Capítulo cuarenta y siete.

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No debería comer más por hoy, pero teniendo tan doraditas y redonditas palomitas en frente... además Bloo las comía como si fueran la cosa más deliciosa del mundo así que terminé metiendo mi mano en la bolsa para tomar un par de palomitas con las yemas de mis dedos.

–Oye –me gruñó él–. Dijiste que no querías comer –retiró la bolsa de papel con las palomitas de su pierna izquierda y la puso sobre la derecha.

–No dije que no quería, dije que acabábamos de comer... –estiré mi mano para tomar más palomitas, pero él tomó la bolsa y la alejó de mi–. Dameeee... –alargué la palabra suplicante mientras me estiraba más, ya estaba casi sobre él.

–No. Son mías –susurró sonriente mientras miraba mis labios.

–No seas egoísta –me subí sobre él sentándome a horcajadas.

Él se deslizó en el puf hasta quedar recostado sobre alfombra y el blando sillón le servía de espaldar mientras mantenía estirado su brazo derecho apartando las palomitas de mí, su mano izquierda se posó en mi cadera.

–No uses tu brazo –le pedí mientras tomaba su mano para quitarla de mi cuerpo y la puse sobre su pecho–. Deberías usar el cabestrillo.

–Esa cosa me incomoda.

–Pero tienes que usarlo... –susurré al inclinarme hacia adelante y ligeramente a un lado para evitar aplastar su brazo mientras estiraba sutilmente mi mano hacia la bolsa de palomitas.

Mi rostro estaba demasiado cerca del suyo, él sonrió mientras ladeaba su cabeza y relamió sutilmente su labio inferior.

–Si quieres besarme no tienes que buscar pretextos infantiles como este –dejó la bolsa con palomitas en el piso y ya con su mano libre me tomó por la mejilla.

Bastó con que él levantara levemente su rostro para que nuestros labios hicieran contacto suave y lentamente, cerré los ojos mientras correspondía el beso, pero no me había olvidado de las palomitas, estiré mi mano y logré agarrar la bolsa, sonreí y detuve el abrazo mutuo de labios con dos cortos besitos ruidosos ya que no podía dejar de sonreír.

Me retiré de él lentamente llevando conmigo la bolsa de palomitas y una amplia sonrisa de victoria hasta mi sitio.

–Tramposa –murmuró sonriente–. Dame palomitas.

Tomé una palomita y la sujeté en el borde de mis labios haciendo un piquito y se la mostré juguetonamente, él no dudó un segundo y se abalanzó a mi boca tomando la palomita y después sonrió.

–¡Oye! –reclamé entre risas–. No pensé que la tomarías.

–De tu boca tomaría incluso veneno.

–¡Que cursi! Eso da escalofríos.

Él rio a carcajadas, era obvio que aquella ridícula frase era nada más que una de sus locas bromas así que sonreí mientras negaba con mi cabeza y de pronto un estruendo en la película llamó nuestra atención, la película empezaba a ponerse interesante así que pusimos atención y yo dejé las palomitas en medio de los dos para que pudiéramos comerlas.

Pasaron unos cuantos minutos y nos habíamos acabado las palomitas y la soda.

–¡Oh Shit...! –exclamó él dando un brinco ante una escena algo aterradora.

–Miedoso... –murmuré burlándome, aunque también me había asustado un poco.

–Es que apareció de repente... –se explicó señalando a la pantalla– no me asuste, solo me tomó por sorpresa.

RUDEWhere stories live. Discover now