CAPITULO 9

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—Verá doctor, estoy entrando en celo, me puse un supresor, pero parece no hacer efecto.

—Bueno si es solo eso, vaya a su casa y su novio que le ayude a solucionarlo. -Soltó enfadado mirando a la pareja.

—No es mi novio y no es eso lo importante, escúchenos. -—Oliver se asombró al escuchar al joven alfa enfadado y molesto con el médico—. Él ha entrado en celo varias veces en los últimos meses.

—Me interesa, dame toda la información.

—Verá doctor. A las tres semanas de mi celo, salía de una tienda y tuve que regresar corriendo a mi casa porque me llegó de repente, no es como siempre que va poco a poco avisando horas antes de que llegue en sí. Aparte duró menos de veinticuatro horas. Después otro día, estaba en la biblioteca y tuve que irme corriendo a casa porque ya en pocos minutos estaba en celo y otra vez me duró menos de veinticuatro horas. Ahora vuelta a lo mismo y esta vez usé el supresor, pero parece que solo hace que ralentice la llegada del celo.

—En todas estas veces, ¿habías comido lo mismo, estabas con la misma persona, vestías la misma ropa, algo se repitió?

—Sí, él. La primera vez que nos vimos fue en la tienda. Después coincidimos en la biblioteca y ahora en el bus del que me bajó para venir aquí, ya que él se dio cuenta de que entraba en celo todas las veces que hemos coincidido.

—Bueno, es muy sencillo lo que sucede, nunca había visto a nadie que le pasara, se piensa que es una leyenda o romanticismo cursi, pero por lo que veo es real. Se conoce como "parejas predestinadas". Tu omega entra en celo para llamar la atención del alfa que le interesa, sabe que este chico es tu alfa y le llama para que le reclame.

—¿Qué está diciendo? Parece que habla de un flechazo.

—Lo digo en serio, tu cuerpo, tu omega y hasta tú mismo le necesitas. Entras en celo cada vez que le ves porque tu cuerpo sabe que él es tu destino y quiere llamarle. Dime alfa ¿no notas nada raro?

—Sí, le huelo desde lejos, aunque no esté en celo soy consciente de que él está ahí, en la biblioteca cuando entré, había mucha gente sin embargo supe que estaba allí y me llamaba, me senté en su misma mesa, aunque había otras vacías y pasé de mis amigos por la necesidad de mi alfa, de estar con él. Antes cuando me subí al bus, se abrieron las puertas y yo ya sabía que estaba dentro y por supuesto también siento un gran deseo sexual, no es que entre en celo propiamente dicho, pero me cuesta mucho no tocarle. Cuando se marcha me lleno de tristeza.

—Pues eso es lo que pasa, omega tu celo se calmará y volverá a la normalidad una vez estén juntos. Necesitan ser próximos para calmar a vuestro alfa y omega, para que dejes de entrar en celo y esos sentimientos se calmen. Por otra parte, si van a evitarlo, cada vez que coincidan o se vean pasará exactamente lo mismo.

—Pero yo...yo no puedo...yo.

—Omega ¿tienes pareja?

—No, no es eso.

—Pues esa parte lo solucionan ustedes, tengo que ver a otros pacientes. Yo que ustedes iba a sus casas y hablaba de esto. Buenas noches.


Salieron del hospital dando vueltas a lo que les había dicho. Ninguno hablaba, no sabían qué decir ni hacer. Nerviosos y preocupados se encaminaron a la parada de taxis.

—Juan, dame tu número de teléfono, yo hoy, ahora no puedo hablar y no voy a acostarme contigo. Además, primero deberíamos poder tener una conversación. Te aseguro que te llamaré cuando tenga la mente más clara.

—Sí, me parece correcto, tampoco quiero precipitarme y quiero investigar un poco e informarme sobre lo que nos dijo el doctor. Compartamos taxi, quiero ver que llegas seguro a tu casa.

Subieron al coche y cuando dio su dirección, el menor le dijo que vivían bastante cerca, en el mismo barrio, así que podrían quedar sin ningún problema cuando el omega estuviera dispuesto. Le dio su número, asegurando que sería paciente y esperaría su llamada.


Oliver llegó a su casa y antes de proceder a calmar a su pobre omega en celo, llamó a su psicólogo para que le diera cita lo antes posible, hacía un año que no le necesitaba, pero todo esto le parecía muy importante y podría saber mejor que pasaba y qué hacer.

Una semana más tarde llamó a Juan y quedaron en una cafetería que quedaba a medio camino de ambas viviendas. El omega llegó un poco antes y le esperaba nervioso, había pedido un zumo y espera al alfa con un supresor para usarlo nada más le vea entrar y así poder hablar tranquilos. Antes de verle le llegó su olor, con rapidez se médico, realmente era un problema su agridulce y picante olor le enloquecía y le hacía desear ser un dulce y accesible omega al que acariciara y mimara ese alfa tan hermoso. Observó cómo se acercaba a su mesa, ni siquiera había mirado alrededor, sabía exactamente dónde estaba el omega y cuando entró en la cafetería no despegó sus ojos de él mientras se acercaba.

Tras los saludos pertinentes y Juan pedir un refresco al camarero, se miraron nerviosos sin saber muy bien como empezar la conversación. Lo que aclararon en un principio es que ambos habían buscado información sobre lo dicho por el doctor y era real. Así que solo les quedaba hablar sobre qué hacer.

—Tengo algo que contarte, es muy personal y nada agradable para ti. Deberás tener mucha paciencia conmigo, si es que al final decides que quieres algo conmigo. Alfa las cosas no serán nada fáciles.

Oliver procedió a contarle sus problemas desde que comprendió que era omega, hasta el miedo y asco que le producen los alfas. Juan escuchó todo sin interrumpirle. Asentía levemente y alguna vez le palmeó la mano como muestra de apoyo. Para sorpresa de Oliver el gesto le reconfortaba.

—Finalmente mi psicólogo me dijo que intentara estar contigo. No solo vuelves loco a mi omega, yo mismo me siento atraído por ti y tu contacto no me repugna, deseo que me toques más. No me molesta el roce de tu mano y demás. Pero no sé cómo reaccionaré o cómo será el intentar tener un acercamiento más íntimo. Puede ir bien y normal o podría ser horroroso y yo aterrorizarme con lo cual podría ser muy traumático para ti.

—Omega, quiero estar ahí para ti, quiero que te sientas bien, que hagas lo que desees y más feliz te haga. Solo quiero cuidar de ti y apoyarte, haré lo que necesites y quieras. Llevo toda la semana asustado de que no me llamaras, de que huyeras y no volver a verte. Así que será todo como a ti te vaya mejor, pero por favor déjame estar contigo porque mi alfa ya te siente como mío y me dolería mil perderte.

Los dos se miraron en silencio durante un rato, asimilando lo dicho por ambos, los ojos negros clavados en los ojos color miel del omega, deseando deslizar su mano por su suave cabello triguero. Le picaban los labios de las ganas que tenía de besarlo. Podía oler como el celo del omega se iba formando, tendrían que irse enseguida de allí porque sus feromonas empezarían en breve a llenar el lugar y sería peligroso para él.

—Algo tiene que quedar muy claro. Solo será una relación física, no deseo amarte ni nada así, es solo las necesidades físicas de los dos lo que vamos a calmar.

—De acuerdo omega, será como desees.

—Paguemos y vayamos a mi casa. ¿Te parece? —El alfa ya estaba en pie y ayudando a Oliver a levantarse sin tiempo casi de acabar la frase.

Continúa>>>

No deseo amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora