Capítulo 25: Yo mismo

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Una fuerte cachetada sacudió la cabeza de Shen, usando su mano sana, Elizabeth le reprochó sus acciones entre lágrimas. Nadie podía creerlo, Natsu tuvo un mal recuerdo al ver la fuerte mano de su hija, ni el propio Shen lo vio venir, esta vez no parecía ser broma, era enserio, Elizabeth hablaba muy enserio.


—Yo... yo estaba muy preocupada, creí... creí que no te vería de nuevo —dijo la pelirosa sollozando.


—¡Un día! —dijo Shen.


—¿Eh? ¿Un día? —preguntó Elizabeth.


—C-creo que disculparme otra vez ya no sirve, así que. ¡Un día! Haré lo que tú quieras por un día sin protestar.


—¡Es un trato! —contestó la pelirosa más tranquila.


—¡Que bi... —El cuerpo de Shen se tambaleó.


—¿Estas bien? —preguntó la maga.


—Si, no es nada... —acto seguido, se desplomó en los brazos de Elizabeth.


—¡Oye! ¿Qué pasa? ¡¡Oye!!


El mago cayó inconsciente frente a Elizabeth, todos se alarmaron al verlo caer de repente. Lucy tocó su frente y avisó que tenía una fiebre muy alta, de inmediato lo llevaron a la posada y lo recostaron en su cama, recibió tratamiento de Wendy y quedó profundamente dormido.


—¿Cómo está? —preguntó Lucy al ver salir a Wendy de la habitación.


—Él está bien, no es nada serio. Su fiebre ya bajo y está descansando... Aunque.


—¿Aunque? —preguntó Natsu.


—Parece sano en realidad, no entiendo cuál fue la razón de su colapso —respondió Wendy.


—¡¿Puedo entrar?! —dijo Elizabeth exaltada.


—Si, pero no lo molestes, está descansando —advirtió Wendy.


Elizabeth asintió y entró a la habitación dejando a sus padres fuera, cerró la puerta con mucho cuidado y volteó a la cama, Shen dormía tranquilamente como un niño. Tomó una silla y la colocó cerca del cabezal, procedió a sentarse y miró con delicadeza a Shen. Inesperadamente, el joven comenzó a sacudirse y sus manos se volvieron garras de dragón hasta la muñeca. En un esfuerzo por ayudar, Elizabeth acarició un poco la frente del joven haciendo que se tranquilizara un poco. La pelirosa se rio suavemente al ver que tenía una pesadilla mientras mantenía su mano sobre la cabeza de Shen.

...

—¿Dónde estoy? —preguntó Shen.


Abrió lo ojos lentamente y despertó a mitad de la calle, llovía a mares y hacia mucho frío. Volteó en diferentes direcciones, el lugar le resultaba familiar, no era Magnolia, ni siquiera Ishgar, esas calles, esas construcciones, sólo podía tratarse de Xing. Sin saber el porque, empezó a caminar sin dirección, daba vueltas en cualquier esquina que le pareciera bien. Tras caminar bajo la lluvia un rato, dio vuelta en cierta calle, un callejón sin salida. La mirada de Shen expresó su sorpresa, al final del sucio callejón, se encontraba una pequeña caja cubierta de mantas.


—¿Qué demonios?


Shen dio vuelta y se dispuso a regresar por donde vino, su rostro melancólico no despegó su mirada ni un segundo de la pequeña caja en medio de la lluvia. Un aleteo llamó su atención, arriba de los edificios estaba otra vez esa sombra, esperando, observando.

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