Dos semanas después...
Matías y Sabrina habían sentido lo que todos le decían, despertarse en las madrugadas para darle de comer era lo más difícil para Sabrina y para Matías, sobretodo para él que después de dos semanas una en el hospital y otra en la casa de sus padres, tenía que empezar de nuevo con su rutina de ir a trabajar con su padre en el restaurante en la mañana y en la tarde a la universidad. Aunque Diana le repetía muchas veces a Sabrina que esta etapa era la más fácil, ellos solos dormían, comían y volvían a dormir, era lo más fácil pero a medida que empezaban a crecer se daría cuenta de lo que si “era bueno”.
- Me gustaría ir al restaurante y ayudarlos. - Dijo Sabrina mientras ayudaba a Diana a pelar unas papas para hacer el almuerzo.
- Tienes que descansar y no es bueno que los bebés estén en el restaurante, hay mucho humo y cosas que no son buenas ahorita para un recién nacido. - Termino su explicación encogiendo de hombros. - Es preferible que estén aquí.
- Sabrina hizo una mueca. - ¿Que vamos hacer para el cumpleaños de Matías? Será el próximo mes.
- ¡Lo sé! 18 años, que emoción. - Suspiró. - Crecen tan rápido, siento que fue ayer cuando lo tenía en mis brazos, me gustaría que no crecieran tan rápido.
- Creo que empiezo a entenderlo. - Soltó una pequeña carcajada.
- Y respondiendo a tu pregunta, no sé ¿Que podemos hacer?.
- Tal vez una fiesta, son 18 años ya será mayor de edad.
- Así es, hay que celebrarlo a lo grande, podemos celebrarlo y aprovechamos para presentar a los mellizos, Priscila no ha parado de llamarme para preguntarme por los bebés, está ansiosa por venir a verlos.
- Lo mismo me pasa con Lucero, no para de enviarme mensajes y preguntarme cómo están, adora cada foto que le envío de ellos y dice que está emocionada por conocerlos al fin y poder cargarlos.
- Toda la familia está ansiosa por conocer a estos angeles, les caiste muy bien a todos incluyendo a Azul lo cual es un poco difícil. - Soltó una pequeña carcajada.
- Me alegro tanto. - Suspiró.
3 semanas después...
Sabrina se estaba preparando para ir junto a sus bebés a la casa de su madre, quien le pidió por semanas que fuera a una cena junto a Rachael, Camila y Raimundo.
- Me gustaría que vinieras. - Sabrina abrazo a Matías. - Deberías venir.
- También me gustaría ir pero le había prometido a Sebastián ir a verlo jugar y después a comer helado, lo siento amor.
- Entiendo, no has tenido mucho tiempo con tus hermanos y es necesario que compartas tiempo con ellos.
- Lo he intentado pero la universidad y el restaurante me quitan mucho tiempo.
- Y después venir y cuidar a los bebés.
- Es lo menos rudo de mi día cariño, lo peor es estar lejos de ustedes.
Sabrina sonrió cuando Matías la tomo por la cintura y le dió un pequeño beso en los labios.
- Los extraño todo el tiempo y cuento cada minuto para regresar a casa y verte jugar o hablarle a nuestros bebés, no sabes lo hermosa que te ves y lo feliz que me hace verlos a los tres juntos.
Sabrina lo tomo por el cuello y le dió un beso largo, a pesar de todo Matías no había perdido el detalle de llegar con una flor o un chocolate, antes de irse le preparaba el desayuno, esperaba a que Sabrina se diera un baño mientras el cuidaba y le daba de comer a los mellizos para que ella pudiera relajarse, le decía lo mucho que la amaba y lo hermosa que se veía aunque ella creía lo contrario. Siempre estaba despeinada, con ropa deportiva y sin una gota de maquillaje, ayudaba Diana con la limpieza y el almuerzo, los demás era solamente leer, estudiar para cuando regrese al colegio y dormir ya que era lo que mayormente sus hijos hacían.
- Te amo. - Finalizó el beso con esas dulces palabras.
- Nos vemos mañana. - Matías asintió.
La ayudo a bajar las cosas y dejarlas en el auto del padre de Sabrina. Su madre quería tener a sus dos hijos juntos nuevamente en la casa y a sus nietos ya que consideraba a Camila como su nieta también, era una niña muy dulce que se podía ganar a cualquier con su ternura.
- Adiós mis amores. - Diana abrazo a Sabrina y le dió dos besos a sus nietos. - Nos veremos mañana.
- Pásenla bien. - Sabrina se despidió con la mano.
El viaje hacia la casa de sus padres fue algo corto, su padre no paraba de charla sobre todo lo que habían hecho en esos meses en que Sabrina estaba en la casa de Diana, los viajes, sus empleos y que se habían vuelto un poco más sociables teniendo más amigos que antes y saliendo más a fiestas que antes, contaba muchas aventuras que hacían reír a Sabrina. Cuando llegaron a la casa ya Rachael Camila y Raimundo estaban ahí ayudando a su madre a servir la comida.
- Llegaron. - Exclamó al verlos entrar con los bebés en brazos.
- Si, ya estamos aquí. - Sabrina se acercó y abrazo a su madre quien después le quitó a Connor para llenarlo de besos. - Hola Rai.
- Hola hermanita. - Le dió un beso en la mejilla. - ¿Cómo están mis preciosos sobrinos?.
- Preciosos y creciendo. - Suspiró.
- Ya veo. - Tomo a Elizabeth. - Me imagino que es la consentida de papá.
- Negó. - Matías le da la misma atención y el mismo amor a los dos, igual que sus abuelos paternos.
- Pues, es ahora de que sus abuelos maternos le den atención y amor, hemos remodelado tu cuarto, guardamos algunas cosas y colocamos una cuna para que no estén incómodos.
- Gracias mamá. - Sabrina suspiró, estaba pensando cómo hacer para poder dormir con sus pequeños en la cama, le daba miedo moverse y aplastarlos.
- De nada cariño, vamos a comer.
Después del almuerzo, Sabrina dejo sus cosas y a sus bebés en su cuarto. Suspiró con algo de nostalgia, si extrañaba su casa aunque ya no la sentía suya, ya no la veía como antes y no la extrañaba como antes que lloraba esperando estar en su cama, en su cuarto con paredes de color blanco y morado, sus fotografías familiares. Ya nada era como hace 9 meses, todo había cambiado, ya nada era lo mismo y no podía ser igual. Tenía que ser mejor o peor pero igual que antes no había ninguna posibilidad.
Ahora Sabrina tenía a Matías, tenía a Elizabeth y a Connor, una casa, un trabajo, esperaba seguir con sus estudios y su bella perrita que amaba y adoraba con todo su corazón. A pesar de todos los problemas en estos nueve meses no puede negar que hubieron cosas buenas que pasaron, que hubieron momentos increíbles para ellas que la hicieron muy felices, compartió lo que para ella era su mayor felicidad con personas que jamás pensó en tener a su vida, que en ningún momento pensó tener ningún tipo de relación, estuvieron en las buenas y en las malos, fueron aquella pared que necesitaba de apoyo y esa mano que necesitaba para que la ayudarán a levantarse.
No reclamaba nada a sus padres, pues ellos estuvieron siempre con ella, excepto en esos meses pero, le dieron comida, un techo y educación. Tal vez no tenía lujos pero si algo con lo que ella pudiera ser feliz y ahora le tocaba a ella darle lo mismo a sus hijos.
***
Otro capítulo porque si.
¿Quieren más? Vamos a votar por la nueva historia de Nutellita y Dayana 😊
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Embarazada a los 15
Teen FictionVoy a tener un bebé, un bebé y yo solo tengo 15 años ¿Qué voy hacer?.