Ella sabía que era en contra de las reglas estar tan cerca de tierra firme, pero aveces le gustaba descansar en aquel lugar, era uno de los pocos en los que podía encontrar tranquilidad. El lugar era una costa desierta con rocas cómodas y perfectas para relajarse un poco.
Era uno de sus lugares favoritos y lo había visitado tantas veces desde hace tiempo, así que se sentía segura de que nada malo pasaría. Ni siquiera había visto a un solo humano por ahí, por lo que para ella eso era sólo confirmación suficiente de que el lugar sea más que seguro.
A diferencia de las otras sirenas, Aixa era conocida por ser muy distante y solitaria. Le gustaba estar sola casi la mayor parte del tiempo, pero las únicas veces que se la ve con sus otras compañeras era cuando tenían sus típicas reuniones nocturnas. Se alejaba rápido de ellas ya que no le gustaba lidiar mucho con tantas sirenas en un mismo lugar.
La mayoría consideraban a la joven una rara, muy estúpida y excéntrica sirena. Aunque de entre todas había sólo una en especifico que trataba bien a Aixa, una sirena mayor, si no fuera por ella, la joven desde hace mucho que habría dejado de juntarse con sus demás compañeras del mar.
Después de la costa, la muchacha tenía otro lugar favorito aún más secreto y preciado en el que gustaba pasar su tiempo, era una guarida secreta dentro de una cueva marina. Ahí le gustaba guardar sus objetos extraños que iba coleccionando y jugar con ellos para entretenerse un rato.
Mientras pensaba en sus cosas favoritas, se quedó viendo el hermoso paisaje hasta que atardeció. Las olas del mar moviéndose, el viento delicado y fresco hicieron que le pesaran más y más los párpados.
Aixa apoyó su cabeza entre las rocas y fue cerrando poco a poco sus ojos, hasta que al final ya sólo hubo oscuridad.
Un ruido la despertó de repente. No sabía cuánto tiempo había estado durmiendo, pero sólo le bastó ver el cielo oscuro y a un gran barco a metros de distancia para darse una idea rápida de lo que estaba pasando, todo en lo que pudo pensar fue en peligro. Sin un segundo más que perder se lanzó directamente al mar y nadó huyendo frenéticamente del lugar.
Aixa nadó y nadó con todas sus fuerzas. Estaba siendo presa del pánico y ya podía sentir su ansiedad dominándola pero a pesar del coas que se esparcía dentro de ella,
se detuvo en seco al comenzar a escuchar gritos lejanos, pero no gritos cualquiera, sino gritos desesperados y que pedían auxilio.
Estaba temblando de miedo pero la curiosidad la obligó a subir a la superficie y ver qué era lo que estaba pasando, ¿por qué gritaban así?
Lo bueno era que la sirena pudo alejarse a una distancia suficientemente segura del barco. Así ya no la verían. ¿Lo malo? Que a pesar de la gran distancia, el barco seguía visible debido a la siguiente razón, se estaba incendiando. El inmenso humo de las llamas se espacia en todo el cielo.
Aixa se encanto y sorprendió por lo que presenciaban sus ojos. Todo se quemaba podía ver pequeñas siluetas de humanos saltando por la borda y siluetas de humanos qué, tercos y orgullosos, se quedaron a morir en el barco quemándose con enormes llamas. La joven se quedó viendo todo hasta el final cuando lo último en quemarse fue la rara bandera con una calavera en lo más alto del barco. Hasta que quedó nada más que silencio y poco a poco el barco se fue hundiendo, tragado por las profundidades del mar.
Aixa sonrió estupefacta, con completa inocencia e ingenuidad. Como si fuese una niña pequeña que acabase de ver un gran espectáculo de fuegos artificiales.
Terminado el "espectáculo" la sirena se retiró rápidamente del lugar y se dispuso a volver con sus compañeras. Ellas preguntarían como siempre en dónde se había metido, ella jamás les contaría lo que pasó o lo que vio, no, ella se lo guardaría para sí misma, como un recuerdo fascinante y extraño que le haría sacar de vez en cuando una sonrisa pero haría sentir un poco incómoda a la vez.

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ᴍɪ ᴛᴇꜱᴏʀᴏ ɪᴅᴇᴀʟ
RomanceLo abrazó con fuerza. Lo único que quería ahora era quedarse en esa cueva sola junto a él. Porque ahora ya no le impotaban las demás sirenas que la odiaban o los peligro ahora sólo le importaba su propia vida y cómo la viviría.