Capítulo 25

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Jane

lo siento por no actualizar en tanto tiempo... 😬

Me tragué la última uña que había en mis manos con desesperación. Suspiré con nerviosismo mientras miraba la puerta del cuarto donde se encontraba Keyden.
Ya habían pasado más de ocho horas y no podía concentrarme ni siquiera para jugar Banana Kong.
Cuando me sacaron de la sala, me explicaron que cuando Keyden recordó todo de golpe, fue demasiado para el y no lo pudo resistir, puesto que después de el incidente en mi fiesta, había permanecido inconsciente todo el tiempo, hasta ahora.

Pegué un brinco cuando se abrió la puerta y salió una enfermera con ojeras enormes.
Se acercó hasta mí con cara de cansancio y yo me paré sacudiéndome un polvo invisible de mis pantalones.

— Está despierto. —dijo con voz pastosa y se volvió a meter en el cuarto dejando la puerta abierta para que yo pasara.

La seguí mientras me secaba el sudor de las manos en mi camisa.

Para mi sorpresa, cuando entré una enfermera le estaba dando de comer a Keyden, quien estaba haciendo un gran esfuerzo por abrir la boca, y estaba sentado gracias a la cama, que se podía convertir en silla.
Él tenía el rostro pálido y unas ojeras que le llegaban casi a los cachetes, pero sus ojos no habían perdido ese brillo travieso y feliz. Keyden rió al darse cuenta de que no podía abrir la boca lo suficientemente grande.

Di un paso más, y entonces me miró. Su sonrisa se ensanchó aún más, y yo lo imité. Parecía un niño después de curarse de gripe.

Miré su brazo, lleno de tubos que se conectaban a un millón de máquinas y sueros. Él se percató de que le estaba mirando el brazo y dirigió su mirada hacia el, mirando los cables como si apenas se diera cuenta de que los tenía.
Después me guiño un ojo y abrió los brazos, animándome a que me acercara con la mirada.

Di un paso más hacia el, dudosa, pero no me pude contener más y me lancé hacia el, rodeándolo con mis brazos y abrasándolo con fuerza.
Él me devolvió el abrazo con una pequeña risa.

¿Se acordaba de lo que había pasado? ¿Se le habría olvidado? ¿O simplemente ya lo superó?

Lo miré preocupada, y el asintió con la cabeza. Un destello de tristeza cruzó por sus ojos. Suspiré aliviada y lo volví a abrazar. Esta vez él fue el que se separó primero.

Recorrió su mirada en mí, inspeccionándome de arriba a abajo. Un escalofrío sacudió mi cuerpo.

—Viniste...— dijo como si fuera lo más increíble del mundo.— Entonces... ¿eras real?

Supe de lo que hablaba al instante, aunque ni yo sabía la respuesta a su pregunta. No tuve más remedio que asentir.

Él sonrió. Me besó tiernamente, acariciando mi mejilla con delicadeza, como si me fuera a romper.

Cerré los ojos, grabando ese recuerdo, y metiéndolo en un cofre en mi mente.

Keyden se separó para mirarme, y aproveché para adentrarme en el mar de sus ojos.
Había tantas sensaciones... malas, buenas, felices, tristes. Así que decidí llamarlo el mar de las sensaciones.

Recuerdos que no se van || ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora