Capítulo 8

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Una presión palpitante en mi vientre, me obligo a levantarme con rapidez y correr hacia el baño para desechar el líquido que no era requerido por mi cuerpo

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Una presión palpitante en mi vientre, me obligo a levantarme con rapidez y correr hacia el baño para desechar el líquido que no era requerido por mi cuerpo. Agitada, con la garganta seca y el cabello pegado a mi nuca, yacía desorientada después de regresar del sanitario.

Me miré las manos con el ceño fruncido—¡¿No me había muerto?! —entre mi asombro empecé a toquetearme el estómago en donde había recibido la estocada, sin encontrarme bañada en mi propia sangre, tuve que reiterarlo levantándome el camisón que no recordaba haberme puesto, apreciando mi piel sin ninguna marca—¿Eh? ¡Todo fue un sueño!

Mis ojos se deleitaron en apreciar los arboles tras el cristal de mi ventana, me rascaba la cabeza mientras fruncía los labios con el único pensamiento de finalmente haber enloquecido. Suspire, "no importa que tanto lo piense, no voy a obtener las respuestas".

—Chubi—vocifere—¡Chubi! —le llame por un largo rato sin obtener respuestas de mi supuesto guía.

Aun sin tomar un baño y cambiar mis fachas, salí en busca de algún alma con la que pudiese corroborar mis recuerdos. Como si mi estómago estuviese al mando termine arribando al comedor, y para mi sorpresa, este yacía repleto de comida. Inclusive los 5 prospectos de pareja se encontraban situados en un lugar en el comedor, sin tocar algún alimento.

—¿Mónica? —pregunte con la voz temblorosa.

—¿Moni quién? —me cuestiono Abel confundido al acercarse a mí—¿sigues dormida? —empezó a pasar su mano cerca de mi rostro.

Ofuscada le tome la mano—No, solamente estoy preguntando por Mónica. Tú eres el raro si finges no conocerla—dije sin poder controlar el tono de molestia en mis palabras.

— Pero señorita, usted es la única mujer aquí—intervino Azazel completamente ido en tocar las orejas de su peluche.

Empecé a masajearme las sienes, sentía que iba a darme un mortal dolor de cabeza—¡No, no y no!, estoy cien por ciento segura que esa perra loca me apuñalo—estaba empezando a agitarme. Sentía que el piso estaba iniciando a moverse con violencia y las paredes estaban cerrándose. —Sé lo que digo—eleve la voz, mi mano derecha apretó la piel que debería estar lastimada tras la estocada—Mónica ella definitivamente existe...—me mordí el labio.

La mano de Lucy se posó en mi hombro, el moreno me miraba amablemente, para él no era necesario usar palabras para brindar apoyo.

—Mejor siéntate humana—comento Lucas con cierta irritación—te quedas dormida, apareces hasta el almuerzo y comienzas a delirar—refunfuño.

Apreté los labios de la impotencia—...Tienes razón—murmuré en aflicción—Es inútil que intenté encontrarle sentido a este juego—me encogí de hombros —sólo me queda renegarme y fingir que nada paso.

Mi alrededor se detuvo completamente, por lo que la sensación de mareo se fue sin más y a pesar de la preocupación de Abel y Lucy, simplemente preferí dejarme llevar por la corriente y tomé asiento en la punta del comedor. Estaba excusándome diciendo que no tenía otra opción, así que ignore la molestia en mi pecho.

Atrapada en un otomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora