Todo había comenzado con normalidad, nada fuera de lo común, se despertaba, se bañaba y vestía, para luego bajar a desayunar con su familia.
Su madre Carla, hermosa y radiante, siempre con una sonrisa en su moreno rostro, con su larga trenza cayendo por uno de sus hombros y sus enormes ojos castaños, todos los días su rutina era preparar el desayuno, despedirlos en la puerta e ir a la florería que tenía en la calle principal, en la cual, Eren siempre ayudaba después de clases.
Su padre Grisha, un médico, de cabello rubio ya canoso, ojos azules y notorias arrugas, siempre que bajaba de su habitación, su padre ya estaba en el comedor, sentado, leyendo el periódico, para irse en cuanto terminaba el desayuno, despidiéndose con un beso a su esposa e hijos.
Su hermano Zake, hace un año había logrado ingresar a la universidad, se iba después que su papá, pero regresaba a antes, él también tenía el cabello rubio, ojos azules, además que su barba ya había crecido y se notaba, el bajaba después de Eren al comedor, saludaba dando un bostezo y se sentaba a comer.
Esa tarde, después de regresar de la preparatoria, se fue a la florería de su madre, quien enseguida, lo mando a hacer una entrega a domicilio, una docena de rosas rojas, para la casona que está en la colonia, se decía que estaba abandonada y nadie vivía ahí.
Grande fue su sorpresa al llegar y ver que un hombre delgado de baja estatura y finas facciones, lo esperaba en la entrada, su mirada lo atrajo, fue más bien como si durante mucho tiempo hubiera esperado que esos ojos se posaran en él.
— Te estaba esperando, pasa. — se apartó un poco y le dio acceso a la mansión.
— Yo, creo que se equivoca, yo soy de la florería Jaeger y traigo su pedido. — aclaro mostrando las rosas rojas.
— Lo sé. — ignorándolo entró al lugar.
— Pero. — resignado entró, en el lugar se encontraban otras dos personas, un rubio alto y musculosa, además de unas muy marcadas cejas, se le nota a serio, se encontraba de pie a un lado de la ventana, la otra persona era un chico con cara alargada y llena de pecas, a la mente de Eren, solo le llegó la imagen de un caballo, este se encontraba sentado frente a una mesa de madera.
Resistiendo la risa, saludo a los otros dos hombres.
— Mucho gusto, Eren, mi nombre es Eren. — aún con las flores en sus manos, se sentía incómodo.
— Mucho gusto, mi nombre es Erwin, él es Jean y el que viene detrás de ti es Levi. — presento el hombre rubio.
— Mocoso, ¿Cuánto fue de las flores? — Levi se adentró en la sala y tomo el ramo de las manos de Eren.
— Ah, sí, son... — Eren se quedó de piedra al ver como una de las rosas sin talló que Levi arrancó del ramo, se convertía en polvo ante sus ojos, sin siquiera pensarlo, Eren salió corriendo.
— Creo que lo espantaste. — se burló Jean al ver como un pálido Eren, más blanco que el papel, salía corriendo.
— Regresará. — sentencio Levi tomando entre sus manos las rosas restantes.
— después de tanto tiempo lo he encontrado otra vez. —
— Pero parece que él no recuerda nada. — comento Erwin regresando su vista a través de la ventana.
— Sigue siendo un suicida. — se mofo Jean.
Eren llegó a la florería con la respiración agitada y aún con la cara pálida.
— Eren, regresaste, acomoda las nuevas flores. — le pidió Carla a su hijo mientras atendía a más personas.
Eren tratando de recomponerse, hizo lo que su madre lo hizo, pero no podía sacarse de la cabeza la escena de la flor marchitándose en la palma de la mano de ese chico.

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BESOS DE SANGRE. RIREN
МистикаEren ha estado teniendo situaciones extrañas desde que su mirada se cruzo con aquel hombre de pequeña estatura y mirada fría. ¿Qué pasara cuando su alma sea la que busque a Levi?