El beso estaba en todas las primeras planas de magazines del día siguiente. Su boca abierta contra la de James, sus manos rodeando su cuello, su lengua saliendo al ruedo después... Que desastre. Que severo desastre. Pero lucía perfecta, su perfil era fantástico y su maquillaje se veía surreal y maravilloso. Al menos, había algo bueno en todo aquello, además de la cara de ogro que tuvo Theo toda la noche.
Se notaba de lejos que tenía un humor de perros, no bailó, no sonrió en todo el evento y además, se fue temprano. Cuando se hubo marchado, dejó de bailar con James, se sentó y bebió hasta estar ciega de la ebriedad. Al final, había terminado vomitando la limusina y hablando con Tom Cruise por llamada para decirle que su última película había sido un asco. Fue una gran noche... después de todo.
—Bebe el jodido jugo. —Julianne le dijo de mala gana. Estaba haciendo algunos ejercicios, mientras ella le sostenía el bebé y al mismo tiempo, intentaba no sentir que la resaca iba a acabar con ella. —Pareces un maldito zombi, mejor pon al bebé en mi dirección, por favor, no quiero que coja un trauma viéndote así.
Ella obedeció y lo rodó delicadamente para que mirase a su madre sudando como vaca luego de corretear por toda la sala de gimnasio. —Ya está, ¿algo más, madame?
—No, está perfecto... Oh, mira esa hermosa carita, ¿quién es el niño más perfecto de todo el maldito mundo?
—Creo que no deberías maldecir delante de él. —opinó intentando no hacer ningún movimiento, todo se sentía doloroso y sospechaba que seguramente se había caído con mucha frecuencia la noche anterior.
—Mierda, es verdad, no me acordaba. —se reprendió a sí misma. —Bueno, menos mal que mi pequeño príncipe no ha escuchado nada, ¿cierto, bebito mío?
—Gracias al cielo no es sordo, así que está claro que sigue escuchándote ese vocabulario de camionero que todavía tienes... Es cierto lo que dicen, la chica puede salir de pueblo, pero el pueblo no puede salir de la chica.
—Cállate, él no escuchó nada, ¿no es así, pequeñito de mami?
—Basta. —gruñó irritándose por completo. —Deja de hablar así.
—¿Cómo? —frunció el ceño sin dejar de hacer su rutina de ejercicios para madres que quieren rebajar los muslos de señora.
—Como caricatura o lo que sea, solo baja la voz, por favor.
—De acuerdo. —levantó las manos en señal de paz. —¿Puedes tranquilizarte? Te ves horrible, pero por un día, deberías no serlo de verdad.
—Soy buena contigo. —se defendió sin ganas. —No sé de qué hablas, Julianne.
—No me invitaste anoche, querida, de eso hablo.
—Eres una madre y el padre de tu criatura no está disponible para ayudarte a cuidar del bebé, ¿quieres otra razón?
—Gracias por recordármelo. —suspiró por lo bajo. —Eres tan considerada. —ironizó apáticamente.
—Lo siento, nena, es que... Soy un desastre, lo sabes, ¿verdad?
Era cierto. Julianne y ella habían cambiado demasiado. Tanto así que se hablaban casi todos los días y hasta se contaban cosas como dos amigas lo harían. Marylouise estaba demasiado ocupada con su vida de novia y trabajadora, no tenía tiempo para ella. Así que parecía que la relación entre ambas chicas era casi agradable, algunas veces eran grotescas la una con la otra y hasta se enfurruñaban, pero volvían a hablarse como si nada. ¿Sería posible que después de todo compartiesen un vínculo amistoso? No lo sabía a ciencia cierta, pero debía admitir que no parecía una posibilidad lejana o incierta.
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Tormenta eléctrica ©
RomanceEl descubierto de todas las debilidades que debajo de la piel de Gillian Ashworth existían fue estrepitoso. Todo el mundo fue testigo de su caída en picada hacia el exilio. Sin embargo, había una debilidad en especial, la que había logrado hundirla...