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Necesito solo un momento para pensar. Me es imposible decir que no a tanta magia embriagadora de sueños y efímera felicidad. No puedo evitar notar su perfume, su tacto, o su calidez y querer formar parte de aquello para siempre. Y tengo tiempo para pensar. Y pienso. Y sé que está mal, que he de olvidar las caricias, ya que estas fueron solo consecuencia de mil golpes.

Necesito respirar un aire nuevo. Me es imposible conocer algo más eterno que aquella historia sin final, que lo tuvo. Quizás pueda sentir otros perfumes, otras pieles, y otros labios. Y consigo salir al exterior, y respirar otras pieles, besar otros perfumes, y oler otros labios. Pero solo conlleva más confusión. La eternidad es cada vez más efímera.

Necesito volar entre las estrellas. Necesito sentir su extraña textura, enamorarme de alguna quizás; recorrer con todos los sentidos todo lo que una estrella pueda darme. Tal vez escribirle poemas diciéndole cuántos la admiran, cuantos soñadores están enamorados de ella, y lo dichosa que mi alma se siente porque ella lo esté de mí.

Necesito saber que no soy solo polvo que al polvo irá. Me es imposible conocer más que esa incesante naturaleza del ser humano de querer conocer todos los porqués. Tantas cosas soñadas, y tantas por soñar…

Pero vuelvo a caer. Vuelvo a caer por la desesperación de la necesidad de aquella loca rutina, de besos embriagadores y caricias tan peligrosas. No entendí por qué hasta que volé con una estrella. Hay caricias, sonrisas y miradas que consiguen enamorar más que el más sincero beso de amor verdadero. Hay casualidades maravillosas que crean a los más maravillosos artistas, enamorándolos. De una estrella, de un árbol, de una muchacha, de sí mismos…

¿Y qué queda de mí? No quiero ser solo polvo de estrellas. Quiero ser una estrella, y brillar, y generar amores, romances, inspiración… Quiero que cuando algún ser humano me mire, sepa que no está solo, que también es una estrella; que su alma puede volar junto a mí, y escribirme poemas, y tal vez hasta bailar.

Solo quiero ser un alma pura para siempre, y a la vez, quiero comerme el mundo. No quiero que las estrellas de mi cielo se apaguen para siempre, o dejen de brillar en él. No quiero que los árboles se corten, aunque también quiero unos nuevos. No quiero perder su enorme sabiduría, pero quiero aprender.

Y aparece otro beso, dos, tres más; y me embriago, y dejo de pensar. Fuegos nuevos comienzan a aflorar y acabar con la vida en el mundo. Al fin y al cabo soy una estrella. Al volver a la sobriedad en mi alma, una parte de ella quiere arrepentirse de todo el mal que se hizo a sí misma. No sabe si debe. Tal vez, si solo pudiera volver a cuando los nervios y la adrenalina le iban a explotar el corazón, y la inexperiencia la atormentaba, todo podría salir mejor. Pero el polvo no tiene segundas oportunidades.

Un corazón apuñalado es lo que me llevo. La calidez de esos besos me dan la sensación de que ya no duele, pero cuando tengo tiempo para sentirme una estrella, y volar entre ellas, solo yo y las demás, mi corazón arde con la fuerza de mil explosiones. Como si el mundo cayese a pedazos cada vez que pienso en sus gestos, su risa, y el color de sus ojos cuando compartíamos miradas, que forman tan parte de quien fue la luna de mi tierra. Como si sintiera frío, y las flores de mi jardín se congelaran a pesar del sol y el calor que los demás dicen sentir. Me siento a mil kilómetros de quienes están justo a mi lado. Ya no me conmuevo tan fácilmente. Ya no poseo esa conciencia tan pura, esa posibilidad de dar la mano al cruzar la calle, o conseguir perdón con no más que una sonrisa. Ya no soy nada de lo que creía ser. Ya no soy una estrella, ni polvo de estrella, ni una flor.

Ya no sé siquiera si soy.

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⏰ Última actualización: Feb 10, 2015 ⏰

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Los besos de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora