercambio durante todo el año escolar.
- ¿Qué coño haces en mi habitación?- una voz masculina proveniente de la entrada me sobresaltó
Me giré hacia la puerta para encarar al chico de cabellos rubios y ojos grises que me observaba con las cejas fruncidas y cara de extreñimiento. Era bastante alto y delgado, cualidades que cumplian todos los hombres de la familia Hidalgo. Las chicas no, nosotras somos más bien bajitas. Pero, en fin, retomemos las presentación de este ser:
Señoras y señores, niñas y niños, con todos ustedes les presento al inigualable, al insoportable número uno... ¡Diego Hidalgo Rodriguez!
Sin poder evitarlo, me puse a aplaudir como si mis palabras hubieran conseguido salir de mi boca, y mi hermano frunció todavía mas el ceño si se podía. Seguro que esta es la cara que pone cuando está cagando.
- Caray, menuda forma de recibir a tu hermana después de no haberla visto en todo un año- no dejé de aplaudir mientras caminaba hasta la puerta, donde él estaba apoyado.
- Estate quieta ya hombre- me dio un pequeño manotazo y le di un mirada de reproche- además, yo tampoco he estado en casa desde mayo
Bufé
Que típico de Diego. Intentar ser mejor que el otro. Tener algo mejor que el otro. Ser más guapo que el otro. Tener más ganas de usar el baño que el otro. Estar más enfermo que el otro... En este caso, estar más tiempo fuera de casa que el otro...
- ¿Hablas del campamento de los boy scouts del año pasado?- me volvió a dar un codazo- ¡Ay!
- Hablo de Mallorca, idiota- me pasó por el lado y se fue a dejar una gran bolsa roja que parecía de gimnasia encima de la cama.
Desde que tenía unos 10 años, Diego había ido todos los veranos a un campamento que se organizaba en las maravillosas y frías playas de Galicia para "aprender a ser un hombre" según decía su monitor, un hombre mayor, corpulento pero muy cálido y con una gran barba que te raspaba toda la mejilla cada vez que ibas a darle un beso.
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Mi mejor pesadilla
Roman pour AdolescentsLa primera vez que Danae se topó con Soren, fue al tirarle accidentalmente un cubo lleno de pintura rosa chillón, por lo que digamos que su comienzo no fue uno de los mejores. La segunda vez tampoco fue acertada, ni la tercera, ni las sucesivas vece...