CAPITULO 3

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Cuando por fin entró en su casa, ya era totalmente claro que estaba en celo. Los pantalones ya estaban completamente mojados del lubricante que se escurría entre sus piernas, corrió hasta el dormitorio donde se desnudó lo más rápido que pudo y buscando los distintos juguetes, que no esperaba sacar hasta varias semanas después, fueron colocados sobre la cama. Sin más, ardiendo y completamente excitado, casi sintiendo dolor comenzó a saciar a su desesperado omega con uno de los consoladores que más le gustaba.

El tener que saciar su cuerpo durante los celos en estos años atrás, le habían hecho conocer su cuerpo demasiado bien. La penetración que tanto necesitaba en estos momentos ya no le asqueaba ni molestaba, se había congraciado con su omega interior y las necesidades de este.


—Mamá, necesito contarte algo muy raro que me ha pasado, estoy algo asustado.

—Oliver. ¿Qué te pasó, hijo?

—Ayer fui a hacer la compra por la mañana y tuve que venir corriendo a casa porque me puse en celo, así sin más, no fue poco a poco y lo más raro es que mi último celo fue hace unas tres semanas.

—Qué cosa más rara, ¿nunca te había pasado?

—No y por lo que sé no es algo normal, aparte de que no ha llegado a las veinticuatro horas de duración.

—La verdad que no sé qué decirte. Si vuelve a pasarte ve al médico. Yo no había oído hablar de algo así.

—A lo mejor no vuelve a pasar y fue un algo raro que le pasó a mi cuerpo. Ya estoy bien, solo muy extrañado.


Comenzó a cocinar, tenía la casa limpia y todo a su gusto, ahora tranquilo y disfrutando comenzó a preparar la cena. Había invitado a su mejor amigo Rudy y a sus amigos de la universidad Elena, Lorena y Juanjo. Eran betas, no tenía amigos omegas, no era culpa suya es que los que había conocido no tenían nada que ver con su forma de ser y de pensar sobre la vida. Les daban demasiada importancia a las feromonas y se encasillaban y actuaban como se espera y dice de los omegas, ellos mismos reforzaban los problemas que tenían los omegas en la sociedad, sobre todo para poder acceder al mundo laboral.

Sus amigos no sabían que era escritor y famoso. Pensaban que trabajaba de corrector en la editorial de Rudy y que tenía este trabajo gracias a su protección. No le molestaba lo que pensaran, sería peor que más personas supieran su trabajo real y que terminara siendo de dominio público, no quería pensar las puertas que se le cerrarían en lo laboral. Tenía dinero guardado para poder seguir viviendo sin problemas en el caso de que las cosas cambiaran.

—Oliver eres un gran cocinero, debería permitirme vivir contigo para que no tengas que comer estos suculentos platos solo.

—Eres muy amable Elena, pero no soy bueno compartiendo casa.

—Tiene razón, es demasiado ordenado.

—No te burles Rudy, lo que pasa es que eres muy desordenado.

—Menos mal que decidiste invitarnos a cenar, hacía mucho tiempo que no nos veíamos.

—Sí, pero es porque están muy ocupados con sus trabajos, sobre todo tú Lorena.

Las conversaciones siguieron durante unas horas más y tras beberse varias cervezas y licores decidieron que era hora de marcharse. Rudy se quedó un poco más, ya que tenían temas laborales que hablar.

—¿Vas a empezar una nueva novela?

—Sí, ya cree los personajes y tengo una estructura más o menos, así como varias ideas. Pero aún tardaré bastante en sentarme a escribir. Voy a comenzar a hacer la investigación, a finales de semana iré a la biblioteca, me encanta ir allí a buscar entre sus libros conocimiento e ideas.

No deseo amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora