Tú eres mía y yo soy tuyo.
Tras un día de mucha lluvia y viento, en pleno enero, una niña pelirroja estaba sentada en el viejo sillón del número doce de Grinmauld Place esperando a su padre. El sol ya se había ocultado tras la gran cantidad de edificios que poblaban las calles cercanas... La pequeña Lily se sobresaltó al escuchar los pasos de alguien en la escalera, aunque automáticamente reconoció a Harry, con su elegante túnica negra, y bien peinado. Sonrío a Lily y le anunció que su madre la estaba esperando para ayudarla a bañarse. Ella subió las escaleras y corrió al baño, donde Ginny estaba preparando el agua de la ducha a la temperatura adecuada para Lily. Debido al mal estado en el que estaba Kreacher, Harry le había dado libertad, y, gracias a la insistencia de Hermione, también le ofreció quedarse con ellos, por lo menos hasta que se recuperara y pudiera marcharse. Harry fue hasta la cocina, agarró todos los platos que había y los apoyó en la mesada. Luego hizo lo mismo con las copas y con los cubiertos. Acto seguido agarró el mantel más elegante que tenía y lo puso junto a los platos. Con un ligero movimiento de la varita, el mantel se colocó perfectamente en la mesa, seguido por los platos, copas y cubiertos. Apuntó a los rollos de cocina que estaban arriba de la heladera, y estos se posaron en la mesa. Todo estaba casi listo, salvo por las bebidas, para la reunión de Aurors que organizaba el Jefe de la Oficina esa noche en su casa (Harry en el Número Doce de Grinmauld Place). Todos los Aurors del Cuartel irían esa noche a cenar a la casa de Harry Potter junto con sus esposas o maridos, e hijos o hijas, lo que incluía a Ron y Hermione, sin Rose y Hugo, ya que, como James y Albus, estaban cursando sus respectivos estudios en Hogwarts. Eran cerca de las siete de la tarde, y los invitados estaban citados a las nueve, aunque Ron y Hermione llegarían bastante antes para ayudarlos a preparar las cosas. Harry apuntó con su varita a las escobas que había en un rincón y estas comenzaron a barrer los mugrientos pisos de la casa. Con otros hechizos disparados por la varita de Harry, unos trapos dieron brillo a los cuadros y luego a las ventanas. Tras un fantástico hechizo de Hermione, el cuadro de la señora Black había enmudecido completamente y ya no tiraba insultos a diestra y siniestra como solía hacer cuando hijos de muggle, o traidores de la sangre entraban a la casa. Entre tanto sonó el timbre. Harry fue hacia la puerta y recibió a Ron y Hermione vestidos elegantemente y peinados para la ocasión. Ella llevaba un lindo vestido rojo sangre suelto hasta arriba de las rodillas con mucho escote, acompañado con un chal blanco, y él su típica túnica de gala negra. Harry los invito a pasar y ellos ayudaron a limpiar la casa, aprovechando su magia. En seguida bajo la pequeña Lily con un bonito e infantil vestido blanco, anunciando que su madre bajaría luego de cambiarse. Ya estaba todo listo, salvo por la comida, que prepararía Ginny al finalizar su baño, y Harry y Ron se pusieron a jugar al ajedrez mágico de James, mientras Lily le mostraba a su tía una nueva colección de audio-libros que le habían comprado. La niña llevó a Hermione a su habitación y luego de ver los nuevos audio-libros, se sentó al lado de la casa de muñecas con su sobrina y se pusieron a jugar. Abajo, en el living, Harry freno el juego un momento para hablar con Ron.
- Oye - le dijo a su mejor amigo.
- ¿Qué pasa? - le respondió Ron, levantando la cabeza.
- Tengo un problema. Ginny es el problema. Ya tuve esta conversación contigo hace tiempo, pero el miedo vuelve a crecer, la preocupación de que nuestros compañeros de trabajo, solteros, traten de llamar su atención.
- Otra vez lo mismo. Ginny sabe a quién pertenece.
- Mi problema no es como actúe ella, sino como actúen los otros Aurors.
- ¿Y qué piensas hacer?
- No lo sé. No puedo pedirle que no se arregle, y si lo hace, llamara demasiado la atención. Ella es muy hermosa. No quiero que la vean como realmente es. - hizo una larga pausa y siguieron jugando al ajedrez, aunque Harry ya no estaba concentrado en el juego, sino en cómo evitar que sus compañeros vieran la belleza de Ginny.
***
En el piso de arriba, apoyada en el barandal de la escalera, Ginny Weasley escucho una frase pronunciada por su marido que la hizo correr al baño a enjuagarse las lágrimas...
"No quiero que la vean como realmente es"
***
- Que raro que Ginny no ha bajado a cocinar - dijo Harry al terminar uno de sus juegos de ajedrez.
Media hora había pasado y Ginny no había salido del baño. Harry se extrañó y subió a buscarla. Al llegar arriba, tocó la puerta de la habitación de Lily y la niña le abrió.
- ¿Esta tu madre contigo preciosa? - pregunto Harry a su hija.
- No papi, solo la tía Hermione y yo.
Harry sonrió a Lily y se marchó. Harry se dirigió a su cuarto, y al abrir la puerta, se sorprendió al hallar a Ginny acostada en la cama, en pijama, escribiendo una carta.
- Ginny - dijo Harry entrando y cerrando la puerta.
Ella ni siquiera movió la cabeza para mirarlo: se mantuvo concentrada en su carta
- ¿Que te ocurre mi amor?- Ella no contesto. Parecía que no había notado su llegada.
Harry caminó hacia su cama y se sentó en ella, a su lado.
- ¿Qué ocurre? - le preguntó mirando su rostro inexpresivo.
Ella movió la cabeza, y sus marrones ojos se clavaron en él. Conocía esa mirada.
- ¿Que he hecho ahora? - le dijo Harry acariciándole el cabello húmedo.
- Nada.
- ¿Entonces qué haces?
- Te facilito las cosas.
- ¿De qué hablas?
- Si no quieres mostrarme tal cual soy, mejor ni mostrarme, ¿verdad?
- Ya hemos tenido esta conversación hace años.
- ¿Y? Fue hace años.
- Si quieres te lo explico de vuelta…ya que no escuchaste toda la conversación.
- A ver que tienes... - dejo la carta de lado y lo miró, desafiante.
- Como ya te he dicho, no quiero que todos vean lo hermosa que eres. Digamos que mis compañeros de trabajo son un tanto... como decirlo... mujeriegos. Y no les importa que seas la mujer del Jefe.
Ella siguió mirándolo. Su mirada ya no era tan dura, pero no mostraba ninguna emoción en el rostro.
- Asumo mi error. No debo pensar eso porque eres mía, y yo soy tuyo, y nada va a evitar eso. Lamento pensar lo contrario.
Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de Ginny.
- Vamos preciosa, cámbiate, tenemos una cena que preparar.
Ginny se paró y eligió un vestido verde esmeralda sin tirantes que dejaba al descubierto toda su espalda. Se quitó el pijama y se lo puso. Luego se peinó, haciéndose una trenza cocida, y se puso unos largos aros negros. Harry le alcanzó unos zapatos de tacón alto negros para que se los calce. Él bajo las escaleras y comenzó a juntar los ingredientes con el hechizo convocador. Para cuando Ginny bajó, estaban todos los ingredientes y las ollas preparados para que ella prepare la cocina, utilizando su magia. Hermione se ofreció a ayudarla y juntas prepararon la cena.
Sonó el timbre. Hermione fue al lado de Ron, que con un movimiento de su varita hizo desaparecer el ajedrez mágico. Ginny se acercó a Harry, que tenía a Lily junto a él, y antes que este fuera a abrir la puerta le susurró al oído:
- Recuerda a quien pertenezco - y le beso los labios.
Él sonrío y abrió la puerta para hacer pasar a los primeros invitados.
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Tu eres mía y yo soy tuyo
FanfictionEn esta pequeña historia se relatan los hechos que ocurrieron una noche antes de una reunion con los compañeros de trabajo de Harry. Mientras Harry habla con Ron, Ginny escucha y se siente mal. De esa manera Harry la consuela y de ahí viene el dicho...