P3: Chica afortunada.

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—Danna...

—¿Qué quieres?—cuestionó la chica frenando sus pasos. Posó sus ojos marrones en los de su madre y la mujer suspiró.

—¡No seas grosera!—repeló de inmediato.

—Ah, entonces tengo que ser completamente linda y cariñosa con la única persona que pudo haberme defendido y que no lo hizo...—la acusó.—No sé porque crees que nuestra relación sigue siendo la misma, mamá...para mí no eres más que la mujer que me trajo al mundo y que después me traicionó.—le espetó.

—Danna, por favor...

—¿Por favor, que?—estalló de golpe.—No tienes derecho a pedirme nada porque cuando yo más te necesitaba...cuando más necesitaba que tú me apoyases: me diste la espalda. Te quedaste callada en lugar de defenderme y decirle a papá que lo que estaba haciendo era una completa locura...

—Dan...

—No quiero escuchar nada que tenga que ver con ustedes...son mis padres pero nunca en la vida voy a perdonarles lo que ambos me hicieron—anunció sin dejar de mirarla.—¿Me escuchaste? ¡Nunca!

Entornó sus ojos lanzándole una última mirada a su madre cargada de reprobación y comenzó a subir las escaleras con paso apresurado.—Bueno, pues en vista de que no quieres escuchar nada sobre mí; al menos tienes que saber que con Daisy hemos comenzando a planear la boda...y que pasado mañana es la fiesta de compromiso...—anunció.

Danna frenó sus pasos de nueva cuenta y se giró para volver a mirarla un momento.—Hagan lo que se les dé la gana, mamá...no me importa en absoluto...

—Al menos deberías de tener la decencia de conseguir un lindo vestido para la ocasión especial...

—¿Ocasión especial...?—repitió de mala gana.—Discúlpame pero no esta no es una ocasión especial porque papá me está obligando a casarme con alguien que ni siquiera soporto.—se quejó.—Así que no me pidas que consiga un vestido bonito sólo para ir a fingir enfrente de todas sus frívolas amistades que estoy completamente enamorada de Erick cuando no me interesa absolutamente nada de lo que pase con él. ¿Entiendes eso, mamá...?

—Sé que hoy hablaste con Christopher...—anunció la mujer.—Y la verdad es que me parece completamente sensato de tu parte si es que pretendías que tu padre se olvidase de él...y tú también, él no era para ti, Danna. Erick sí.

El corazón de Danna se aceleró de inmediato y negó de inmediato.—Tú no tienes derecho a hablar de Christopher...

—De verdad te duele mucho separarte de ese...muchacho...—Danna cerró sus ojos con fuerza.

—No voy a seguir hablando sobre esto, has lo que quieras. Si quieres planear una estúpida boda a la que asista la realeza de Gran Bretaña me da lo mismo, hazlo. De todos modos no significa nada para mí...

(...)

—¿Estás bien?—cuestionó Zabdiel quedándose quieto en el umbral de la puerta de Erick. El ojiverde cerró la pequeña cajita de terciopelo negro que descansaba sobre la palma de su mano y asintió firmemente.

—Quería pedirte una disculpa por...bueno, por haber sido grosero contigo el otro día...—Zabdiel negó.

—Entiendo que a veces eres un imbécil.—comentó el muchacho encogiéndose de hombros.—Está todo olvidado, Erick...

—Gracias.—susurró.

—¿Qué es eso, por cierto?—cuestionó adentrándose en la habitación. Se sentó en el sofá y anclaron sus ojos en los de su hermano mayor por lacónicos segundos.

¿Sera porque te amo?||Erick B. Colón.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora