Más de veinte flechas nivel 1 fueron necesarias para que las piernas de un caballo de ojos rojos y dos cuernos cedieran, necesitando algo más de diez segundos para lanzarlas. Seguidamente, disparó contra algo parecido a una mezcla entre un lobo y un puercoespín, que empezó a acelerar al recibir el cuarto impacto.
–Deberíamos llamarlo loboespín– lo bautizó la lince
Los movimientos de la elfa y la reducción de la distancia habían permitido al animal corrompido que estaba al frente descubrirla. Disparó entonces un par de Flechas Etéreas, que resultaban más efectivas que las flechas normales, al ser su nivel el mismo que el de Goldmi, 4. Aquello no detuvo al loboespín, pero sí provocó que su movimiento fuera inestable.
Pasó entonces a atacar a otro ciervo negruzco, apuntando a los músculos que movían las piernas. Su intención era la misma que con los otros, el dificultar o impedir sus movimientos. El principal problema era la calidad de las flechas, y que estaba muy limitada en el número de Flechas Etéreas, debido al poco maná con el que contaba, así como de Flechas Penetrantes.
El ciervo no trataba de esquivar, sino que avanzaba decididamente al frente, acelerando en cuando tuvo claro su objetivo. Eso lo hacía un blanco fácil, y a medida que se acumulaban las flechas clavadas, o las heridas producidas por las que se había desprendido, su carrera perdía vigor.
Cuando consideró que era suficiente para retrasarlo, la elfa pasó a atacar a un carnero de dos metros de altura, que había sobrepasado al ciervo y que se abalanzaba hacia ella, mostrando amenazante su cornamenta, al mismo tiempo que protegía su rostro.
Prácticamente agotando su maná y parte de su energía, Goldmi atacó cada una de las piernas del carnero con una Flecha Etérea, aumentando su efectividad con Flecha Penetrante. Consiguió así que las patas no pudieran soportar la veloz carrera y tropezara, dando varias vueltas sobre sí mismo debido a su velocidad, y también causándole daño.
A pesar de su estado, se levantó inmediatamente, avanzando hacia la elfa, aunque no sólo se había demorado, sino que su velocidad era mucho menor, e incluso se volvió a caer más de una vez.
Aún quedaba uno en plena forma, una serpiente de casi tres metros de longitud. Aunque se movía algo más lenta que los otros, sobrepasó al resto en cuando estos se vieron ralentizados o detenidos. La arquera no tuvo mucho tiempo para atacarla a distancia, sólo seis flechas pudieron penetrar su piel, y ninguna de ellas consiguió reducir la velocidad de su ataque.
Mientras, el loboespín se había acercado a apenas unos metros, cuando unos poderosos colmillos se clavaron en su desprotegido cuello. La lince había subido a nivel 3 antes de encontrarse con los espíritus de la selva, por lo que sólo había dos niveles de diferencia, diferencia que era mitigada por el ataque sorpresa, las heridas del ser corrompido, la diferencia en inteligencia, en experiencia, y en el diferente punto de partida de ambos enemigos. De ser los dos del mismo nivel, las estadísticas de la felina serían considerablemente superiores.
El ser corrompido intentó volverse, pero el ángulo de la acometida le hacía muy difícil contraatacar, y pronto acabó sucumbiendo a sus nuevas heridas y a las viejas.
–Qué mal sabor de boca– se quejó la lince, que inmediatamente se enfrentó al ciervo.
Esta vez no pudo cogerlo por sorpresa, pues su posición había sido comprometida tras el ataque. El ciervo abrió la boca, mostrando unos dientes afilados y triangulares que no eran propios de un herbívoro, pero sí del ser en el que se había convertido.
Atacó directamente a la felina, intentando morderla, pero ella lo esquivó con facilidad, desgarrando el muslo de su enemigo con sus afiladas garras. Puede que esta vez no contara con el factor sorpresa, pero sí con la de la naturaleza de ambos. Ella era una depredadora, mientras que el origen del ciervo era el de un herbívoro. Puede que dicha naturaleza hubiera cambiado al ser corrompido, pero eso no le había proporcionado los instintos y habilidades de un cazador, tan sólo unos peligrosos dientes y el impulso de atacar.
La lince no se puso detrás del ciervo, pues su coz podía ser peligrosa, sino que saltó sobre su lomo, confundiéndolo. Su impulso de atacar como fuera se contraponía con un cuerpo no evolucionado para ello. Quizás lo mejor hubiera sido dejarse caer y rodar sobre sí mismo, pero, en lugar de ello, intentaba inútilmente alcanzar con sus mandíbulas a quien cabalgaba su lomo, agarrada con sus garras y atacando con sus colmillos.
No obstante, no murió por los ataques de la felina, sino que el golpe de gracia se lo dio el carnero, que embistió contra el objetivo más cercano. No pudo alcanzar a la lince, pero si al ciervo sobre el que estaba, y del que ésta saltó para aterrizar sobre el carnero.
Con un enorme depredador sobre su lomo, las heridas de sus piernas le hacían difícil sostenerse. Frenéticamente, embestía alrededor, intentando de alguna forma atacar al ser vivo que estaba sobre él.
Goldmi esquivó a la serpiente con Ataque Serpenteante, cortándola menos profundamente de lo que lo hubiera hecho con una arma de su nivel. Hubiera querido usar Enredar para restringir su movimiento, pero en aquel lugar corrompido no se podía hacer uso del poder de la naturaleza.
No le quedaba mucha energía y apenas maná, y su enemigo era nivel 6, dos por encima del de ella. Sabía que en aquellas condiciones sería casi un milagro derrotarlo, por lo que se mantenía cerca de la entrada a la cueva, dispuesta a refugiarse tras la barrera invisible.
No obstante, le preocupaba que la barrera pudiera ceder si la atacaban los seres corruptos, que sólo podían ver una pared de piedra, por lo que hasta entonces no la habían descubierto. Y le preocupaba su hermana si la dejaba sola contra varios enemigos. Sabía que, por ahora, estaba bien, pues podía sentirlo con su vínculo, sin necesidad de mirarla, y a pesar de que se quejara del mal sabor de los seres corrompidos.
De repente, y tras usar Daga Fulgurante para repeler el ataque de la serpiente, un aviso le llegó desde ese vínculo. Cuando miró un instante hacia su hermana, sintió un sudor frío que le recorría todo el cuerpo.
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Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida
FantasyCuando muere de una grave enfermedad, aún recuerda a sus amigos de un MMORPG que jugó años atrás, y a un NPC que ha permanecido en su corazón desde entonces. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra en la solitaria plaza que había sido el i...