҉ ʟᴏʟʟɪᴘᴏᴘ ➳ ᴊᴏꜱᴜᴋᴇ ʜɪɢᴀꜱʜɪᴋᴀᴛᴀ

ᴅᴏꜱ

　　 ҉ el extraño de pelo esponjoso.

siempre la observaba, pero no sabía como acercarse. quería hablarle, pero no sabía de que modo. quería ser su amigo, ayudarla con los bullies, llevarla al parque, preguntarle sus juegos de gameboy o si tenía algún otro hobby.
odiaba verla tan triste y sola, cuando parecía ser tan buena niña.

la clase era larga, especialmente la última hora del viernes.
miraba sus apuntes de historia, pero realmente no les prestaba atención.
¿para que le serviría leer sobre el 1er gobierno japones?
el quería ser un rock-star mundial, o un programador de videojuegos. quería ser genial e interesante.
de por sí ya lo era, con solo 11 años ya le atraía a las niñas y tenía un buen grupo de amigos.

pero eso no le interesaba ultimamente. había solo una cosa en su cabeza y era el recuerdo de ver a idara momoka llorar en el baño, luego de que en el almuerzo tiraran accidentalmente un vaso lleno de jugo sobre su nuevo vestido; o cuando le hicieron tropezar a la salida del colegio, sobre el barro recien causado por la lluvia. todos los momentos que la vio sufrir, estaban en su cabeza. y quería ayudarla.

pero apesar de ser un niño considerado popular, no sabía como acercarsele. seguía siendo aún de nervioso y sensible con 17 años, y más cuando se trataba de la pelinegra.

su unica interacción con ella hasta el momento fue el segundo día luego de su llegada.
le tocó ir caminando para su casa ya que su madre estaba ocupada trabajando. salió tranquilamente, relajado y con cierta emoción de colgar su reciente diez de la evaluación de literatura en la nevera.
miraba los pajaros, el cielo resplandeciente y como de fondo se escuchaban las olas en el abundante silencio de la tarde.

tic tic tac.

algo interrumpió el callado camino.

tic tac tac.

eran unos zapatos caminando delante de el. tan desconcentrado iba que no notó que la niña nueva iba por delante de el a unos 7 metros.
la reconoció por las adorables trenzas que caían por su espalda, el uniforme corto hasta las rodillas y los anillos de mariposa que llevaba en su mano izquierda.

se empezó a sentir observada y se giró, encontrandose con josuke. lo miró por dos segundos, con intriga de por que la miraba.
el color se le subió a la cara al de ojos azules, y se giró rápidamente; ella devolviendo el gesto.

el resto del camino fue callado, y se volvia mas incómodo cuando giraban ambos en las mismas esquinas.
resultó ser que ella paró frente a la puerta de una casa, exactamente la vecina de jojo. no lo podía creer, ninguno de los dos.
desde la distancia de ambas puertas, se volvieron a mirar; ahora ambos sonrojados.
para romper la incomodidad, ella levanto su mano y sonrió suavemente. tardó en hacerlo, pero él le devolvió el gesto.

no hablaron nunca, ni en el camino. pero esa fue su máxima interacción por ese mes, al menos por los primeros días. cuando la empezaron a acosar severamente, su vista no se levantaba del suelo. creía que josuke estaba del lado de ellos, que solo la saludaba para burlarse o por pena; y decidió ignorarlo para ahorrarse más dolor.
él sabía de esto, y no sabía como demostrar lo contrario. que ella lo viera como un idiota más lo avergonzaba. pero un día se hartó de ello.

volvió a si mismo, reaccionando por el timbre más largo del día, el que marcaba el almuerzo.
tomó sus cosas y salió del salón despues de todos, ya que se había quedado como bobo mirando por la ventana.
y agradecía haber salido justo en ese momento hasta el día de hoy.

la vio a ella, entre dos de loa niños que más la momestaban, tratando de sacarle la bolsa de su almuerzo para ver que llevaba.

— ¡puaj! ¿tu madre no sabe cocinar o qué? - el rubio tiró el sandwich que le quito luego de darle un mordisco. - ¡traete una pizza de italia o algo, tonta!

los extraños ojos de la chica se cristalizaron. y josuke se enfureció.
se enfureció como nunca, tanto que sintió a su amigo no tan imaginario como despertaba tras él.
se acercó a la escena, y empujo al rubio unos metros lejos de ella.

— ¿y si mejor te metes con alguien que te pueda enfrentar? ¿o eres muy cobarde? eh. — no sabía de donde sacó tanta fuerza de voluntad.
el chico rubio se acerco intimidante al... ¿héroe? de idara.

ella miraba anonadada. era el último que pensaba que podía llegar a defenderla. siempre creyó que solo la ridiculizaba saludandola, o fingiendo ser dulce; pero resultó con buenas intenciones.
sintió como su corazón volaba de su pecho.

el bullie vió como los profesores pasaron por la puerta de la cafetería, echandose para atrás de el de cabello esponjoso. — esto no se queda así, higashikata.

se fueron ambos a alguna parte de la gran sala. la mayoría miraba en silencio la escena, incluyendo a la victima.
josuke no penso en lo que le podía llegar a pasar, se giró sobre sus tobillos y se acercó a la cafetería.

idara se shockeó aún más. no le había dicho absolutamente nada, ni la miró. no sabía que hacer.
por primera vez en su vida, la gente le había robado su habilidad para ser social como antes.
con un color carmesí en las mejillas, se acercó por detras de él mientras sacaba su pedido.

— josuke... ¿es josuke verdad?
— habló casi en un susurro, apenas podiendo mirarlo. — quer-ría agradecerte por lo de recién--.

se interrumpió a si misma cuando lo vió darse vuelta con una paleta rosada, envuelta en un envoltorio transparente y pequeño moño del mismo color pastel.
tardó en entender, pero lo vió entregandosela, estirando su mano mientras agachaba la cabeza lo máximo posible para que no vea el sonrojo latente de su cara.

— josuke-kun... — murmuró con cierta timidez. — ¿que es esto?

— es una paleta. — respondió rapidamente, colmado en nervios. — ¿o además de tener ojos raros, eres ciega?
intentó demostrarse indiferente, y no podía.

idara no se sintió herida con lo último, si no se murió de ternura, y saltó sobre la puntas de sus pies para darle un cálido abrazo.
josu tardó en reaccionar, estaba perplejo. por fin pudo acercarsele a ella, y mira, incluso estaban abrazandose.
al no sentir que le devolviera el gesto, ella se separó rapidamente, avergonzada.
— m-muchas gracias josuke.

— no es nada... - practicamente susurró. — la próxima vez que te molesten, me buscas. ¿si?