Capitulo. 34

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Aquella ligera pregunta que en otra época seguramente habría tomado como el comentario desesperado de una mujer irritante que no terminaba de comprender mis intenciones, aquella noche provocó que una amarga sensación se apoderase de mí estómago. La respuesta del Andrew que partió de Londres en busca de aventuras, era clara, pues las mujeres nunca habían representado algo más en mi vida que solo diversión de una noche. Incluso en mi memoria solo había rastros de una muchacha que logró adentrarse en mi corazón... Pero que lo había hecho trizas sin dudar.

El amor era peligro, caos y dolor; disfrazado de emociones dulces...

Un rotundo sí sería la respuesta a su pregunta, pero ya no estaba tan seguro de ello.

Por su puesto la deseaba, me enloquecía pensar en sus labios, su piel, el dulce sonido de su voz mientras nos fundíamos en la pasión; pero al mismo tiempo deseaba algo más que solo eso. Quería escucharla, cantar todos los días y compartir visitas nocturnas a la alacena de la cocina donde comiésemos galletas sin importar que deparase la mañana, quería sentir su calor cada vez que caminásemos por las calles y tener el privilegio de probar sus labios sin importar quien estuviese cerca.

— ¿No contestarás a mi pregunta? — Murmuró ella y vislumbre en su rostro un dolor que conocía muy bien. — A veces pienso que todo esto se debe a la dichosa herencia y que tan solo buscas atrapar a una Lane...

Sus palabras me hirieron profundamente, estaba asustada de que solo jugase con ella, pero su desconfianza fue como una daga en mi corazón. Sabía bien que de haber dicho algo, de no haber quemado aquellas cartas, ahora Naomi sería mi esposa; podría tener todas aquellas cosas que tanto deseaba, ¿Pero a qué costo? ¿Obligándola? No, sin duda jamás me hubiese perdonado hacer tal cosa.

— Jamás pienses, ni por un segundo, que te haría daño a cambio de dinero. Mis sentimientos no tienen un precio y aun cuando sé que puedes no compartirlos... No puedo alejarme de ti. — Quizás estaba loco... Pero ya de nada servía seguir ocultándolo. — Quiero arrebatarte el corazón, así como tú me arrebataste el mío.

Mi mente, llena de temores, no tardó en reprocharme mi infantil confesión, sentía las palmas de mis manos sudar y una extraña mezcla de vergüenza y valor parecían pelearse en mi interior; sin embargo, mi corazón latía con mayor fuerza que nunca. Naomi no apartó sus preciosos ojitos café de mí en ningún momento, por lo que pude ser testigo de cómo estos retomaban su brillo con gran velocidad, su rostro se iluminó a pesar de que su expresión denotaba sorpresa y un ligero rubor decoró sus mejillas. Sabía que ella no saltaría a mis brazos gritando su amor por mí, me había rechazado aquella noche en que algunas copas me dieron mayor valor del que tenía y realmente no esperaba que hubiese cambiado de opinión. Pero aun cuando me rompiera el corazón, estaba dispuesto a aceptarlo si al menos me regalaba su amistad. Aun así, Naomi no emitió una sola palabra y una nueva daga atravesó mi corazón.

— Acción... — Susurré, luchando porque aquel molesto ardor de un corazón herido no me afectase.

Entonces decidí cruzar el límite, sus labios parecían llamarme y el dolor del rechazo me empujaba a ellos. Un paso cerró la distancia entre ambos y pude notar como su pecho se inflaba aguantando la respiración, pero aun así ella no retrocedió, mis manos recorrieron sus brazos con suaves caricias, sus ojos me hechizaron cuando finalmente rocé la piel de su cuello y mis dedos recorrieron el perfil de su mandíbula. Sus labios me recibieron con el dulce sabor del algodón de azúcar, tan tiernos y perfectos que temí perderme en ellos.

Obligarme a controlarme, nunca fue tan complicado y un enorme vacío sumió mi alma cuando debí alejarme de ella y volví a encontrarme con aquellos ojos tan profundos como el mar.

— Jeune Fille Indomptable... — Susurré a escasos centímetros de sus labios. — Procidens in amore cum te spectat sicut peccatum, at ego non paenitet trying vestri labia.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora