Capítulo 13

156 17 3
                                    

Por varios días caminaron rio arriba. John buscaba un recuerdo, las cascadas de Igamba. Ella lo seguía con una lealtad conmovedora.

         Luego de un par de semanas llegaron al majestuoso lugar.

         La mente de John trabajaba frenéticamente imaginando paredes techos refugios huertos puertas y muros. El trabajo era colosal pero ahora eran dos.

         Seis meses después el lugar estaba transformado y ellos también. Ahora eran compañeros.

         Jude, que así la había bautizado, era una niña rustica pero bella. Su cuerpo era ciertamente humano. Sus rasgos y ausencia de vello facial ciertamente la distinguían claramente de los primates. Su estatura apenas superaba el metro y medio pero su caminar distaba de ser elegante.

         Con la espalda inclinada hacia adelante y las piernas, mas separadas de lo que aconsejarían las buenas costumbres para las damas del siglo XXI, Jude no se separaba nunca de John. Era lo más parecido a una mascota domestica.

         El hombre no dejaba de observarla, era definitivamente apta para la inteligencia. Su dilema inicial era no interferir con la evolución y el futuro. Pero, John no tenia futuro a donde volver.

         Además, una cosa era a ayudarla a evolucionar pero otra muy distinta era intimar.

         Jude desde hacía cuatro meses dormía a su lado, inicialmente fueron miradas que luego se convirtieron en manos curiosas que intentaban recorrer partes de su anatomía. El hombre desanimaba inmediatamente cualquier intento de contacto de índole sexual.

         John no la deseaba, Sus prejuicios culturales en cuanto a su joven edad (John estimaba que no superaba los trece años), los hábitos de la joven en materia de necesidades fisiológicas, su olor e higiene desalentaban cualquier actividad de la libido.

         Pero, con el pasar del tiempo John no solo le había enseñado todo lo posible en materia de fuego, cacería, pesca, cocina y hasta las bases de alfarería básica; sino también había avanzado mucho en aspectos elementales de higiene y comportamiento. George Bernard Shaw con su "Pygmalion" hubiera estado orgulloso. El profesor Higgins hubiera abandonado al instante con "esta" Eliza.

         La sociedad mejoraba todo los días. Ella lo llamaba "Yon" y se reconocía a sí misma como "Tud".

         Un día en el que "Yon" le había tejido unas trenzas en su cabello y la había elogiado con sus mágicas palabras, "Tud" agradecida le sonrió y luego instintivamente sorprendió a "Yon" con un abrazo y beso.

El Mito de EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora