Capítulo 4

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La espantosa carretera que une a Kigoma, sobre el lago Tanganika y su destino final Lugufu fue por horas su única preocupación. John Galt, con veintiocho años de edad, no tenia familia. No dejaba a nadie atrás. El traqueteo de su Land Rover le hacía temer por su delicado equipo.

         Al llegar a Lugufu se encaminó rumbo sur por senderos impenetrables buscando el rio Malagarzi. Dos días después, en la soledad más absoluta, comenzó a armar su sillón en un claro de la selva a la vista del rio.

         La noche previa, luego de una cena frugal, se despidió del mundo tal como lo conocía y mirando las estrellas se durmió.

         Con los primeros rayos de sol su mente practica se puso en funcionamiento.

         Repasó su equipo. Armas, alimentos, medicamentos, cámaras y todo un conjunto de herramientas que le permitirían sobrevivir en un mundo hostil. Ubicó todo firmemente atado en el respaldo de su sillón y finalmente se sentó.

         Encendió la pequeña batería nuclear y el panel en sus apoyabrazos cobró vida. Fijó el tiempo en -140.000 años y tomando aire apretó el botón.

El Mito de EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora