Capítulo 14. Un viaje de memorias: y el amor es dorado.

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No soy capaz de mirar nada más ahora que te miro a ti.

La luz del sol de finales de verano caía dorada y cálida sobre la piel del joven príncipe de Izumo haciendo que aquellas palabras se formaran en la mente del futuro rey de York porque aquella era la verdad: sus pupilas color esmeralda parecían estar convocadas a la figura de Eiji sin que él fuese capaz de evitarlo. Porque Eiji resultaba mágico y atractivo para él, en realidad, era así para todas las personas que estaban mirándolo en aquel preciso instante.

Ash no podía culpar a sus súbditos por preferir hablar con el príncipe Eiji antes que con él. Ash no podía evitar sentirse convocado a adorar a Eiji del modo en el que todos los habitantes del pequeño pueblo costero que visitaban aquel día, hacían. Eiji era adorable, su cabello oscuro atado en una cola alta decorada con listones azules, del mismo color del mar que enmarcaba la perfecta figura del príncipe de los dragones, le daba un aire angelical a su prometido. La sonrisa serena y cálida que Eiji le regalaba al mundo entero sin contemplaciones podía ser también la causa de que todo el mundo quisiera estar cerca del príncipe de los dragones.

El corazón de Ash latía orgulloso en medio de su pecho. Era más que evidente que Eiji tenía practica al hablar con la gente, que su príncipe era experto en escuchar a todo aquel que llegara buscando consuelo en él. Eiji trataba a las personas con respeto, las escuchaba dándole la importancia necesaria a cada uno de ellos sin juzgarlos, sin corregirlos, sin interrumpirlos. Aunque Ash lo admiraba desde lejos, incluso el futuro rey de York podía sentir la calidez que se desprendía de su prometido. Eiji había sido así durante todo el viaje. Sin importar que estuvieran en medio de una llanura, de un bosque o de una playa, Eiji trataba a todo el mundo con aquella delicadeza cálida que era como un arte.

Ash sabía que su príncipe se convertiría en un rey perfecto algún día porque para él, cada una de las personas del reino, sería parte de su familia. El príncipe de York sonrió y dejó que un suspiro escapara de sus labios haciendo que Shorter y Sing, quienes vigilaban al lado de él al joven príncipe de Izumo, le lanzaran miradas burlonas pero no dijeron nada. También los dos generales del reino se sentían convocados a seguir mirando a Eiji porque el mundo que el príncipe creaba a su alrededor parecía estar matizado por el dorado de la tarde que parecía venir de él y no del poderoso sol que brillaba en el cielo.

—El príncipe es tan hermoso...— susurró Shorter haciendo que Sing le lanzara una mirada de advertencia y que los ojos verdes de Ash se clavaran en él con furia— ¿Qué? ¿Solamente yo pienso eso?

—No, pero no tienes derecho a decir eso acerca de MÍ prometido— enfatizó Ash haciendo reír a Sing mientras Shorter levantaba los hombros a modo de disculpa.

—Pero es hermoso, yo lo pienso, tú lo piensas, todos los aquí presentes lo pensamos— siguió Shorter sin guardarse ninguno de sus pensamientos como siempre solía hacer—. No es un pecado decir la verdad, y en realidad la gente está feliz de conocer a su futuro rey. Él los comprende ¿no es así? Nuestro príncipe Eiji comprende a todo aquel corazón que se acerca a él y esa es su magia, es una magia que ni siquiera la guerra pudo arrebatarle.

—Es magia y también es un arte— dijo Sing asintiendo a las palabras de Shorter—. El príncipe Eiji es sabio, puede parecer joven pero creo que toda su vida fue preparado para esto ¿no es así? Dirigir un reino es más que gobernar o que liderar un ejército. Un rey ejemplar es aquel que no se olvida de aquellos que lo hacen ser quien es. El príncipe de Izumo ha sido amado su vida entera y por ello es sencillo para él mirar a sus súbditos con amor también...

—Voy a ponerme celoso en serio— dijo Ash sin poder evitar sonreír al ver que Eiji cargaba a un niño pequeño entre sus brazos para deleite de todos los habitantes del pueblo—. Mi Eiji es todo lo que han dicho pero también es más, mucho más...

King of my heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora