˗ˏˋ☏︎ˎˊ˗DEVIL TOWN! CHAPTER NINE! 彡↬❵ ⚠ Gaslighting 「Luz de gas」
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UNA ROCA IMPACTÓ CONTRA el cristal de la puerta de entrada de la gasolinera, haciéndolo añicos al instante.
— ¿Estás segura de querer cometer allanamiento? — Steve camino detrás de Summer que pasaba sobre los vidrios rotos de la antes intacta puerta.
—Si quieres regresar a la oscuridad del bosque, adelante— dijo en un tono irónico pero sin ser tan grosera. Antes de entrar al local rondaron el lugar un rato, era una gasolinera de autoservicio, por lo que en las noches estaba cerrada la tienda de comestibles.
El lugar estaba desolado, no había ni una sola alma salvó por ellos dos, lo cual era perfecto, ya que si hubiera sido una tienda de servicio de 24 horas no hubieran podido pagar nada, pues ninguno traía efectivo.
Se acercaron a los refrigeradores y ambos tomaron una bebida abriéndola con desesperación, Summer jamás había sido una fan de la Coca-Cola, pero el líquido frío se sentía extremadamente bien en su garganta en ese momento.
Steve se tomó al menos tres botellas enteras de agua simple, seguramente su vejiga se arrepentiría más tarde de ello pero en ese momento no le importó demasiado.
Caminaron hasta la sección de comida, específicamente al área de pan dónde hay galletas, pastelitos, etc. Cualquier cosa se veía como un manjar digno de la reina Isabel ante sus ojos en ese momento.
Cada uno tomó el primer paquete que se puso frente a sus ojos, Steve abrió el suyo con desesperación y soltó un suspiró de satisfacción al sentir el sabor a chocolate en su boca.
—Dios, creo que jamás había probado algo tan rico en mi vida entera— mordió ferozmente el panquecito bajo la atenta mirada de Summer que lo hacia de una forma más tranquila, le dolía muchísimo mover tan siquiera un poco el brazo.
El castaño siguió devorando todo lo que se ponía frente a él mientras que la pecosa encontró un botiquín de primeros auxilios, no era lo mejor pero definitivamente era algo, y con eso bastaba.
— ¿Quieres que te ayude en algo? — Steve se sentó en el piso frente a ella dándole un último mordisco a su paquete de panques rellenos.
—Sí, de hecho, ¿Puedes ayudarme con la venda? — le extendió una de los rollos de venda que sacó del botiquín. Hizo a un lado las gasas ensangrentadas para que pudiera acercarse. Llenó de duda, pues no quería lastimarla, tomó su muñeca y estiró su brazo hacia él.
Se detuvo un momento al ver una mueca de dolor en su rostro pero continuó con más cuidado, obedeció y empezó a enredar la venda con fuerza alrededor de la herida.
