Enji caminó hasta su automóvil, aun tomando a la chica de la muñeca. Al abrirlo, arrojó la mochila al asiento trasero y se sentó en el asiento del piloto. Le extrañó que la chica no subiera por su cuenta.
-Subete.
-No.
Enji frunció el ceño y abrió la puerta del copiloto, mirando a la chica seriamente.
-Te llevaré a casa, tus rodillas están sangrando.
-No subiré, señor Todoroki.- Misaki sacudió su falda y entró un poco al automóvil para tomar su mochila.- Las personas me llaman "Zorra" y "Puta" porque creen que tengo una aventura con usted, ¿Cree que tengo ganas de que los rumores se hagan más fuertes?- Suspiró con pesadez.- Eso que vio, Bakugou atacandome, es poco a comparación de lo que le hacen a los becados aquí.
Cerró la puerta y se colocó la mochila, costaba caminar porque sus rodillas dolían pero estaba convencida de que era mejor sentir ese dolor al que sentiría después si los rumores seguían. Escuchó a Enji salir de su automóvil para seguirla.
-No permitiré que te vayas en ese estado. Esto es culpa de mi hijo, ¿No es cierto?- Enji tenía la clara sospecha de que Shoto había decidido terminar la apuesta que le daba cierta inmunidad a la chica y era la razón por la que ahora ella parecía ser el objetivo.
-No importa de quién es la culpa, aunque lo supiera no podría hacer nada.- Misaki seguía caminando aun cuando sus rodillas comenzaban a arder cada vez más fuerte, pero no iba a permitir que los rumores crecieran, tenía miedo de que incuso se lo hicieran llegar a sus padres. Esos niños ricos no tenían consideración alguna.
Enji se talló la cara con evidente frustración y caminó detrás de la chica, tomando su mano para detenerla.- Te dije que vendrás conmigo, Misaki.- El hombre habló con una voz autoritaria que pudo asustar a cualquiera pero Misaki no se inmutó y trató de soltar su mano.La mano de la chica estaba fría, pero le transmitía calidez y un instinto protector surgía en él con sólo tocarla. La pelinegra intentó soltarse del agarre del pelirrojo, pero su fuerza era muy diferente a la suya.
Después del leve forcejeo, Misaki se rindió. Enji no soltó la mano de la joven, no quería hacerlo todavía pero sabía que tenía que hacerlo o sería mal interpretado si alguno de sus compañeros los veía, en especial aquel niño violento de cabello rubio. La pelinegra alzó la vista sólo para encontrarse con los ojos del mayor, mirándola fijamente y, aun sin saber por qué, sintió sus mejillas arder por lo que tuvo que apartar la mirada casi de inmediato.
-¿Subirás a mi auto o seguirás negandote?
Misaki sonrió ligeramente mientras caminaba hacia el auto del hombre. El pelirrojo la miró caminar hacia su auto y tuvo un extraño sentimiento cuando la vio sonreír.
-Esto es malo.- Pensó mientras se dirigía hacía el auto.🌸
-¿Quién es el chico de cabello rubio?- Enji conducía mirando el camino, pero no podía evitar mirar de vez en cuando el asiento del copiloto, ocupado por una hermosa joven de mirada triste.
Misaki no había hablado en todo el camino y se había dedicado a juguetear con su falda, si no fuera por los pequeños respingos de nariz que daba debido al dolor de sus rodillas, cualquiera podría haber pensado que la chica era un maniquí.
El pelirrojo se aclaró la garganta para llamar su atención, pero ni así logró sacar a la chica de sus profundos pensamientos.
-Misaki.- Habló un poco más fuerte esta vez, con la esperanza de que la chica respondiera.Giró un poco el rostro al escuchar la voz del hombre.
-¿Si?-Quiero saber quien es el chico rubio que te estaba atacando.
Misaki suspiró un poco al recordar eso y tiró su cabeza hacía atrás.
-Se trata de Katsuki Bakugou. Es hijo de unos empresarios muy adinerados y por eso piensa que puede hacer lo que quiera, tiene control total sobre los alumnos, él decide a quien molestar y a quien no.- Enji notó que la joven apretaba los puños en un intento de controlar su ira.
El pelirrojo conocía a los padres del chico. A menudo hacía tratos con ellos, eran excelente tanto personalmente como en los negocios, lastima que el hijo fuera exactamente lo contrario.
Mirar a la joven con algunas marcas en el cuello y las rodillas con sangre seca le hicieron entrar unas enormes ganas de romper todo trato o vinculo con los Bakugou, por supuesto, perdería algunos cuantos millones, pero ellos perderían todo el trabajo que habían logrado en sus vidas. Tal vez era un poco cruel hacer todo eso por una niña a la que casi no conocía.
-Llegamos.- Enji se estacionó y bajó del auto para abrir la puerta de la chica, pero esta ya había salido.
-No creí que me traería a su lujosa mansión, señor Todoroki.- Misaki miró la casa de los Todoroki, aquella en la que había pasado muchas tardes al lado de Shoto, antes de que él decidiera terminar con la apuesta por su virginidad.
-Tengo que curar tus rodillas.- En realidad no era necesario que lo hiciera específicamente él, podría haberle dicho a alguna de sus sirvientas o ir con su médico privado, pero la idea de compartir más tiempo al lado de la intrigante chica era mucho más atractivo que dejarla en manos de cualquier otra persona.
Se dirigieron a la entrada y caminaron por los pasillos, ignorando algunas miradas curiosas de los sirvientes de Todoroki. Llegaron a lo que Misaki supuso que era su oficina y entraron. Enji cerró la puerta tras de si.
-¿Puedes sentarte en mi escritorio?- El hombre se dio la vuelta para tomar el botiquín que tenía en la oficina mientras la chica se sentaba.
Gracias a la altura del escritorio, ahora la chica podía tocar un poco más arriba del pecho de Enji con su cabeza. Cuando este se giró noto lo hermosa que era la chica. Sus piernas estaban muy bien contorneadas y combinaban a la perfección con su estrecha cintura, el cabello caía sobre sus pechos y su rostro serio y ausente la hacía verse aún más bella de lo que ya era. De repente giró su rostro hacía donde se encontraba el pelirrojo y le miró mientras forzaba una sonrisa y volvía a desviar la mirada. Enji sintió tantas emociones mezcladas que le obligaron a aflojar el nudo de su corbata. Sin saber por qué, se acercó mucho más de lo necesario a la pelinegra, ignorando por completo el espacio personal de la contraria.
-Ahora voy a curar tus heridas.- Su voz sonaba ronca, más profunda de lo normal.
Misaki levantó un poco su falda aun cuando no era necesario que lo hiciera, dejando expuestos parte de sus blancos y tersos muslos, logrando que el mayor suspirara con pesadez.
-¿Por qué carajo estoy haciendo esto?- La mente de Misaki estaba nublada y no podía pensar con claridad acerca de la situación que estaba desarrollándose. Literalmente estaba seduciendo a un hombre mayor, y por alguna razón... le gustaba.
Enji recargó su mano izquierda en el escritorio y acarició con lentitud los muslos de la chica y cuando escuchó a Misaki tratar de contener un gemido sintió que la locura se apoderaba de él. Miró a la pelinegra a los ojos, pudo notar el increíble rubor que se expandía por sus mejillas, haciéndola lucir aún más hermosa y sus labios entreabiertos. Ambos se miraron por unos cuantos segundos, hasta que Misaki comenzó a acercar su cara aún más al mayor. Todo ese coqueteo, deseo y excitación estaban a punto de culminar en un beso.
-Señor, su hijo Todoroki acaba de llegar y me pidió verlo.- Uno de los sirvientes entró a la oficina interrumpiendolos para después quedarse helado debido a la escena que estaba presenciando. El señor Todoroki tenía la corbata aflojada y estaba casi arriba de una joven chica que se encontraba sentada en su escritorio, sonrojada y con la falda un poco levantada.- Y-yo, señor y-yo no sabía q-que estaba ocupado. ¡Disculpeme!
Enji se incorporó, estaba rojo, en parte por la vergüenza de ser atrapado y en parte por el enojo de haber sido interrumpido.-¡Deben tocar la puerta primero! ¿Por qué nadie toca la puerta primero?- Estaba preparado para seguir descargando su furia con su sirviente, pero algo lo detuvo. Escuchó una suave y agradable risa así que se giró y contempló la escena más preciosa que pudo haber visto. Misaki estaba riendo.
Era la primera vez que la escuchaba reír.
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Cold and hot. [Todoroki Enji x OC]
FanfictionMisaki Tachibana estudia en U.A, la universidad privada más cara y prestigiosa de Japón, pero por dentro es un mundo de sufrimiento para los becados, quienes día a día deben aguantar las humillaciones de parte de sus compañeros. Gracias a una apuest...