Parte 1 (de 6)

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        Es la tarde de un caluroso día de verano, en una semana normal, en un mes normal, en un año normal. El mundo sigue podrido por inútiles guerras, corrupción de toda índole e injusticias cometidas sistemática y repetidamente por unos pocos en nombre de su país, de una empresa, del "bien común" o de cualquier Dios, da igual la religión. La pobreza y la desigualdad se comen a un mundo que ya está de por sí moribundo por la sobreexplotación de los recursos naturales del planeta y la matanza indiscriminada de animales, sean para comer, para vender sus pieles o, simplemente, para exponer al animal en una pared o vitrina. Todo ésto es, sin embargo, sólo la punta del iceberg de una gran cantidad de mierda que le viene sucediendo al planeta que llamamos hogar, La Tierra, durante la minucia de tiempo en la que el ser humano la ha habitado.

        Mientras todo esto está pasando, hay alguien que se ha cansado de esperar a que la gente levante la cabeza. Alguien que, a pesar de todas las decepciones que sus "hijos" le han dado, no ha perdido la esperanza de que alguien, entre todos ellos, podrá hacer que las cosas cambien. Tras un largo tiempo en las alturas, se levanta de su etéreo sillón y va en busca de la persona que hará que el resto despierte de su letargo y nade, poco a poco, hacia la orilla de la vorágine de autodestrucción y miseria que ellos mismos crearon. Se pregunta a sí mismo si valdrá la pena, si de verdad la especie tiene alguna salida o, incluso, si se la merece. Con un jovial y radiante optimismo, decide seguir adelante a pesar de las pocas probabilidades que tiene de triunfar en su misión.

        Mientras tanto, Jesús, un chico de 16 años de tez blanca (aunque no pálida), pelo negro, gafas rectangulares de color rojo, ojos comunes aunque expresivos y atractivos, complexión algo fuerte a pesar de estar en baja forma y de una altura bastante infrecuente, pasa el rato con sus amigos en las calles de Sanabria, isla perteneciente al archipiélago de las Curíseas, pertenecientes a España pero que nadie, a excepción del propio gobierno, los propios habitantes de las islas y unos pocos turistas europeos, saben de su existencia. Eran sobre las 3 de la tarde y hacía un sol bastante fuerte. Como consecuencia de éste hecho, el calor seco pegaba sobre la tierra y sus habitantes de tal forma que hacía sudar incluso al menos propenso a ello, sobre todo si llevaban al menos 40 minutos caminando. A pesar de todo, Jesús, tras reír con las ocurrencias de Jaime, amigo desde su infancia, nota cómo la temperatura baja de repente. Deja de sudar y se siente bastante cómodo.

-Chiquillos, ¿no notaron como si hiciese más fresco?

-Tú estás loco, Susín.- Dijo con tono socarrón y suave Janice, la preciosa y morena compañera a la que conoció en el instituto y que se ha venido desarrollando bastante en los 4 años que llevan juntos- Yo voy casi en bolas y aún estoy que me achicharro.- Y era cierto, iba con un sujetador rosa con forma de triángulos, un short vaquero que le tapaba lo justo (vamos, lo que viene siendo una braga vaquera) y unas chanclas azules con detalles celestes. La verdad es que el resto de chicos del grupo se ponían malos cada vez que la miraban. Parecía la típica actriz porno a la que, en cualquier momento, irían a entrevistar el actor porno de turno junto con su cámara.

        Pensando que serían a lo mejor cosas suyas, Jesús siguió adelante. Sin embargo, no pasaron ni cinco segundos cuando notó cómo un frío glacial recorria todo su cuerpo, erizándole todos los pelos de su cuerpo.

-Yuos, en serio, hace un pelete del diablo, no sé cómo pueden andar ustedes tan al descubierto. - Dijo, mientras intentaba darse algo de calor metiendo los brazos dentro de la camisa.

-Tío, estas flipando. - Contestó Jaime con cara de contrariedad mientras señalaba un gran reloj digital de los que solía haber por las calles más pobladas de la capital de Sanabria, Ducrina. - Estamos a 33 grados a la sombra, si me exprimo el brazo se me derrite... O te estás quedando con nosotros o de verdad estás como una jodida cabra, simplón.

        Entonces, en el segundo en el que Jesús abrió la boca para replicar al gratuito insulto de su buen amigo, sintió como algo extraño entró en su cuerpo. Algo incorpóreo, bastante extraño, como si un fantasma hubiese atravesado su cuerpo desde la dirección a la que se encontraba caminando. Pronto perdió la consciencia. Lo último que pudo notar fue cómo sus ojos de color castaño oscuro se quedaban en blanco. Su cuerpo cayó desplomado en plena calle, para gran preocupación de sus amigos y de algunos de los pocos transeúntes que había por la zona.

        Poco después, Jesús recupera la consciencia y se ve en una sala de color blanco en apariencia infinita. Mirase a donde mirase, sólo veía una inacabable extensión de espacio de color blanco. Además, no sentía frío o calo. ¿En qué lugar se supone que estaba? Empezó a andar hacia adelante, intentando buscar el final de esa aparentemente colosal sala blanca, pero no hubo éxito. Tras lo que le pareció una eternidad caminando, se aburrió y paró de moverse. Le sorprendió el hecho de que no notase cansancio alguno o no hubiera excretado sudor durante todo ese tiempo. Se sentó a pensar con los pies cruzados, como bien tenía como costumbre siempre que se le presentaba un desafío mental. Intentó ponerse en orden. "A ver, Jesús. Tu último recuerdo fue el de desmayarte en medio de Ducrina. ¿Cómo he podido llegar aquí? Descartemos sedantes, pues no comí nada extraño y no noté golpe o pinchazo alguno. Tampoco puede ser un sueño, pues yo veo los sueños como si se estuviesen bajando a mi cerebro desde internet, nunca llego a verlos de forma tan lúcida... Es muy probable que simplemente me haya vuelto loco, pero... ¿Por qué motivo? No es que tenga antecedente alguno, haya sufrido una mala infancia o me drogue. ¿Puede ser entonces que...

-¿... Tengas una experiencia extrasensorial? Has acertado, chico. - Afirmó detrás suya una voz joven pero firme, cercana pero sabia. - Por algo te he elegido a tí...

        Jesús se viró hacia atrás. Vio delante de sí a un hombre alto, de pelo totalmente negro azabache y largo hasta taparle media espalda, una piel bastante morena y una poblada barba. Sus ojos, oscuros a la par que expresivos, tenían pinta de haber visto más de lo que creía ver jamás a lo largo de su existencia. Su altura era normal, pero su delgadez la acentuaba haciendo que pareciera exageradamente alto. Vestía una túnica blanca bastante suelta y con pinta de ser cómoda a pesar de lo grande que era. 

-Puede que la historia y la memoria colectiva del ser humano hagan que asocies mi nombre con otra imagen totalmente diferente a la mía. De mis parábolas, mis frases y mi vida personal se ha creado una historia falsa digna de un héroe con tal de engañar a todos para vivir a costa del trabajo y la fe ajenos. El mundo se ha ido envileciendo cada vez más y más silenciando a todos aquellos que han intentado hacer algo para marcar la diferencia y ya es hora de ponerle fin. Hola, Jesús. Soy Jesús de Nazaret, pero probablemente me conozcas como Jesucristo...

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⏰ Última actualización: Oct 28, 2014 ⏰

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