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Primavera 1/2

Matias y Rodrigo paseaban por las calles viejas de la ciudad rumbo a la heladería. La primavera había empezado y ellos habían aprovechado la oportunidad para disfrutar como se debe del clima. No hacia ni frío ni calor. Por sobre las cuatro épocas preferían el invierno.

- ¡Un cuarto de chocolate, tiramisú y vainilla, por favor!- Dudó pero terminó eligiendo los mismos gustos de siempre. Que predecible Matias. Ya habían llegado a la famosa heladería.

-Y yo un cuarto de limón, chocolate y frutilla.- Habló rod a la segunda chica detrás del mostrador. Solo quedaba esperar a que terminen de servir esas cremas heladas.
Una vez con sus helados en mano tomaron asiento cerca de la ventana para ver a la gente que pasaba y admirar el resto del paisaje.

-La gente no está acostumbrada a ver a dos chicos de la mano, pero ven tan normal ver a un chico y una chica a punto de coger en la calle, son tan hipócritas a veces.-- Bufó rod, mirando a una pareja heterosexual comiéndose literalmente en el medio de la calle. La gente que pasaba casualmente por ahí los esquivaban pero cuando el estaba con Matias por ejemplo, las personas se volteaban a ver y se tomaban el tiempo de regalarles miradas de asco y o tirar comentarios al aire pensando en que no los escucharían. No podía creer que las personas no podían naturalizarlo, aún en pleno siglo XXI. Se supone que deberíamos haber avanzado un poco más mentalmente, señores.

-No les des bola, yo ya me frustré y aprendí que nosotros sabemos lo que sentimos y a donde vamos con nuestra relación. El resto no tienen idea de lo mucho que te aprecio con cada rincón de mi ser. Dejá de pensar en los demás porque siempre va a existir alguien que no va a estar de acuerdo con esto. Solo vos y yo podemos decidir si estamos juntos o no, no deberíamos depender de nadie más para decir si es verdadero o no.-Matias entrelazó sus dedos y le regaló una mirada que ya decía mucho. Le había regalado toda la seguridad que necesitaba.

-¿Por qué sos tan lindo? Me dan tantas ganas de comerte a besos- Le susurró en el oído y mordisqueó el lóbulo de este. La provocación en una relación siempre es lo más lindo, dicen.
Y él lo confirmaba.

-En casa podes hacerme lo que quieras, amor.- Le guiñó un ojo. Su broma sonó con doble sentido pero él lo único que quería era unos besitos, no que le parta su entrada en dos. No iba a explicárselo pero por la mirada que le tiró se pudo quedar más tranquilo.

Rodrigo no aguantó más la espera y marcó los labios ajenos con su sabor.
Estaba consciente de que su pantalón comendaba a incomodarle por la naciente erección que le provocaba su amor.

-Increiblemente mío.-Rod usó un tono bajo para hablarle, con su característica voz ronca. Ya había sido suficiente para su acompañante cuando tiró por la ventana de esa habitación su cordura. El primero pasó por los hombros esa tela traslúcida. Dejó ver el lechoso abdomen del ser más hermoso que había visto.
Porque la forma en la que esa camiseta marcaba sus pezones se le hacía imposible no crear escenarios en los que se veía mordisqueandolos y haciendole jadear de mil maneras espeluznantes, jugando con su mente y cuerpo a quién podría darse más placer.
Matías comenzó a seguirle la corriente, movió sus caderas encima de los muslos ajenos y se sostuvo sobre el pecho del gran hombre. Unas cuantas marcas rojizas y moradas fueron dejadas salvajemente por este chiquillo. Quería moverse, necesitaba hacerlo. Pero cuando quizo empezar con el compás el otro agarró sus caderas y negó con la cabeza, frenando toda acción alguna que pudiera llegar a realizar en adelante.
El mayor hizo un recorrido por toda la extensión de su espalda hasta llegar a su espalda baja, en la que apretó sin despecho. En respuesta el menor soltó unos jadeos casi efímeros.
Y encontró por fin su zona débil.
¿Habían perdido el control de sus cuerpos? Probablemente habían sido nublados por el placer de tenerse al fin de una forma más íntima.
Besos lentos acompañados de sudor y muchas lágrimas placenteras.
Blood, sweat and tears.
No hubo ni un jadeo más ni un jadeo menos cuando la cerradura de la puerta fue enbravecidamente abierta, maldecía haber hecho dos copias de juegos de llaves, ya no iba a tener la privacidad que necesitaba.

- Mierda, que suerte que no entramos mientras tenían relaciones.- Martin intentó alivianar el ambiente, entrando a la vez junto a Pedro.
Los dos chicos culpables intentaron buscar el resto de sus prendas que habían varado en quién sabe donde. Hicieron lo más posible intentando recuperarse de la situación anterior, se habían dejado llevar y hubieran seguido si no fueran sus amigos los que los interrumpían.
Una vez vestidos suspiraron y acomodaron en el sillón junto por dos pares de ojos que los intimidaban.

-Bueno, eso fue... Intenso.- Matías no podía estar más avergonzado.

-Tranquilo, ya te había visto semi-desnudo, Mati.- Los tres pares de ojos se giraron para ver a su amigo con impresión. ¿Lo estaba diciendo en serio?

- A ver sé que me están pidiendo explicaciones pero yo creo que es normal. Me habías pedido que te lleve algo para secarte porque te habías olvidado de llevarte al baño y pensé q al menos ibas a estar tapado con otra cosa antes de entrar pero obviamente no. A los 13 años aproximadamente pasó. No es para tanto.- Cerró sin culpa Martín.

- Yo no quería saber eso.- Pedro tiró la cabeza para atrás. Ya se estaba repensando en si seguir juntándose con ese trío de raros que son sus amigos.

-Olviden lo que dije, ahora...¡Vayamos de compras! Agarren toda la plata y vistanse decentes por una vez, locos.-

-¿Otra vez?- Haciendo un puchero Matías llamó la atención.

- ¡Si! ¡otra vez! -
Y se apuraron en buscar lo necesitado.

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A la noche seguramente suba la segunda parte del capítulo y mañana el epílogo.

Treat people with kindness.


Agos🤬

ᥕιᥒtᥱr (ᴍᴀᴛsϙᴜᴀʀᴇ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora