too bad, but it's too sweet...

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— Lee Minhyuk.

El mayor escuchó esa voz que tanto adoraba. La voz que lograba cambiarle el ánimo en cuestión de segundos con sus palabras y podía prenderlo con solo decir una sílaba.
Se giró en un instante para verle, como siempre, tuvo un impulso de correr hacia él y llenarlo de abrazos y besos; pero simplemente se quedó ahí, apreciando lo que era su chico especial.

Ahí, de pie. Minhyuk no podía dejar de pensar en lo hermoso que era y en cuanto lo quería. Mierda, sí, lo adoraba. Era todo para él.

— Lee Jooheon.  — Pronunció con una sonrisa. — Llegaste antes.

— Lo hice. — Apoyó, asintiendo. El cabello negro le cubría las cejas y parte de los ojos haciéndole parecer un poco más rudo y agresivo. Algo que le encantaba a el otro en todo sentido. — Creí que sería mejor pasar algo más de tiempo aquí.

— ¿Aquí? ¿En el departamento, quieres decir?

— Aquí. Contigo. — Se alejó de la puerta principal, caminando con un aire tranquilo y relajado. El otro solo lo miró.

— Está bien. — Minhyuk se puso de pié, con sus pies desnudos. — Bienvenido a casa.

Jooheon sonrió con ternura y caminó hacia la cocina, su hyung, quien estaba sentado en el sofá de la sala lo siguió, entrando al lugar segundos después.

El pelinegro tomó un vaso de vidrio y se sirvió agua fría, bebiendo tranquilo.

— Y... ¿qué tal el día de hoy? — Comenzó el rubio, se había acomodado apoyando el trasero contra la estufa apagada.

— Nada interesante. Parece ser que mi madre cree que nuestra relación es mala. Me lo dijo hoy que fui a visitarla.

Minhyuk compuso un gesto de sorpresa. — ¿Tu madre? ¿se refería a nuestra relación?

Asintió. — Ridículo, ¿verdad? — Rió dejando el vaso en el fregadero. — Le aclaré que no hay nada malo en ella y que estamos bien.

— Oh... que bueno. Es mejor aclarar las cosas.

— Lo sé.

Jooheon dio tres pasos, para estar al alcance de el rubio, y, sin esperar ni preguntar, atacó a los labios, comenzando a besarle lentamente. El mayor cerró los ojos con delicadeza al sentir el primer roce de labios: lento y tierno, acompañado de la frialdad que tenían los labios de su chico. El pelinegro pasó un brazo por la cintura del otro, apretándolo contra de su anatomía, mientras, Minhyuk le despeinaba el cabello aún más.

— ¿No quieres cenar? — Preguntó el rubio contra los labios del otro.

— Perdí el apetito.  — Murmuró sin prestarle mucha atención, estaba concentrado en mordisquear su labio inferior.

— ¿En serio? — Jooheon respondió con un gruñido ahogado. — ¿Entonces?

— Sólo... déjame disfrutarte. — Murmuró contra el cuello de Minhyuk, para después deslizar sus labios por el lugar dejando un pequeño rastro húmedo.

— No... no me tortures así. — Se lamentó el rubio aún con los ojos cerrados, mordiendo su mejilla.

— ¿Huh, qué dices? — Le tentó. Abrió un poco la boca y, usando la punta de su lengua, volvió a marcar el recorrido hasta llegar al oído. — ¿Qué no te torture? Pero si amas el masoquismo.

Minhyuk tragó saliva sintiendo como un hormigueo comenzaba a subir, desde la punta de sus pies a su rostro. Al abrir sus ojos, Jooheon conectó sus miradas: oscuridad, maldad, excitación, deseo.

on the time, time to die Donde viven las historias. Descúbrelo ahora