Una despedida agridulce

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"... Sí, bueno, supongo que esa fue la primera vez que me gustó alguien. Éramos aún muy jóvenes y nunca me correspondió" contaba Tzuyu, un poco melancólica sus experiencias a Sana. Tzuyu estaba recostada sobre el pecho de la japonesa mientras miraban al lago, y la menor había estado platicandole un poco más de su vida, de sus recuerdos. Sana no se imaginó que aquella sería la última vez que se verían en ese lugar, o la última vez que se verían y ya. Después solo hubo una carta.

Ya habían pasado las 6 semanas, de hecho, faltaban sólo tres días para regresar a casa. La universidad esperaba a todas las chicas. Bueno, a casi todas. Momo era la heredera única de la compañía de sus padres y comenzaría a trabajar pronto; y Chaeyoung y su hermano viajarían por toda Europa en su año sabático. La casa usualmente pasaba vacía. Todas se rehusaban a volver a sus vidas habituales, por lo que trataban de disfrutar sus últimos días en ese recóndito pueblo de Italia al máximo. Mina y Chaeyoung se habían ido a la playa en un viaje de "mejores amigas" o al menos eso fue lo que le dijeron a los padres de la mayor, aunque sus amigas ya sospechaban que ese término no sería el más adecuado.

Nayeon y Momo se la pasaban flojeando por la casa y disfrutando del último descanso que tendrían. Su amistad, aunque un poco complicado, probablemente estaba mejor que antes. Las demás lo podían afirmar. Sana y Tzuyu, por otro lado, desde que su amor había sido declarado, se la pasaban juntas. Querían probar de todo, pues sabían que ese romance de verano estaría llegando a su fin pronto. Todas las noches hacían algo diferente, esta vez, habían regresado a ese lugar secreto por el lago.

Mientras estaba recostada sobre el pecho de Sana, algo pasó por su cabeza. Eran vacaciones, lo que significaba que en algún momento iban a terminar, y como ese momento estaba más cerca que nunca, un sentimiento de tristeza profunda invadió su cuerpo y repentinamente, lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas. Sana no se había percatado hasta mirar hacia abajo tras escuchar un pequeño hipido. "¡¿Tzuyu?! ¿Estás bien? ¿Dije algo malo? ¡Lo siento! Yo..." la frase no pudo ser terminada pues la menor se había abalanzado sobre ella para besarla. Un poco confundida, Sana comenzó a corresponder el beso y rápidamente se fue adueñando de la situación. Sin embargo, dio un alto pues aún sentía la tristeza de esa linda chica. Sana pudo percibir toda esa tristeza y frustración en medio del beso, como una forma de gritarle y rogarle de rodillas que por favor no siguiera avanzando el tiempo.

"¿Me vas a decir qué te pasa?" dijo, acariciando suavemente su rostro y mirándola con mucho cariño. Tzuyu tomó su mano y la besó, aunque no supo por qué, pues fue más como un impulso.
"Es sólo que, estoy triste" dijo, con una sonrisa un poco forzada. Tzuyu no podía - o no sabía - explicarle con palabras coherentes que tendría que irse antes. Le dolía el corazón de sólo pensar que había hecho pasar a su corazón y al de la chica que tenía enfrente por tanto, solo para tener que irse antes. No podía decirle que aunque sus corazones estaban enamorados ella tenía compromisos de los que no podía escapar.

"Sana, tú me encantas" dijo, algo seria. La mayor solo la miraba claramente confundida y con las mejillas muy rojas.
"¿A qué viene eso?" dijo, nerviosa y expectante a una respuesta.
"A que me encantas demasiado como para pensar que no te veré después de esta semana" si Sana creía que las lágrimas de Tzuyu habían parado definitivamente, no podía estar más equivocada, pues ahora que había dicho eso, sentía como su cuerpo liberaba más llanto del que podía controlar.
"Te quiero mucho, Tzuyu" dijo, abrazándola.
"Yo te quiero infinitamente" respondió, aún entre sollozos.
"Ah... Pues yo te quiero infinito más..." lo primero que vio fue lo primero que agregó a su oración
"más un par de duraznos. Así que no puedes superar eso".

Aunque Tzuyu era una persona bastante reservada, con la única persona con la que se permitía ser débil y verse vulnerable, era con Sana. Sus lindos ojos y suave voz eran como una invitación para que se desmoronara cada vez que lo necesitaba; y aunque Sana no fuese la mejor dando consejos o explicaciones, sus abrazos y besos, junto con su encantador sentido del humor, eran el remedio perfecto para los sufrimientos de Tzuyu. Y eso le dolía más. Porque estaba a punto de dejarla como si nada, porque no tenía otra opción.

Our Last Vacations [Satzu] 🔶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora