Ana me daba besos en el pelo mientras yo dejaba alguna que otra caricia sobre sus brazos que me tenían retenida.
- Era el hermano de Raquel – le dije mirando al frente, Ana no dijo nada, apoyo su barbilla en mi hombro y me instó a continuar con un gesto – Me ha llamado porque Raquel quiere verme – hice una pausa para coger aire y asimilar cómo contárselo – ha dicho que está muy enferma y se está muriendo y que uno de los deseos que le ha pedido a su hermano era verme antes de que ocurriese todo y yo no sé qué hacer – solté mientras alguna lágrima se deslizaba por mis mejillas fruto de la tensión y el nerviosismo que tenía en mi cuerpo
- Ay, Mimi – comentó apretándome aún más entre sus brazos – creo que debes ir, la decisión es solo tuya, pero debes ir, sino vas a terminar arrepintiéndote
- Pero.... Todo lo que hizo, la manera de meterse en lo que nosotras teníamos en aquel momento, su comportamiento cuando hace un par de años, no era buena persona conmigo
- Amor, todos merecemos una segunda oportunidad y dejar que nos expliquemos, quizás lo hizo porque está enamorada de ti y le dolió vernos juntas, no lo sé, puede que la movieran mil motivos o que sea así de verdad, pero tú sí que no eres así y sé que hay algo en ti que quiere ir y cumplir su deseo
Giré la cara para observarla esta vez y poder mirar fijamente sus ojos. Ana retiró las lágrimas que caían por mis mejillas y yo aproveché para darle un beso dulce en los labios.
- Te quiero mucho y ojalá hubiese en el mundo personas tan buenas como tú
- Yo también te quiero
Estuvimos un rato más en aquel sofá dándonos todo el cariño que necesitábamos en aquel momento. Ana me convenció para ir y yo para que me acompañase, aunque se quedara en la cafetería de aquel hospital, pero quería sentir que la tenía allí cerca para afrontar aquello.
- Quédate a dormir hoy, por favor – tras varios minutos de silencio donde solo se escuchaba el ruido de la lluvia en el exterior, decidí romperlo
- Mimi...
- Solo a dormir, por favor, necesito tenerte esta noche al lado
- Está bien – dijo desenlazando sus brazos de mi cuerpo – venga, vamos a la cama – siguió ofreciéndome su mano y provocándome una sonrisa.
Le dejé una camiseta para que durmiese con ella y yo me coloqué la mía. Nos metimos en la cama buscando nuestros cuerpos y Ana no tardó en acogerme haciéndome sentir segura a su lado. Escuchaba su respiración tranquila y, mientras me acariciaba el pelo, terminé quedándome dormida profundamente.
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Serían las cuatro de la mañana cuando un trueno provocó que me sobresaltara. Ana me tenía aprisionada entre sus brazos y parecía no haberse enterado de nada, sin embargo, la pequeña sí que debió escucharlo y pronto sentí unos golpecitos en la puerta. Lola la abría lentamente seguida de una Loleta que también parecía venir a refugiarse al dormitorio
- ¿Mami? – preguntó la pequeña agarrada a su peluche favorito
- ¿Qué pasa cariño? – me incorporé provocando que también se despertara la canaria
- Tengo miedo – dijo ya cerca de la cama - ¿puedo dormir aquí? – preguntó con su vocecita. Yo miré a Ana y esta asintió enseguida
- Anda ven ratona – la alcé y la dejé en el medio de las dos – aquí estás a salvo de todo – le dije dándole un beso en la frente
- ¿Tú también tiene miedo Ana? – le preguntó al ver que estaba en la cama.
- Sí, ¿me dejas que duerma aquí con vosotras? – y la pequeña afirmó mientras se acurrucaba entre las dos y volvía a quedarse profundamente dormida. Ana me miró sonriendo y yo, pasando un brazo a través del cuerpo de Lola, uní mi mano con la suya acompañando ambas en el sueño a la pequeña.
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Mi trocito de Madrid
أدب الهواةMimi comienza su nueva vida en Madrid, pero no solo será su vida profesional la que sufrirá un giro inesperado