Día de leveo

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–Las bestias corrompidas sólo llegan hasta nivel 7, y pronto no será suficiente. Si nos adentramos más, ¿encontraremos de más alto nivel?– preguntó Goldmi.

Le había estado explicando su experiencia de ayer al Oráculo, aunque éste ni le había preguntado ni había dicho nada al respecto. Pero tampoco se había quejado. No estaba claro si la había escuchado o ignorado, si le interesaba esa información, le era indiferente o ya la conocía.

–Sin duda, su nivel es mayor a medida que se profundiza en el antiguo bosque, pero también mayor es el peligro. Las bestias carecen de inteligencia, pero no así sus amos. Si te adentras demasiado, no te dejarán volver. El peligro incluso existe sin hacerlo.

La respuesta del Oráculo fue directa y amedrentadora. Era evidente que no era buena idea adentrarse en el corazón de aquel bosque muerto. La pregunta era dónde ir después. Había varias posibilidades, desde la propia selva a las fronteras donde se estaban librando las batallas contra los seres corrompidos.

Sin embargo, en la selva, aunque para Goldmi no era muy difícil encontrar víctimas, no le gustaba la idea de cazar animales inocentes. Una cosa era defenderse, y otra muy distinta acabar con la vida de quienes no eran sus enemigos sólo para subir de nivel.

Y las fronteras llevaban un tiempo silenciosas, sin grandes batallas. Daba la impresión de que los dos bandos estaban a la espera, y sólo se producían pequeñas escaramuzas de vez en cuando. Evidentemente, eso hacía que la velocidad de leveo fuera baja.

Por lo tanto, ninguna era tan eficiente como la antigua zona de leveo, o perseguir a los seres corrompidos hasta el interior del bosque ya muerto. Por desgracia, era una opción demasiado peligrosa, una muerte casi segura.

Sin embargo, la decisión podía esperar. Creía que podrían llegar fácilmente a nivel 7, quizás a 8, y limpiar un poco la zona, liberar a cuantas almas atrapadas pudieran. Después, ya decidirían.

Se despidió del Oráculo y volvieron al círculo de teletransporte, dispuestas a seguir con el plan del día, consistente en una escabechina de seres corrompidos.



Cuando llegaron a la salida de la cueva, le dio la impresión que aquellas criaturas estaban más activas de lo habitual, en lugar de lo estáticas que habían estado el día anterior mientras no las estaban atacando, pero no le dieron mayor importancia. Salieron las dos, y pronto acabaron con los pocos seres corrompidos de nivel 5 y 6 que estaban cerca.

Al no encontrar más, decidieron entrar para recuperar la energía y maná gastados. Aún les quedaba mucho, pero no había más seres corrompidos cerca, así que esperaban que quizás aparecieran mientras lo hacían.

Y así fue. Al cabo de un rato, había otros dos de nivel 6, y no tardó en aparecer uno más. De nuevo, eran pocos, y las flechas de la arquera resultaban suficientes. Por suerte, continuamente iban apareciendo más, pero sólo uno o dos a la vez, por lo que se les hacía fácil. Eran pocos y podía aniquilarlos desde la distancia, sin darles la oportunidad a acercarse, y recuperando muchas de las flechas. De hecho, la lince estaba un tanto aburrida.

Pararon para comer, no encontrándose más de cuatro de ellos cuando volvieron, a lo lejos, y así continuó hasta media tarde. Habían subido a 7, Goldmi se había vestido con la armadura de dicho nivel, además de empuñar armas muy parecidas a las anteriores, pero de un nivel más.

Disponía ahora del hechizo Golpe de viento, con el que se puede empujar a un enemigo, pudiendo así librarse de una situación peligrosa. En afinidad 10 puede llegar a empujarse hasta diez metros, aunque en la 4, que es a la que lo tenía, sólo llega a siete.

Y la habilidad había sido Ramas Traviesas, que permite usar la conexión con la naturaleza para que las ramas de árboles y arbustos se muevan, ayudando a esconderse o entorpecer al enemigo. No se puede usar directamente como habilidad de ataque, pues no se mueven lo suficientemente rápido, pero sí puede despejar u obstruir el camino de huida o persecución. Lo tenía en 3, pues, aunque vistoso, no solía ser muy útil en el juego.

Además, había subido Toque Purificador a 4 después de usarlo muy eficazmente contra bestias y árboles corrompidos.

Había resultado muy fácil y relativamente tranquilo pasar de nivel 6 a 7. Demasiado fácil. Sin embargo, a ninguna de las dos les pareció extraño, por lo que decidieron seguir acabando con el sufrimiento de los seres unas horas más.



Jrevlo había acudido al lugar al recibir el aviso, sintiéndose un tanto decepcionado cuando sólo había encontrado a dos vivos, a lo lejos. Pero dos era mejor que nada. Los había estado observando, ordenando que las criaturas los fueran atacando.

Quería saber si había más o qué secretos guardaban, y cómo era más eficiente atacarlos. Mandaba sólo dos o tres sacrificios cada vez, pues no quería que se asustaran y huyeran, aún era demasiado pronto.

Fue cuando desaparecieron en la roca que se quedó anonadado. Había algo allí que no habían descubierto hasta ahora, a pesar del tiempo que hacía que dominaban aquella zona, una entrada a algún lugar desconocido y que les servía de escondite. Eso explicaba cómo no los habían podido encontrar antes, aunque no cómo habían llegado hasta allí.

–¿Quizás hay un túnel? Da igual, se lo sacaré poco a poco. Cuando acabe con ellos, me suplicarán contármelo todo– murmuró para sí.

Decidió esperar. Si no salían, iría a investigar aquella roca, pero era mejor que no los vieran y estuvieran confiados y expuestos. Sería más difícil si se parapetaban en donde fuera que estuvieran, o si hubiera un túnel por el que pudieran escapar. Mientras, iba disponiendo sus tropas, algunas para seguir sacrificándolas y otras para preparar una emboscada.

Al cabo de menos de una hora las vio salir, así que siguió dejando que mataran a sus desechables subalternos mientras seguía con los preparativos. Sólo vio algo extraño cuando la elfa cambió su equipo, pero, como eran muy parecidos y lo había hecho desde el inventario, creyó que habría sido algún tipo de reflejo.

Finalmente, y mientras los dos vivos seguían diezmando a las criaturas corrompidas, las preparaciones habían terminado. Una perversa mueca apareció en su rostro antes de dar las órdenes.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora