Capítulo cuarenta y nueve.

228 18 8
                                    


–Gracias –me senté.

–Eh recibido el informe de que usted no ha estado durmiendo en su habitación de la residencia.

–¿Informes?

–El informe llegó adjunto a la queja de que usted no ha cumplido con su semana de turno para el aseo del baño en la residencia.

–¿Qué? Mi turno... pero yo no lo sabía, es que yo –mostré las muletas–. Como podrá ver, tuve un accidente y tuve que ir a la casa de unos familiares que cuidan mi recuperación.

–Es comprensible señorita, pero hay un papeleo adecuado para estas situaciones. Usted debió presentar el informe médico que justificara su incapacidad para realizar su turno en las actividades de la residencia.

–Yo no sabía eso...

–Es parte del nuevo reglamento que se implementó debido a la alta demanda de solicitantes para las residencias del campus. Además –extendió hacia mí el formulario que yo había llenado para solicitar el hospedaje en la residencia–. En su solicitud para la residencia menciona que todos sus familiares residen en otra ciudad y se la tomó como una candidata prioritaria por lo que se le aprobó el hospedaje.

–Si... bueno es que...

–Y ahora dice que se está quedando con familiares –sonrió–. En vista que usted ya cuenta con un alojamiento, procederemos a asignarle su habitación en la residencia a una estudiante que si la necesite. Tenemos varias solicitudes en espera.

–No, por favor. Yo no puedo quedarme por mucho tiempo más con aquellos... familiares, necesito la residencia.

–Lo lamento, pero este es el procedimiento basado en los reglamentos. Debe recoger todas sus pertenencias de la habitación y entregar la llave esta tarde.

–Pero...

–Que tenga un buen día.

Salí de aquella oficina devastada y enojada conmigo misma, como podía haberme distraído tanto y no tomar en cuenta mi situación real.

Caminé pensativa hasta salir del edificio y alguien tocó mi hombro, regresé mi mirada y me encontré con Seon Yeong.

–Hola Danbi –saludó ella.

–Hola... –respondí.

–¿Te pasa algo?

–No... Si –hice un puchero.

–¿Qué pasó?

Le expliqué la situación.

–No puede ser... –ella parecía angustiada–. Pero que reglamento estúpido es ese, yo no sabía... Lo lamento mucho, es mi culpa, yo insistí en que fueras a mi casa.

–No es tu culpa –le sonreí para que no se angustiara.

–Lo lamento muchísimo de verdad.

–Está bien, ya veré como resolver esto.

–Bueno... puedes quedarte en mi casa cuanto tiempo sea necesario, de todas formas, es mi culpa.

–Ya te dije que no es tu culpa –le sonreí.

–Y yo venía descaradamente a preguntarte por mi hermano...

–Él está bien –respondí–. Su herida esta sanando bien y hoy iremos al hospital para que nos quiten los puntos de sutura.

–¿Owen va a llevarlos?

–Si... –mentí.

–Lo eh estado llamando, pero inmediatamente salta al buzón, creo que ese idiota ha bloqueado mi número –frunció el ceño–. Te iba a llamar, pero al verte corrí para preguntarte personalmente por mi hermano –sonrió.

RUDEWhere stories live. Discover now