Todo sobre ella.

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“Todo sobre ella”

13 de noviembre del 2014

Maldito amigo:

Hola,

Ahora tú estás con ella y te odio por eso; ahora tú puedes cuidarla y protegerla, y te envidio por eso. Tú estarás a partir de ahora. Yo estuve antes y lo seguiré estando, pero alejado de ustedes (no te preocupes, no intentaré separarlos). Ella ahora está contigo y ya no conmigo, y eso es exactamente lo que me preocupa, ya no estaré yo para ver su expresión de felicidad al entrar al Museo de Arte (por cierto, llévala… a ella le encanta ir, no olvides ver cómo se iluminan sus ojos al entrar); ya no estaré para calmarla de una crisis nerviosa (comúnmente las sufre al ver a un animal ser maltratado); ya no estaré para verla llorar (no intentes dejarla sola en esos momentos, hasta que se quede dormida, antes no, o te odiará toda su vida) y acariciarle el cabello cuando esté triste.

Espero que no pienses que estoy celoso (pero si no lo piensas estás en un error), espero, también, que no pienses que no estoy contento porque ahora está contigo (lo estoy, en serio… pero podría estarlo más si estuviera conmigo); y, obviamente, también espero que leas con atención cada palabra porque te diré todo, todo sobre ella, para que la entiendas mejor. Pero antes, te contaré nuestra historia, o parte de ella, para que no cometas los mismos errores que  yo cometí desde el principio; para que sea más feliz de lo que lo fue conmigo. No quiero decir que sigas mis órdenes para tenerla, porque ya la tienes, es más bien que entiendas lo que no debes hacer para así conservarla.

Hace tres meses (exactamente tres meses) la vi, yo estaba en el museo de arte , y la vi entrar con sus ojos llenos de lágrimas, o llenos de brillo, recuerdo su expresión… esa expresión que tiene un niño que se ha portado mal todo el año y sólo espera un pedazo de carbón para navidad, pero en cambio, por arrepentirse, recibe esa pista de carreras que tanto anhelaba; pero también estaba algo confundida, porque recuerdo que preguntó a un compañero (sí, yo trabajaba en el museo) que si tenía que registrarse o algo parecido. Cuando mi amigo le contesto que no, ella le agradeció y se fue a la sala D, donde están las pinturas de artistas no reconocidos. Me acerqué a mi compañero:

—¿Qué te ha dicho esa chica?—ya estaba enamorado de ella.

—Que si tenía que registrarse, pagar o algo parecido y después me dio las gracias.

—Oh, vale.

Me alejé de él y me dirigí a donde se encontraba ella, la observé mientras ella miraba una pintura, con tanta atención, llamada “Amanecer”; trataba de interpretarla creo que le resultaba difícil porque se llama “Amanecer” pero es de noche. Yo la primera vez que vi aquel cuadro puse la misma atención para lograr interpretarla bien. Miré cómo se mordía el labio inferior, tratando de ocultar su desesperación por no entenderla. Me decidí y sigilosamente me acerqué.

—Es lo que falta, lo que pasó y lo que está a punto de  pasar.

Ella giró su cabeza para ver quién era aquella persona que había interpretado excelentemente aquella pintura del anochecer llamada “Amanecer”.

—Creo que es posible…

—Lo es—la interrumpí sonriendo.

—Eres bueno repitiendo las interpretaciones más excelentes que hacen los visitantes—dijo irónica.

—Esa interpretación es sólo mía. Te prometo que no hay nadie detrás de ésta, más que yo.

—Entonces la interpretaste muy bien.

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